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Carlos Benito
Viernes, 22 de diciembre 2023, 16:39
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Hay vida navideña más allá de Mariah Carey, claro que sí. Y también más allá del 'Feliz Navidad' de José Feliciano (o de Boney M), y más allá del 'Last Christmas' de Wham!, y más allá de los especiales de Raphael, y más allá de las 26.496 versiones de 'Noche de paz' que encontraron los responsables de Spotify cuando se pusieron a hacer cuentas.
La música navideña es un universo inabarcable e inagotable que sigue y sigue expandiéndose, pero hay que tener cuidado con él, porque también hay muerte más allá de Mariah Carey, José Feliciano, Raphael, etcétera. Escondidos entre el espumillón del árbol y el musgo del belén acechan horrores sin nombre: cosas como los villancicos makineros de 'Navidad total', la 'Navidad en el país de los pitufos', Las Monjitas del Jeep o (no lo intenten, por favor) Las Ardillitas de Lalo Guerrero.
En esta pequeña playlist, recurriremos a unos cuantos clásicos imperecederos que merecen mayor presencia, combinados con temas menos conocidos y, en fin, a lo mejor alguna joya friki.
Las Navidades se llevan especialmente bien con la música de los años 40 y 50, que, aunque estemos en el cuarto de estar de nuestro piso de 60 metros cuadrados, nos hace sentirnos sofisticados, en una mansión bellamente decorada, ante una chimenea encendida y, tratándose de Dean Martin, con una copichuela de algo rico en la mano. En realidad, 'Let It Snow! Let It Snow! Let It Snow!' ni siquiera es una canción navideña, porque no hace referencia a las fiestas y se compuso durante una ola de calor, pero se ha convertido en un clásico mil veces versionado. Dean lo publicó por primera vez en 1959: «Que nieve, que nieve, que nieve...».
Es una canción navideña irresistible (qué diablos, una canción irresistible, sin más) y encima viene aliñada con coro de niños, que es algo que siempre sienta bien en estas fechas. La firma Wizzard, un proyecto de Roy Wood (cofundador de la Electric Light Orchestra) que es recordado sobre todo por este sencillo arrollador y cascabelero de 1973. «Ojalá pudiese ser Navidad todos los días, / cuando los niños empiezan a cantar y la banda empieza a tocar». Nos encontramos ante un raro ejemplo de canción que, mientras suena, consigue que se haga realidad lo que propone.
Pocos grupos hay en el mundo más navideños que Santiago Delgado y los Runaway Lovers, una banda a la que, en cuanto llegan estas fechas, parecen brotarle barbas de Papa Noel, o de rey Melchor, o de Olentzero, que para eso son de Bilbao. Delgado y compañía han acumulado una copiosa producción de canciones navideñas y siempre ofrecen algún concierto temático a últimos de diciembre o principios de enero. Nos quedamos con esta emocionante 'Tú no faltarás', de su disco de 2015 'Quiero ser Santa', con mayúscula.
Vamos de vuelta a los 50 (a 1950, de hecho) con una de las canciones más chispeantes dedicadas a estas fiestas. Unos críos se encuentran un sombrero de seda, se lo colocan a un muñeco de nieve y, ¡prodigio!, el bueno de Frosty se pone a jugar y saltar con ellos. El cowboy Gene Autry, que ya había arrasado con su grabación de 'Rudolph the Red-Nosed Reindeer', repitió éxito con la historia de Frosty (algo así como Helado o Escarchado) y su inevitable desenlace tristón: «Frosty el muñeco de nieve / sabía que el sol calentaba aquel día, / así que dijo: 'Vamos a correr y divertirnos / ahora, antes de que me derrita'».
También la grabaron los Jackson 5, y muy bien, pero la versión de las Ronettes nos permite echar mano a uno de los discos ejemplares en esto de la ambientación navideña con clase, 'A Christmas Gift for You from Phil Spector', con el que el legendario productor felicitó al mundo y engrosó su cuenta corriente allá por 1963. La canción, cuyo original data de principios de los 50, nos presenta el estupor de un niño que pilla a su madre muy cariñosa con Papá Noel. «Qué divertido habría sido / si papá hubiese podido ver / cómo mamá besaba anoche a Santa Claus». Ya se sabe que la letra tiene dos interpretaciones: en una, Papá Noel es un vividor que se regala a sí mismo algunas alegrías; en otra, pues bueno, ya se sabe que a veces todas estas figuras mágicas se parecen mucho a los padres.
La frontera entre un villancico y una simple canción navideña nunca queda del todo clara, pero parece obvio que esta preciosidad que publicaron en 2008 los catalanes Manel encaja perfectamente en la primera categoría: hasta tiene zambomba y, cómo no, coros de niños. La letra está repleta de hallazgos: un rey mago se ha quedado dormido y su camello se tiene que encargar del reparto de regalos, así que el pobrecillo le pregunta a un taxista por la dirección, trepa por los balcones y «se mira en el pesebre y se encuentra atractivo, allá entre el musgo, atravesando un río».
¡Más críos! Augie Ríos, un neoyorquino hijo de emigrantes puertorriqueños, dio el bombazo en 1958 con la tierna y adictiva '¿Dónde está Santa Claus?', que en sus distintas versiones se ha convertido en un curioso clásico intercultural. Al parecer, Augie falleció en las navidades de 2019, con 73 años, pero cada vez que llega diciembre nos lo volvemos a encontrar, perpetuado en aquellos 12 años, mirando nervioso por la ventana y preguntando: «Mamacita, ¿dónde está Santa Claus?».
¿Acaso dudan de la magia de la Navidad? ¿Cómo se atreven, si consigue incluso que el gran cascarrabias Bob Dylan se ponga así de alocado y juguetón? En 2009, unos cuantos años antes de convertirse en nobel de literatura, el egregio cantautor de Minnesota grabó esta versión de una polka navideña publicada por primera vez a principios de los 60. Dylan va planteando sus profundas dudas (¿quién tiene una barba larga y blanca, quién viene en una noche especial, quién lleva botas y traje rojos, quién se ríe haciendo ho-ho-ho?) y el coro le aclara que, sin duda, ese ha de ser Papá Noel. Ah, en determinado momento de la canción, el travieso Bob se dedica a combinar los nombres de los renos con apellidos de presidentes de Estados Unidos.
El tercer álbum de los americanos Big Star es uno de los discos malditos por excelencia de la historia del rock: los músicos que participaron en él ni siquiera pensaban que llegaría a editarse, pero al final salió en 1978 y ha acabado convirtiéndose en un aclamado disco de culto. En él caben desde 'Holocaust', una excelente candidata a canción más triste de la historia, hasta este inesperado 'Jesus Christ', que relata sin rodeos ni ironías el júbilo ante el nacimiento de Jesucristo. Aquí la vamos a escuchar en la desnudísima interpretación de la maqueta. Ah, Surfin' Bichos hicieron una fantástica versión en castellano.
En una recopilación navideña que se precie tiene que aparecer por algún lado el flamenco, uno de los géneros que sienten con más hondura la Navidad, su misterio y su alegría. Y el fascinante villancico 'Los campanilleros', con su tremenda exigencia melódica y emocional, siempre es una buena opción. Aquí tenemos una versión muy especial: el cantaor jerezano Ezequiel Benítez la grabó en 2003 con la letra escrita por su padre, el flamencólogo Alfredo Benítez.
Tracey Thorn, a la que el mundo sigue recordando como el 50% de Everything But The Girl, lanzó en 2012 un álbum entero de canciones relacionadas con la Navidad: se titula 'Tinsel and Lights' (es decir, 'Espumillón y luces', con lo que a la mayoría ya nos ha servido para aprender cómo se dice espumillón en inglés) y en él aparece esta composición original: 'Joy' viene a ser un canto a la Navidad como refugio frente a la enfermedad y a la certeza de que nuestros seres queridos pueden desaparecer pronto. De hecho, empieza con un diagnóstico médico. «Cuando alguien muy querido / te llama con las palabras 'todo está bien' / es lo que quieres oír / pero sabes que puede ser diferente en el nuevo año. / Por eso, por eso / colgamos las luces muy alto. / ¡Alegría!».
¿A que ya están echando de menos ese ambiente retro que parece definir las Navidades de los sueños? Pues vamos a por otra dosis infalible: el trío vocal The Andrews Sisters se trabajó a fondo este género y, de hecho, firmó junto a Bing Crosby una de las versiones más vendedoras del omnipresente 'Jingle Bells'. Pero aquí vamos a tirar por otro de sus caramelos navideños, que curiosamente también va del ruidito que hacen los cascabeles del trineo, en este caso circulando a toda mecha. «Jing, jing-a-ling, jing-a-ling, jing-a-ling, / las campanas hacen bailar a los copos de nieve», entonan las hermanas, reinas del trabalenguas onomatopéyico.
«Marisol nos interpreta ahora, en una nueva faceta de su arte, con su voz grata de niña, estos deliciosos villancicos plenos de ingenuidad, emotividad y sentimiento», anunciaba la carpeta del EP de cuatro temas 'Marisol en Navidad', publicado en 1960. Lo más divertido de 'Mi canción de Navidad', más allá de su trepidante acompañamiento de botella de anís, es la desfachatez con la que combina la vertiente cristiana y solemne de las fiestas con su lado más lúdico y glotón: «Mecachis, qué bueno que sabe el turrón» es el verso al que retorna la letra una y otra vez.
La canción de estas Navidades debería ser 'Fairytale of New York', de The Pogues, una de las grandes aportaciones contemporáneas al género: el recientemente fallecido Shane MacGowan, que canta el tema a medias con Kirsty MacColl y lo compuso junto a su compinche Jem Finer, se merece ese homenaje póstumo. Pero también hay vida más allá de 'Fairytale', aunque sea peor: en 2010 el bueno de Shane se prestó a entonar 'El tamborilero' con The Priests, un trío de atildados curas norirlandeses, y lo cierto es que hace mucha gracia verlos juntos. Ya dijo uno de los padrecitos, Eugene O'Hagan, que la música «construye puentes y nos pone en contacto creativo con improbables compañías». ¡Ah, la diplomacia católica!
También el frikismo ha dado lugar a sus clásicos festivos, y en esa clasificación reina desde hace muchos años 'Christmas in the Stars', el alucinógeno álbum navideño de 'Star Wars', narrado por C-3PO (bueno, por el actor Anthony Daniels), salpicado de soniditos electrónicos de R2-D2 y publicado en 1980. Hay canciones con títulos tan seductores como 'Qué puedes regalarle a un wookiee por Navidad (si ya tiene un peine)', pero la opción de 'R2-D2 We Wish You a Merry Christmas' resulta más o menos inevitable por un detallito tontorrón: aquí el vocalista es un chaval de 17 años que estaba contratado para barrer los estudios de grabación y se llamaba Jon Bongiovi. Fue su primer registro profesional y, bueno, ya se imaginan que en su carrera posterior cambió su apellido a Bon Jovi. ¡Más magia!
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