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Cuando Carlos Díaz, vecino de Ingenio, salió junto con sus perros, entre ellos Canaria, de caza a la zona de Temisas tal día como hoy hace tres años no imaginaba lo que le deparaba el destino. El fuerte viento impedía cazar por la zona por lo que decidió dar un paseo. En un momento dado Canaria volvió con un hueso, un hallazgo que iba a cambiar su vida y la de la familia de Antonio Artiles y Ana María Quesada, el matrimonio de Guanarteme desaparecidos el 6 de marzo de 2012 y que iba a arrojar luz sobre una desaparición había cumplido ya cinco años sin resolver.
«Canaria ha sido como un ángel y Carlos también, en su día nos contó que algo le llevó a él a ese sitio. No hubiese ido por su cuenta, no estaba en sus planes. Algo se confabuló para que él terminara allí, de alguna manera siente que fue enviado al lugar. Estamos muy agradecidos», recuerda Miriam Quesada Artiles, la hija menor del matrimonio de Guanarteme.
En estos tres años desde aquel domingo 20 de agosto de 2017 la familia de Antonio y Ana María han mantenido el contacto con Carlos al que les une, al igual que con Canaria, un vínculo especial. «Creímos que Canaria iba a tener una camada. Nos íbamos a quedar con una cría pero parece ser que al final no resultó. Sí se da en el futuro esperamos poder hacerlo. Se la quedaría mi sobrina porque es una raza de perro que requeriría mucha actividad y mucho espacio. Sería parte de la familia», añade.
El hallazgo aquél domingo en la zona de Temisas empezó a arrojar luz sobre el caso del matrimonio de Guanarteme desaparecido desencadenando una vorágine de hechos que servirían para ir colocando las piezas de un puzzle aún por resolver.
«Cuando encuentran a mis padres se me quedó muy marcado cuando nos pusieron una foto delante para reconocer algún objeto de los recuperados para que la Policía Nacional pudiese acceder al sitio, porque la zona del hallazgo está en territorio de la Guardia Civil y era quien lo investigaba. Nos enseñaron esa foto con las gafas de mi madre y una cadena con una medalla, y las identificamos. Estábamos una hermana, mi sobrina y yo. Cuando salimos del edificio de la Policía me entró la duda de sí las había identificado por las ganas que teníamos de que fuesen ellos y no por que realmente lo fueran. Eso se me quedó marcado. El día que nos confirmaron por teléfono que eran ellos saltábamos y gritábamos, como si nos hubiese tocado la lotería. En cierta manera nos tocó», explica.
Cinco meses después del hallazgo la Policía Nacional detenía al presunto autor del asesinato de Antonio Quesada y Ana María Artiles y supuesto artífice de su desaparición. «Estamos a la espera de que haya algún tipo de evolución pero estamos tranquilos. Mucho más tranquilos que cuando no estaban. Con esperanzas porque esto no está cerrado, ni va a estarlo en principio. Sigue bajo secreto de sumario. Estamos esperanzados de que la verdad se va a saber igual que en su día tenía muchas esperanzas y sabía que mis padres iban a aparecer. Es a lo que me agarro porque no puede ser de otra manera. Es lo que me mantiene a mi en pie. Al fin y al cabo no es un caso cerrado. Eso también te da tener esperanzas», subraya.
El 20 de agosto de 2017 es una de las tantas fechas que Miriam Quesada y su familia no podrán olvidar. Ese día vieron las primeras luces al final del túnel en el que vivían desde el 5 de marzo de 2012. «Hemos tenido mucha suerte, porque no es la misma suerte que han tenido hasta ahora la familia de Yéremi Vargas o de Sara Morales. Ojalá tuvieran otra suerte y los encontrasen. Nosotros hemos tenido mucha suerte», remarca.
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