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Cuando contratamos un seguro del hogar nos fijamos básicamente en que nos cubra los siniestros más habituales en una vivienda (una fuga de agua que inunda al vecino, humedades, una puerta que no abre, unos cristales rotos...) pero la mayoría de veces apenas prestamos atención a la valoración del continente. Es decir, todos esos elementos constructivos o estructurales de la casa (paredes, suelos, techos...), sus instalaciones (las tuberías de agua y gas, el sistema eléctrico...), además de otros elementos que vienen 'de serie' como pueden ser los sanitarios o los armarios empotrados. «Algunas compañías también consideran los muebles fijos de la cocina como parte del continente», precisan en la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU). En otras palabras, la tarima de madera de tu piso forma parte del continente, mientras que la alfombra que colocas encima entraría dentro de la categoría de contenido, que se asegura aparte.
«Hacer una correcta valoración de todos estos elementos estructurales y de las instalaciones es muy importante, sobre todo para evitar problemas con la indemnización en caso de siniestro. Se debe tener en cuenta que el capital por el que se asegura el continente debe coincidir con el valor de reconstrucción de la vivenda en caso de que quede totalmente arruinada. En la valoración no se incluye el precio del suelo sobre el que se levanta la edificación, ya que el solar no se destruye». Por ejemplo, el continente de un piso de unos 105 metros cuadrados con garaje ubicado en Barcelona debería asegurarse por al menos 130.000 euros, mientras que la misma casa en Sevilla serían unos 115.000 euros. Si el continente del inmueble que queremos asegurar es el de un chalé de unos 200 metros cuadrados en Bilbao, la cantidad se dispara hasta los 325.000 euros, según los datos de un estudio realizado por la OCU teniendo en cuenta los valores de construcción estimados para este año.
Además de afinar el valor del continente, también es «muy recomedable» que el seguro incluya una cláusula de responsabilidad civil. «Probablemente no la use nunca, pero conviene tenerla porque las indemnizaciones en juego pueden ser millonarias y comprometer todo lo que posea. No se trata tanto de cubrir los daños que uno pueda sufrir en carne propia sino los que pueda causar a otras personas o a sus bienes».
La cuota media que se paga en nuestro país por el seguro de hogar es de unos 165 euros al año y la póliza más contratada es la llamada multirriesgo. «Por su nombre parece que lo cubren todo, pero la realidad es que dejan bastantes cosas fuera. Suelen ofrecer una buena protección frente a los daños más frecuentes que se registran en los hogares. Sin embargo, dejan fuera siniestros poco habituales pero que serían muy caros de reparar si los tenemos que pagar de nuestro propio bolsillo».
La letra pequeña de las pólizas
Incendio, humo, caída de rayo o explosión.
Impacto de vehículos aeronaves y aparatos espaciales.
Impacto de ondas o detonaciones sónicas
Impacto de objetos o animales procedentes del exterior y ajenos al asegurado.
Inundaciones no extraordinarias por ejemplo, por desbordamiento de grandes tuberías o acequias.
Subidas de tensión o cortocircuitos.
Robo en el hogar tras acceso mediante fuerza en las cosas o violencia o intimidación sobre las personas.
Hurto o sea, sustracción sin mediar violencia o amenaza, en el interior del domicilio.
Sustracción fuera del hogar con mediación de violencia o amenaza.
Cambio de cerraduras por sustracción de las llaves que pueda dar lugar a accesos indeseados.
Daños por riesgos extraordinarios con cargo al Consorcio de Compensación) como los ocurridos a causa de los temporales de nieve como 'Filomena'.
Fenómenos meteorológicos con lluvia y viento que no sobrepasan cierta intensidad o cuando concurren algunos factores (ventana abierta, etc.).
Fugas de agua si concurren factores como la ausencia del domicilio durante cierto tiempo.
Daños por agua debidos a la congelación u oxidación de la instalación, así como por 'vicio propio del objeto' (lo que deja fuera casi todas las fugas, pues ninguna tubería en buen estado pierde).
Humedades por condensación.
Consumo excesivo de agua debido a una fuga.
Rotura de objetos que no sean propiedad del asegurado y se hallen en su poder.
Hurto fuera del hogar. Es decir, sustracción sin mediar violencia.
Vandalización o robo de elementos al aire libre (bancos, farolas...), graffitis o pegado de carteles.
Daños por riesgos extraordinarios ocurridos en los 7 días siguientes a asegurar por primera vez el bien (esta carencia ya no se aplica más, aunque cambie de compañía.
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