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Pensarán: «Qué necesidad de perder tiempo elaborando preparados naturales para limpiar y combatir olores en la cocina cuando ya hay un sinfín de productos en el mercado, y baratos, que cumplen esas funciones de manera eficaz». Pues sí, merece la pena. La ciencia ha demostrado ya una larga lista de daños para el medio ambiente y para la salud por culpa del uso de 'químicos' en el hogar a diario. Entonces, ¿por qué no pasarse a preparados naturales si son igual de efectivos, o más, y no van a perjudicar al planeta ni a nuestro organismo? Además, son sencillos de preparar e incluso más económicos. Solo necesitamos limón, vinagre, bicarbonato, clavo, sal... para eliminar cualquier olor desagradable.
El interior de la nevera es un foco de mal olor. Es también un área de la cocina a la que hay que dedicar un especial cuidado en la limpieza para evitar intoxicaciones alimentarias. Como paso previo, es importante limpiar el frigorífico con un paño con jabón lavavajillas neutro, explica Begoña Pérez, conocida en redes sociales como La Ordenatriz. Esta experta recurre a un remedio natural para acabar con los malos olores en el frigorífico: el agua oxigenada. «Pasamos una bayeta de microfibra humedecida en agua oxigenada», detalla. Incluso, se puede dejar un paño empapado con el agua oxigenada dentro del frigorífico para acabar con cualquier olor desagradable«, añade la autora del libro 'Limpieza, orden y felicidad' (Ed. Planeta).
Otro remedio natural es el jugo del limón mezclado con un poco de agua tibia. «Con un paño empapado en esa mezcla limpiamos todas las superficies y compartimentos, incluyendo las juntas de las puertas y las áreas de difícil acceso. El ácido cítrico del limón ayuda a eliminar bacterias y neutralizar los malos olores», resalta Inma Pérez, técnica de salud ambiental y divulgadora de hábitos sostenibles en los hogares, que considera esta fruta y el vinagre «indispensables» para la limpieza de espacios en los que se almacenan alimentos. «Si dejamos las cáscaras de limón en un plato pequeño, absorberán también el mal olor».
Otra opción: parte el limón en trozos, cúbrelos con sal – o pinchar clavo– y déjalos en la nevera. «Colocar un vaso de chupito con bicarbonato también es muy efectivo», completa La Ordenatriz.
Pero estos ambientadores naturales no valdrán de nada si no organizamos bien los alimentos en el frigorífico, porque el olor volverá y, lo que es peor, aparece el riesgo de intoxicación. «Hay que permitir que en el frigorífico circule el aire entre los alimentos, que no entren en contacto. Es imprescindible separar bien los crudos de los cocidos, que los crudos no goteen sobre los cocinados o los que se consumen sin cocinar –los fiambres, por ejemplo–», señala Roberto Ortuño, miembro de la junta directiva de la Sociedad Española de Seguridad Alimentaria. Da otro consejo: «Meter los restos de comida en recipientes de uso alimentario y tapados y, especialmente, no dejar los sobrantes en las latas de conservas», incide el responsable de seguridad alimentaria del centro tecnológico Ainia.
Ojo, los productos para limpiar el horno son de los más corrosivos y tóxicos. Dañan el medio ambiente cuando se eliminan sus restos a través de las tuberías. La propia OCU aconseja «prescindir de ellos» por su alta toxicidad. Se puede. El vinagre es mano de santo para esa grasa incrustada y restos de comida pegados que desprenden olores desagradables. «Vierte vinagre alimentario a chorro sobre la base. Después espolvorea bicarbonato hasta que se cree una pasta, que aplicaremos también por las paredes», detalla la experta en limpieza y orden en el hogar. Calentamos el horno a 80 o 90 grados durante diez minutos y dejamos reposar dos horas para que la mezcla surta efecto. Después se retira con un paño y jabón lavavajillas neutro.
Si el microondas huele mal, existe un remedio infalible y que no da trabajo: meter una taza con agua con unas rodajas de limón –o zumo– y poner a calentar un par de minutos hasta que hierva. «Se deja actuar el vapor diez minutos sin abrir la puerta. El limón actuará como desengrasante. Bastará con pasar una bayeta húmeda para arrastrar la suciedad. Quedará un olor muy agradable.
El fregadero es otra fuente de hedores procedentes de las tuberías. Los desatascadores y los limpiadores biológicos tampoco son recomendables, ya que vierten residuos altamente tóxicos para el medio ambiente. Una buena solución es echar bicarbonato y un chorro de vinagre por el desagüe. Dejar actuar dos horas y, posteriormente, verter agua hirviendo para retirar los restos de suciedad acumulada. Es recomendable hacerlo una vez al mes.
Para combatir los malos olores del lavavajillas –que también son frecuentes– es suficiente con pasarle un paño con jabón y verter sobre el fondo un vaso de vinagre y medio de bicarbonato. Activamos un programa largo y a máxima temperatura y realizamos un lavado en vacío. La mezcla de vinagre y bicarbonato elimina cualquier resto de cal y malos olores.
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