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Imponente y elegante, con un pie adelantado, en marcha, como si tuviera prisa, decidido. Lenin mide cinco metros de altura, siete toneladas de bronce, y es difícil no verlo en Freemont, un barrio bohemio de la ciudad de Seattle, la cuna del 'grunge', al que apodan la República Popular de Freemont. Es la única estatua del líder soviético en pie en Estados Unidos, y lo mismo se viste con guirnaldas y luces en el Orgullo Gay que le manchan las manos con pintura de color rojo sangre. Es uno de los atractivos turísticos, junto con el trol gigante que coge un Volkswagen 'escarabajo'. Lleva ahí desde 1993, cuando un empresario llamado Lew Carpenter (aunque en sus tarjetas de presentación pusiera «mercenario, playboy, soldado de fortuna, héroe casual y filántropo») se lo trajo desde Eslovaquia al quedar prendado de la escultura realizada en 1988 por un artista búlgaro. Descansaba en el patio de una chatarrería y pagó por ella 13.000 dólares (11.500 euros), más otros 27.000 dólares para transportarla en barco partida en tres trozos. Quería utilizarla primero como recordatorio histórico y luego como reclamo para un restaurante. Pero Carpenter murió al de un año en accidente de coche y Lenin quedó ahí, en fideicomiso de la Cámara de Comercio local hasta que llegue un comprador. Ahí sigue hoy pese a las protestas.
Es una anécdota de las muchas que recoge el libro 'Esto no estaba en mi libro de Historia del Comunismo', del historiador Juan José Primo Jurado, director del Instituto andaluz de Patrimonio Histórico. Aclara que mientras de Lenin quedan aún estatuas en pie, no sucede lo mismo con Stalin.
Stalin, el gracioso
Recoge Primo Jurado en su libro una anécdota sobrecogedora aunque divertida en su dramatismo: «El propio Stalin contaba con regocijo, como caso verídico o chiste, un episodio protagonizado por él mismo en relación al pavor que producía. Explicaba que había recibido a una amplia delegación georgiana en el Kremlin. Tras oír sus palabras y hacerle las adulaciones correspondientes, la delegación salió del palacio. De pronto, Stalin busca su pipa. Alarma: no la encuentra. De inmediato ordena a Laurenti Beria, el jefe de la Policía, que resuelva quién de la delegación georgiana ha robado la pipa. Cinco minutos después, Stalin la encuentra bajo unos papeles. Llama a Beria y le cuenta que la ha encontrado, «Demasiado tarde –responde este–, la mitad de la delegación confesó que se había llevado la pipa y la otra mitad murió durante el interrogatorio».
La estrella de la cerveza
La marca de cerveza holandesa Heineken, creada en el siglo XIX, escogió para decorar su etiqueta una estrella roja de cinco puntas, «el emblema que los antiguos cerveceros ponían en sus barriles para atraer los cinco elementos necesarios para crear una buena cerveza: agua, tierra, fuego, viento y la magia del maestro cervecero. Cuando tras la Segunda Guerra Mundial, la estrella roja se extendió como símbolo de los regímenes comunistas, a Heineken se le presentó un problema para que no se le identificase con ellos. Y la solución fue simple, cambió el color de la estrella a blanco con bordes rojos». Tras la Guerra Fría, volvió al original.
El récord de Fidel
El 26 de febrero de 1998, Fidel Castro habló durante siete horas y diez minutos ante la Asamblea Nacional de Cuba, en uno de sus habitualmente eternos discursos, aunque aquel día estaba especialmente locuaz. De hecho es el discurso más largo de la Historia. «Tuvo que recurrir a nuevos temas más allá de la omnipresente revolución –dice el autor–. Habló de su vida personal, de sus padres, del aborto, de la virginidad, de películas pornográficas y contrarrevolucionarias y hasta de la visita que el papa Juan Pablo II había efectuado a la isla días antes. Comenzó a hablar a las 17.30 y terminó de madrugada con su habitual '¡Patria o muerte, venceremos!'. Su hermano Raúl le espetó casi al finalizar: 'Oye, dentro de cinco minutos va a hacer siete horas que llevas hablando', a lo que Fidel, por aquel entonces con 72 años, replicó: 'Me siento muy bien. No siento ningún cansancio', y continuó con su alocución».
La momia desterrada
Stalin quería que sus restos reposaran momificados junto a los de Lenin –su momia es bien conocida y sigue exhibiéndose–. Y así fue hasta 1961, pero fue desterrada del mausoleo cuando Nikita Jrushchov emprendió la 'desestalinización', asegurando que la traición de Stalin al legado de Lenin hacía inaceptable mantener ambos cuerpos juntos. Así que lo sacaron de allí y lo enterraron. Los expertos embalsamadores creen que su momia debe seguir bastante bien conservada.
La Kremlin-Cola
Recuerda el historiador que la Coca Cola estuvo presente en la URSS a partir de la Segunda Guerra Mundial, aunque bajo el nombre de White Coca, con menos colorante y otro envase diferente para camuflar un producto tan genuinamente americano. Pero fue Pepsi quien se llevó el gato al agua: Nikita Jrushchov y Richard Nixon discutían sobre las bondades de sus respectivos sistemas políticos, una vez que la muerte de Stalin permitió el 'deshielo' entre las potencias, cuando un ejecutivo de Pepsi le dio al soviético un vaso del refresco con la marca bien visible y este bebió sin problema. La foto dio la vuelta al mundo y la compañía la usó para su publicidad en EE UU: «Jrushchov quiere ser sociable. Sé sociable, toma una Pepsi».
El rockero contra Mao
El libro recupera una historia rescatada por Ismael Serrano y Diego Manrique protagonizada por 'El Tigre', «alias de Ling Liguo (1945-1871), hijo del mariscal chino Lin Biao. Gozaba de unos privilegios que le permitieron paladear el rock occidental y considerarlo alimento espiritual: '¡Habrá un día en que dejaré que los chinos sepan que hay música tan maravillosa en el mundo!'. Convencido de que Mao era un tirano que mantenía el atraso y la represión en China, desde la cúpula de las Fuerzas Aéreas preparó en 1971 un golpe de Estado que empezaba por liquidar al dictador. Fue detectado, al parecer, por delación de su propia hermana». Él y su familia huyeron en avión a la URSS, pero el aparato se estrelló en Mongolia por no haber repostado adecuadamente con las prisas y todos murieron carbonizados.
Un Kaláshnikov en la NBA
El jugador de baloncesto ruso Andrei Kirilenko jugó entre 2001 y 2015 en la NBA. Aquel último año escogió para su dorsal el número 47, porque al unirlo a las iniciales de su nombre formaba AK-47, el fusil de asalto diseñado por el combatiente soviético Mijaíl Kaláshnikov durante la Segunda Guerra Mundial. En 2007 se convirtió en el arma de fuego con más producción, unos 80 millones de unidades.
La 'bondad' de Stalin
Los carteles de propaganda comunista son de una belleza innegable. Además, también pueden encontrarse detalles que, si no fuera por los millones de muertos que llevan detrás, serían hasta graciosos; es el caso de uno de principios de los años 50 del siglo pasado, que muestra a Stalin sosteniendo a un bebé enarbolando la bandera roja con la hoz y el martillo mientras la leyenda dice: «¡La luz de la bondad de Stalin ilumina el futuro de nuestros hijos!».
1. ¿Cuándo se celebró la primera elección soviética? Cuando Dios puso a Eva frente a Adán y le dijo: «Escoge a tu mujer».
2. Una oveja decide abandonar la URSS y al llegar al paso fronterizo un guardia la detiene y le pregunta: «¿Por qué quieres abandonar Rusia?». «Por la policía secreta –replica la oveja–, Stalin ha ordenado arrestar a todos los elefantes». «Pero tú no eres un elefante», responde el guardia. «Ya, intenta explicárselo tú a la policía».
3. Breznev da un discurso que iba a durar 20 minutos. Pasan 30, 40 minutos y el dirigente continúa. «Es culpa mía», dice uno de sus ayudantes. «Le di tres copias del discurso».
4. La URSS manda al camarada Rabinovich al exterior en misión diplomática y le exige que envíe noticias suyas desde cada país. Llega a Polonia y envía un telegrama: «¡Viva Varsovia libre! Rabinovich». Llega a Checoslovaquia y envía «¡Viva Praga libre! Rabinovich». Llega a París y telegrafía: «¡Viva París! Rabinovich libre».
5. Churchill, Roosevelt y Stalin se encuentran en Yalta. El primero toma un cigarro de una pitillera de cuero y la deja sobre la mesa; los otros dos advierten la inscripción: «Al primer ministro Churchill, salvador del Imperio Británico». El segundo hace lo mismo y deja la suya de plata, donde se lee: «A Roosevelt, que nos sacó de la Gran Depresión». Stalin saca la suya de oro y en ella se lee: «Al conde Esterházy, del Jockey Club de Viena».
A la muerte de Lennon (1980), unos jóvenes pintaron unos grafitis en su honor en un convento de Praga. La Policía los borró por subversivos, pero a la mañana siguiente volvieron a aparecer. Así, una y otra vez. Las pintadas continúan hoy.
fue el año en que los Beatles compusieron la canción 'Back in the USSR': «Llévame a la granja de tu papá. Déjenme escuchar cómo suenan sus balalaikas. Vengan y mantengan a su camarada caliente. Estoy de regreso en la URSS, hey, no saben lo afortunados que son, muchachos. De regreso en la URSS». Los LP de los cuatro de Liverpool no se publicaron allí hasta 1986, en la era Gorbachov, fan de John Lennon.
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