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«He tenido empleadores que te niegan hasta un vaso de agua. Trabajaba diez horas al día y ni te dejaban comer», aseguró este jueves Leticia Guevara, una exempleada del hogar hondureña que hoy sale adelante como autónoma. Guevara llegó a Canarias hace 17 años y sus primeros trabajos fueron como trabajadora del hogar. En la gran mayoría de los empleos, dijo, ha estado «en situación irregular» y aunque ha tenido «empleadores excelentes» que se portaron «muy bien» con ella, en otros casos ha vivido «situaciones inhumanas con trabajos desorbitados de horas» especialmente en el cuidado de personas mayores.
Es la situación que ha querido poner de relieve este jueves Cáritas Diocesana de Canarias reivindicando el trabajo de las empleadas del hogar. Ante la sede de Escaleritas de la entidad la técnica del área de Empleo de Cáritas, Elizabeth Herrera denunció la «precariedad» laboral de estas mujeres a pesar de que ya cuentan con una ley que regula su trabajo.
«La ley ha sido un avance importante, un empujón, pero necesitamos un poquito más porque las familias, en muchas ocasiones, no pueden hacer frente al gasto que supone la contratación de una trabajadora del hogar y falta concienciación porque a veces no se las considera como a cualquier otra trabajadora. En muchos casos no se respetan los descansos, los días libres o si está en situación de interna, las zonas privadas o se cree que tienen que trabajar 24 horas al día», dijo Herrera. Pero, además, añadió, como la mayoría de las empleadas del hogar trabajan en la economía sumergida «no podemos constatar ni cuantas hay ni en qué modalidad están trabajando».
Aunque el Día Internacional de las Trabajadoras del Hogar se celebró el pasado 30 de marzo, Cáritas y el grupo de mujeres Trabajadoras del Hogar Maresía quisieron este jueves celebrarlo leyendo un manifiesto en el que se denuncia la invisiblización de estas empleadas. «Son invisibilizadas como trabajadoran, porque su trabajo se desarrolla en el ámbito privado; invisibilizadas como personas migrantes, porque la ley de extranjería las aboca a trabajar en este sector; e invisibilizadas como mujeres, dado que la mayor parte de las personas que se dedican a este sector son mujeres», señala el manifiesto.
Herrera reconoció que hace falta una mayor implicación de las administraciones públicas y en concreto de los servicios de inspección. «Se requiere una mayor supervisión para apoyar a las trabajadoras del hogar. Al ser tarea que se desarrolla en el ámbito privado no hay supervisión», lamentó.
Por la experiencia de Cáritas Diocesana de Canarias con estas trabajadoras la mayor parte de las denuncias se refieren a que no se cumplen los descansos y reivindican que se cumpla con la contratación.
Durante 2023 la entidad, la única que tienen un recurso específico para las empleadas del hogar, atendió a 150 personas de las cuales 65 finalizaron su itinerario de inserción consiguiendo un empleo con contrato 21 de ellas. Para la institución este dato es «un logro sin precedentes» pues antes no existían datos entre la oferta y la demanda por mantenerse en la economía sumergida, indicó la entidad en un comunicado.
Elizabeth Herrera explicó que las trabajadoras del hogar tienen formación y certificado de profesionalidad en el ámbito sociosanitario dado que además de las tareas domesticas también se encargan de los cuidados. Pero falta «concienciación» abundó, para entender que son trabajadoras con derechos. «Este sector se maneja en la economía sumergida. Tengo una necesidad sobrevenida, mi madre se cae y se rompe la cadera, pues si tengo que ir a trabajar necesito a una perso«a que la cuide, pero lo normal es que ni siquiera se plantee que hay que cotizar a la seguridad social», dijo.
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