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Retomar la rutina diaria tras unas vacaciones no es fácil, pero este malestar no puede ser calificado como síndrome postvacacional, según explica el decano del Colegio Oficial de la Psicología de Las Palmas, Francisco Javier Sánchez Eizaguirre.
«El síndrome postvacacional no existe como tal. El término síndrome se emplea en el diagnóstico de una enfermedad que cumple una serie de criterios», señala el psicólogo que entiende que el mal llamado síndrome postvacacional se trata de una crisis adaptativa ante una situación de cambio. «Pasar de un periodo en el que hemos estado relajados y despreocupados a retomar una rutina laboral es un cambio que, además, suele ser brusco», comenta el representante de los profesionales de la psicología de Las Palmas.
El cansancio es el principal efecto de esta transición repentina que obliga a volver a acostarse y levantarse temprano para ir a trabajar y romper con los horarios adquiridos en las vacaciones. «Adaptarse al ritmo impuesto, reencontrarse con los compañeros y con los deberes y obligaciones del puesto de trabajo puede generar un desajuste hasta que se vuelva a coger el ritmo rutinario», explica Sánchez Eizaguirre.
Para que este trance sea lo más llevadero posible, el psicólogo recomienda intentar recuperar los horarios y hábitos ligados a las jornadas laborales en los días previos a la reincorporación al trabajo. «Lo mismo les ocurre a los niños cuando vuelven al colegio; necesitan un periodo de adaptación», recuerda el especialista.
En todo caso, este malestar no debería ser el detontante de una depresión o un trastorno de ansiedad. «Cuando eso sucede no es por la vuelta al trabajo, sino porque el trabajador no está a gusto en su puesto de trabajo porque no le motiva lo que hace o porque le resulta estresante. Esa acumulación de carga, a la larga, puede llegar a provocar una depresión o una depresión mayor», puntualiza el psicólogo.
La sensación de cansacio, agotamiento, apatía, trastornos del sueño, irritabilidad, dificultad para concentrarse o tristeza son algunos de los efectos que provoca en ciertas personas la vuelta al trabajo, pero no se puede calificar de patología, sino una «serie de conductas» asociadas a un cambio de rutina, sostiene Sánchez Eizaguirre que asegura que este desajuste termina una vez que se recupere la rutina laboral.
Según un informe de Adecco, el 37% de las personas activas que se incorporarán estos días al trabajo sufrirán estas molestias.
Que esa vuelta al trabajo sea más o menos llevadera depende de cuatro variables: la motivación profesional, la satisfacción y el bienestar en el trabajo, los recursos resilientes de cada uno y que haya facilidades o no para conciliar la vida laboral y la personal, según indica a través de un comunicado Mireia Cabero, profesora colaboradora de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la Universidad Oberta de Cataluña.
El mal llamado síndrome postvacacional, un conjunto de síntomas y emociones negativas que aparece al término de las vacaciones, puede prolongarse hasta quince días, advierten los psicólogos.
Lo normal es que los síntomas que aparecen tras las vacaciones, durante el proceso de adaptación a la rutina laboral, duren dos o tres días, aunque en algunas personas se alarga hasta las dos semanas.
Si la sintomatología dura más, los profesionales aconsejan que se pida ayuda psicológica. «Hay personas que experimentan estos sentimientos de una forma muy intensa, hasta el punto de que se pueden bloquear en el proceso de adaptación», explica la vocal del Colegio Oficial de la Psicología de Madrid Mercedes Bermejo.
El paso del bienestar y la felicidad a un escenario de estrés y exigencia afecta al estado de ánimo y produce un malestar en general no sólo en los adultos, sino también en niños y adolescentes.
En etapas tempranas de la infancia y la adolescencia hay que tener un especial cuidado, en especial cuando están en un «proceso de maduración cerebral o cambios hormonales», ya que estos cambios bruscos pueden crear una sintomatología más severa, sostiene Bermejo.
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