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«Un niño no tiene por qué tener móvil. Los psicólogos lo entienden así. No es un buen regalo para un niño porque impide un buen desarrollo». Con esta contundencia se pronuncia el presidente de la Sociedad Canaria de Pediatría de Las Palmas, Luis Peña, sobre el uso del móvil en la infancia y la adolescencia; una cuestión que estos días está sobre la mesa de la Consejería canaria de Educación que estudia prohibir o limitar el uso de los teléfonos inteligentes entre el alumnado.
Galicia, Castilla-La Mancha y Madrid fueron las primeras comunidades en prohibir el uso personal y recreativo de estos dispositivos en el alumnado de escuelas e institutos. En el resto, incluyendo Canarias, son los centros los que, de forma autónoma, lo regulan. Al igual que en Cataluña, donde la Generalitat ha instado a los centros a limitar el uso de los móviles en el próximo curso. En todo caso, estas normas escolares son difíciles de mantener sin el respaldo de una normativa común de rango superior.
Por ello, en Canarias el debate sobre si restringir o no el uso de los dispositivos en las aulas está vigente. En este sentido, ayer el consejero canario de Educación, Poli Suárez, señaló que, de momento, solo se han tenido conversaciones no oficiales sobre cómo podría gestionarse el uso de los dispositivos en colegios e institutos.
«Lo he comentado con algún centro. Algunos están a favor, otros en contra, con lo cual es un tema que tenemos que empezar a valorar ya contando con la comunidad educativa y también con informes de expertos», indicó Suárez. «Es verdad que es una cuestión que está sobre la mesa pero no hemos entrado en profundidad en el tema. Vamos a escuchar, ver las posibilidades. Hay, como en todo, posiciones a favor y en contra», dijo.
Sin embargo, cuanto más se sabe del efecto que causan los teléfonos inteligentes en el alumnado, más preocupación genera entre educadores, pediatras y, sobre todo, en padres y madres.
«Es el regalo estrella de las comuniones y su introducción a los diez años se ha generalizado», señala Eduardo Valerio, vicepresidente de la Asociación de Pediatría de Atención Primaria (APap) de Canarias, sobre unos aparatos mediante los cuales la población infantil accede a todo tipo de contenidos y a las redes sociales.
«El mayor experto en salud de Estados Unidos no recomienda el móvil en los adolescentes porque daña su salud mental, sobre todo las redes sociales que causan problemas graves y múltiples», comenta el pediatra.
«En la adolescencia, el cerebro no es maduro como para manejar la aceptación o la reprobación. Con muchos 'likes' se vienen arriba y, si en otro comentario no reciben tantos, se vienen muy abajo», asegura Valerio.
Además, según el especialista, el uso de las pantallas provoca déficit de atención, alteraciones del sueño, adicción y predisposición a adquirir enfermedades mentales, sin contar que el móvil es la ventana por la que entran el ciberacoso escolar o sexual.
En el caso de los más pequeños está probado que el uso de pantallas afecta al neurodesarrollo y puede provocar retrasos del lenguaje. «El niño aprende a hablar a través de sus semejantes, escuchando la entonación y viendo el movimiento de los labios, en las pantallas no se adquiere el lenguaje», afirma Valerio que aconseja retardar el acceso al móvil todo lo posible.
En general, el uso de pantallas -tanto de televisores, tablets como teléfonos- está desaconsejado en los menores. La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda no exponer a los menores de dos años a ningún tipo de pantalla. En el caso de los pequeños de entre los 2 y 4 años de edad, se debe limitar un máximo de 60 minutos y de 5 a 17 años, a no más de dos horas.
«Los niños deben estar más estimulados y menos conectados por su desarrollo cerebral y para evitar el sedentarismo», dice Peña.
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