La fiscal pide 18 años de cárcel para un supuesto ‘lover boy’ rumano
La sección de Violencia sobre la Mujer de la Fiscalía Provincial de Las Palmas ha elevado un escrito de acusación contra el rumano G. R. D. y pide que sea condenado a 18 años de cárcel por haber forzado –presuntamente– a dos compatriotas suyas a ejercer la prostitución en Gran Canaria utilizando el engaño del lover boy, es decir, aquel individuo que tiene como misión enamorar a una chica hasta el punto de que renuncie a su vida para estar con él y luego la obliga a ejercer la prostitución.
Hay que recordar que el Juzgado de Violencia sobre la Mujer número 2 de Las Palmas de Gran Canaria procesó a este individuo aplicando el Convenio de Estambul, que contempla como delito todas las formas de violencia contra las mujeres. En este caso, el juzgado tenía competencia para conocer del delito de prostitución coactiva y, como el mismo era el fin para llevar a cabo presuntamente la trata de seres humanos, por conexidad entre ambos, realizó la instrucción de todo el procedimiento.
La fiscal delegada María Luisa Ordóñez de Barraicua entiende que los presuntos hechos cometidos por G. R. D. son constitutivos de dos delitos de trata de seres humanos en concurso medial con otros tantos de prostitución coactiva y otros dos de maltrato habitual, con las circunstancias agravantes de parentesco y por razones de género, por lo que interesa una pena de 18 años en total de prisión y 10.000 euros de indemnización por daños morales a cada una de las víctimas.
Los presuntos hechos.
Según el escrito de acusación, G.R.D. mayor de edad, nacido en Rumanía y con numerosos antecedentes policiales por delitos de amenazas, falsificaciones, prostitución, detención ilegal y lesiones, conoció en su país en 2016 a la denunciante, que en ese año apenas tenía 12 años de edad y en esa época iniciaron una relación de novios, llegando incluso a convivir en el mismo domicilio.
Cuando ella cumplió los 18 años (2012), el mismo le propuso viajar a Barcelona con el único fin, y sin que ella lo supiese, de trasladarse luego a Gran Canaria para forzarla al ejercicio de la prostitución y de beneficiarse de los ingresos que generara dicha actividad, todo ello según la fiscal María Luisa Ordóñez de Barraicua.
Para ello, G. R. D. quiso ganarse la confianza de la joven convirtiéndose en su pareja y así logró que accediese al viaje en coche hasta Barcelona para, tras dos semanas, trasladarse en avión el 12 de abril de 2012 a Gran Canaria con la excusa de que iban a visitar al padre del encausado.
Una vez llegados a la isla y transcurridos varios días, G. R. D. «con la única intención de introducirla» en el ejercicio de la prostitución, la engañó y le dijo que iría a trabajar a un bar de copas en la calle Molino de Viento de la capital grancanaria. Una vez allí, «se vio forzada a ejercer la prostitución», empleando el encausado para ello «el miedo y un control férreo sobre ella», según la fiscal.
Para doblegar su voluntad y lograr su «absoluta sumisión», desarrolló en ella un estado de extrema protección «al vigilarla a través de terceras personas, llamarla de forma constante para conocer los servicios realizados y las cantidades cobradas» que ella debía entregarle, le retiraba su documentación, la atemorizaba «con atentar contra su padre, con prenderle fuego y con atentar contra su familia», además de propinarle palizas y pegarle puñetazos, patadas y golpes en distintas partes del cuerpo», detalla la fiscal. «Es más, con total desprecio a la dignidad e integridad física y moral de su pareja sentimental», insiste, «generó un clima de temor constante en el domicilio familiar, al insultar, degradar y golpear» a la joven.
Como consecuencia todos estos hechos relatados por la Fiscalía, durante el tiempo que estuvo la denunciante con el encausado desarrolló sintomatología propia del trastorno de estrés postraumático, según la acusación.
Mismo modus operandi.
De forma paralela, el encausado siguió presuntamente obrando de la misma manera con otra víctima también rumana a la que engañó usando de nuevo la treta del lover boy. En este caso, G.R.D., sobre el año 2010, conoció en su país de origen a otra chica cuando ella apenas contaba con catorce años de edad.
Repitiendo el supuesto patrón que con la anterior denunciante, en esa época comenzaron una relación de noviazgo, pero ella se marchó a Italia a vivir con su madre, permaneciendo allí durante unos cuatro años. Al regresar la joven a Rumania en junio de 2015, el encausado contactó con ella vía Facebook «con el propósito de conquistarla, iniciar una relación de noviazgo con ella y trasladarla a la isla de Gran Canaria», según el Ministerio Público. Todo ello «con el único y claro propósito de prostituirla, al ser una joven sin red de apoyos y con una historia de desprotección infantil», detalla.
El rumano retomó la relación de noviazgo con la chica y vivieron algún tiempo juntos en Rumania y, al poco tiempo y sin que ésta conociera sus intenciones, «le propuso trasladarse a Gran Canaria, bajo la excusa de tener ambos una vida mejor en dicho lugar».
El acusado adquirió los billetes de avión y juntos volaron el 3 de julio de 2015 desde Rumania hasta Gran Canaria. Al llegar a la isla y tras dos días, el supuesto lover boy «al ganarse su confianza al establecer con ella una relación de pareja, la obligó a ejercer la prostitución, empleando para ello el miedo y un control férreo que ejerció sobre ella para doblegar su voluntad y lograr su absoluta sumisión».
Con el paso del tiempo desarrolló sobre la joven un «estado de indefensión» y, para ello, «contaba los preservativos que ella utilizaba y constantemente la llamaba para conocer los servicios realizados y las cantidades cobradas que debía ella entregar al encausado», como hizo de la misma forma con la otra víctima, según esta parte. Añadió la fiscal que «con total desprecio a la dignidad, integridad física y moral de su pareja sentimental, generó un clima de temor constante en el domicilio familiar, al humillar, faltar al respeto, conminar y agredir físicamente» a esta chica a la que constantemente llamaba «puta», «tonta» y le amenazaba diciéndole «te voy a pegar tan fuerte que vas a estar tan mal que me vas a dar pena», a la vez que «la escupía y pegaba».
Huida.
En agosto de 2016, el encausado huyó a Rumania con motivo de otra investigación policial llevada a cabo también en Gran Canaria por un delito de trata de seres humanos y prostitución coactiva, en la que su pareja declaró como testigo protegido. G.R.D., ya en Rumanía, la convenció para que regresara a su país de origen con él, bajo la promesa de tratarla bien y casarse. De esta forma, logró convencerla para que regresara y dejara su vida en España, para así evitar «que la investigación penal prosiguiese contra él», entiende la Fiscalía.
Cuando ambos ya estaban nuevamente en Rumanía, contrajeron matrimonio el 16 de septiembre de 2015 y ella quedó embarazada, pero su marido la siguió «obligando a ejercer la prostitución», incluso en estado de gestación.
Al nacer el niño de ambos, utilizó al bebé para compelerla a ejercer la prostitución, por lo que la forzó a regresar a España para prostituirse «a lo que ella accedió por miedo a que pudiera hacer daño al niño». Por ese mismo miedo siguió en la capital grancanaria ejerciendo la prostitución y enviaba el dinero «que percibía con los servicios prestados al encausado a través de terceras personas».
Esta víctima también ha desarrollado sintomatología depresiva, crisis de ansiedad y de estrés postraumático tras sufrir esta experiencia.
El acusado se encuentra en prisión provisional desde el 16 de abril de 2019 y será juzgado próximamente por la Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Las Palmas.