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Las UCI dejan atrás la saturación y ya ven la luz

Las UCI dejan atrás la saturación y ya ven la luz

En la última semana de marzo, el hospital Severo Ochoa de Leganés se convirtió en la zona cero de la crisis del coronavirus en España. En sus urgencias, con capacidad para 90 personas, esperaban su turno más de 300. Los enfermos llenaban los pasillos, en camas, en sillas de ruedas o en el suelo. Y su Unidad de Cuidados Intensivos (UCI), pese a que había pasado de 10 a 34 plazas, se encontraba desbordada.

Álvaro Soto / Madrid

Jueves, 1 de enero 1970

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Dos semanas después, la UCI del Severo Ochoa continúa al límite, pero estar al límite de su capacidad es casi un alivio cuando los profesionales recuerdan lo que antes tuvieron que vivir. «Sí, se observa una desescalada en este hospital en concreto y yo creo que en todos los hospitales», decía hace unos días José Rivera, portavoz del Severo Ochoa. «A escala hospitalaria, la situación es más estable. Los pacientes en UCI no aumentan tanto y empieza a haber bastantes altas», coincidía Empar Loren, enfermera en el hospital Arnau de Vilanova de Lérida, en declaraciones a AFP.

Las UCI han estado al 200% de su capacidad en algunos hospitales de Madrid, Barcelona, Castilla y León o Castilla-La Mancha, según datos de la Sociedad Española de la Sociedad Española de Medicina Intensiva, Crítica y Unidades Coronarias (Semicyuc), y la falta de material sanitario adecuado ha hecho que estos profesionales se hayan convertido en uno de los grupos con más contagiados.

Sin embargo, las medidas de confinamiento, que han supuesto un descenso en el número de contagios, ha sido el primer eslabón de una cadena que termina en las UCI y que ahora comienza a ofrecer resultados positivos. La presión sobre estas unidades ha caído en toda España, según mostraban los datos del Ministerio de Sanidad hasta hace dos días, fecha en que dejó de publicarlos porque los criterios de las comunidades autónomas a la hora de contabilizarlos eran muy diferentes entre cada una de ellas.

Al 86% en Cataluña

Cataluña, por ejemplo, comienza a ver la luz. Al inicio de la crisis tuvo que triplicar su número de UCI y las que destinó a enfermos de coronavirus, 1.763, están ahora al 86% de su capacidad. «Tenemos controlado el sistema sanitario para conseguir la capacidad suficiente de atender a todas las personas», dijo este jueves la consejera de Salud de la Generalitat, Alba Vergés. También llegan señales positivas de La Rioja, que se ofreció a acoger en sus UCI pacientes de otras comunidades autónomas porque había bajado la presión y este jueves recibió al primero, un soriano.

Pero los expertos avisan de que si se baja la guardia, pronto volverán a verse escenas dramáticas. Castilla y León, cuyas UCI están al 70% de su capacidad, rechaza iniciar una desescalada rápida hacia la vida normal. «Podría tener consecuencias catastróficas», afirma el vicepresidente del Gobierno regional, Francisco Igea.

El hospital de campaña levantado en Ifema, en Madrid, es el mejor termómetro de la lucha de España contra el coronavirus. Aunque la mayoría de sus camas están destinadas a pacientes que no requieren respiradores, en su montaje se preparó una UCI con 24 camas. Ahora esa zona, como el resto del complejo sanitario, comienza a tener plazas libres, y la Comunidad de Madrid prevé que podrá cerrarse «a finales de mayo», aunque no se desmantelarán las instalaciones subterráneas situadas bajo los pabellones 7 y 9 para contar con oxígeno y poder almacenar todos los materiales en Ifema

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