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Abel Caballero, ese alcalde tan carismático empeñado en poner a Vigo en el mapa, se mantiene en sus trece de que su ciudad siga siendo noticia, también en verano. El regidor gallego ya consiguió su hueco para sus afamadas luces navideñas, esas que deslumbran hasta a los tripulantes de la Estación Espacial Internacional. Y ahora, para dar más que hablar, acaba de aprobar una normativa pionera, sorprendente y algo ineficaz. El Ayuntamiento que preside multará con 750 euros por orinar en las playas, tanto en los arenales como dentro del mar.
El asunto ha dado lugar a sesudas reflexiones sobre el impacto ecológico del pis en el Atlántico, que lo hay, pero también a chanzas sobre cómo se controlará y se identificará a los bañistas meones, sobre todo a los que miccionan con la tranquilidad de saberse confortablemente protegidos por la masa acuática. ¿Cómo distinguir si entre brazada y brazada uno va evacuando sus aguas menores? ¿Cómo apreciar si allá en el fondo mientras cuentas al vecino de apartamento lo que has preparado de comer disimulas un chorrito de pipí bajo las olas?.
La ordenanza municipal no explica nada del seguimiento a los infractores, pero ciertamente se antoja difícil cazar 'in fraganti' a alguien haciendo sus necesidades fisiológicas junto a Bob Esponja. Cosa distinta es en las piscinas, donde la leyenda urbana, mil veces desmentida, advierte de un líquido delator de orina que, según las distintas versiones, puede ser rojo, azul o verde. La famosa (y ficticia) mancha sigue teniendo cierto efecto disuasorio, pero en el mar... ¿qué carga probatoria recae sobre el Manneken Pis de turno?
La normativa considera que mear en la playa es una falta leve, pero el revuelo causado ha sido mayúsculo. Hasta el punto de que la noticia ha traspasado fronteras, para regocijo de Caballero, un regidor que da por bueno que se hable de su ciudad por tierra, aire y ahora también por mar. La persecución a los meones se ha ganado titulares en la prensa del vecino Portugal (muchos bañistas lusos frecuentan las playas viguesas de las Rías Baixas), en Francia y Reino Unido. El periódico británico 'The Times' se hacía eco en su sección 'Noticias del Mundo': 'Spanish city of Vigo introduces £645 fine for urinating in the sea' (La ciudad española de Vigo introduce una multa de 645 libras por orinar en el mar). Y los galos 'Le Figaro' y 'Le Parisien', también. 'Sur cette plage espagnole, faire pipi dans l'eau va vous coûter cher' (En esta playa española, orinar en el agua te saldrá caro, titulaba su crónica el periodista Pierre Morell en 'Le Figaro', el diario de tirada nacional más antiguo de Francia, que añadía con sorna que la multa castigaría «a quien ceda a un deseo apremiante en el agua o en la arena».
Como alternativa a desaguar en el mar, la ordenanza ofrece servicios públicos repartidos en los arenales de bandera azul para que los bañistas hagan uso de ellos. Un detalle de caballero.
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