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Ingrid Ortiz Viera, Luisa del Rosario y Daniel Herrera
Las Palmas de Gran Canaria
Lunes, 19 de mayo 2025
La muerte del joven migrante Abdoulie Bah, de solo 19 años, abatido en un tiroteo este sábado en el Aeropuerto de Gran Canaria por los disparos de la Policía tras amenazar a varias personas con un cuchillo y enfrentarse a los agentes abre muchos interrogantes sobre la atención que reciben los menores migrantes que llegan a las islas en cayuco y la situación en la que quedan después de cumplir los 18 años.
En el caso de este joven gambiano las preguntas se multiplican tras conocer su historia y saber que hasta dos semanas antes del incidente en el aeropuerto su vida era completamente normal. Es más, pese a haber llegado en cayuco seis años antes y haber cumplido los 18 hace apenas un año, había logrado tener un trabajo como mediador cultural en la Casa del Marino, donde ofrecía sus conocimientos en varias lenguas africanas e inglés, y vivía independizado, compartiendo piso con dos compañeros más.
Abdoulie Bah «no era un delincuente. Era un joven con un problema de salud mental», afirma la trabajadora social Susana Socas. Con ella iba a ir este lunes Abdoulie al médico. Hace «una semana o diez días» la avisaron de que lo encontraban raro. El joven, de 19 años recién cumplidos (5 de mayo), era originario de Gambia. Hasta su casero la advirtió. Por eso lo llamó y quedaron en ir al médico. «Empezó a tener un comportamiento extraño. Sus amigos y el casero lo detectaron. Este me dijo que el jueves lo escuchó diciendo cosas incoherentes». Esa semana también tuvo un incidente en San Telmo. «A Abdoulie le pasa algo en la cabeza», le dijeron sus amigos.
Pero hasta ese momento, insiste Socas, Abdoulie era un chico «totalmente integrado, con una vida normalizada. En situación regular»», afirma. Tenía trabajo como mediador cultural y cuidador, para lo cual tuvo que pedir sus antecedentes penales al interactuar con menores. También jugaba al fútbol y, desde que dejó de ser un menor tutelado hace un año, se mantenía por sí mismo compartiendo casa en el barrio de Lomo Blanco, explica Socas, que fue quien le ayudó a tener un hogar.
«La noticia debe ser que un joven tuvo un problema de salud mental», dice Susana Socas, que quiere que la memoria del joven no se vea empañada por lo sucedido en el aeropuerto. Y desmiente que estuviera en alguna ocasión en situación de calle. «No tenía un perfil delictivo. Tenía trabajo, estaba integrado. Seguramente fue un debut en un problema de salud mental y, desgraciadamente, la ayuda no llegó a tiempo», lamenta la trabajadora social.
Sobre si el joven tenía un pasaje a Gambia, Socas reconoce que no lo tiene confirmado. No obstante, explica, no le extrañaría porque ahora son las fiestas de Tabaski, «que son como nuestra Navidad».
Sus amigos están destrozados, añade. Piensan que quizás tendrían que haberse dado cuenta antes. «Están consternados», asegura Susana Socas.
Ahora espera ayudar al hermano de Abdoulie, que vive en Italia, con la repatriación del cuerpo.
Días antes del suceso en el aeropuerto fue detenido cuando caminaba de forma errática por la GC-5 y suponer un peligro para su integridad y los vehículos, ofreciendo resistencia a los agentes que acudieron al lugar. Sus propios compañeros de piso han relatado a Efe que hace dos semanas cambió por completo. «Hablaba solo y decía que lo querían comer», señalan. En la última reunión del centro en el que trabajaba hace unos días se mostró ausente, «muy callado», lo que llamó la atención de sus compañeros.
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