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Sábado, 17 de junio 2023, 23:19
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Operación bikini y dietas milagro son un tándem, casi inseparable, cuando se acerca la época estival. Presumir de figura parece una necesidad que nos lleva a tirar de las mal llamadas dietas milagro: un engaño que puede provocar riesgos para la salud. La doctora Roshni Peswani es dietista y nutricionista de HPS, especializada en patologías digestivas y autoinmunes, cuenta con más de diez años de experiencia y, próximamente, se incorporará al centro médico KALA BY HPS.
Peswani concede una gran importancia a la Oy a la confianza entre médico y paciente. Con ella desgranamos lo importante que es llevar una alimentación sana, hacer deporte y autocuidarse en lugar de recurrir a las dietas express.
–¿Hasta qué punto es aconsejable usar la expresión «Operación Bikini»?
–En realidad, ya es hora de cambiarla por «Operación Cambio de Hábitos», ya que lo ideal sería cuidarnos (alimentación y ejercicio) durante todo el año. Es cierto que a muchas personas les cuesta mantener la constancia y el hecho de saber que se acerca la época de playas y piscinas parece que les sirve de motivación para volver a encauzarse. Lo ideal sería motivarse y centrarse en un objetivo de salud a largo plazo. Se puede decir que aquello que nos sirva para arrancar, ¡está bien!
Y después es importante trabajar la motivación y mantenerla y para eso es necesario poner el foco en otro objetivo como sentirse bien, verse más ágil, con menos inflamación y con la finalidad de prevenir enfermedades. Sí es cierto que se siguen notando picos de mayor afluencia de pacientes en las consultas, siempre después de Navidades, o cuando se acerca el verano o Semana Santa.
Pero es verdad que muchas personas entienden que se trata de un cambio de hábitos y estilo de vida y no de seguir un tipo de dieta con fecha de inicio y fin.
–¿Existen las dietas extremas o dietas milagro?
–Sí. Son dietas que se caracterizan por prometer grandes resultados en un corto plazo de tiempo y con aparentemente muy poco esfuerzo. Suelen ser dietas muy restrictivas e insostenibles a largo plazo. Por ejemplo, perder 15kilos en 3 semanas. No hay una dieta que sea tan rápida, saludable y sostenible a largo plazo. Si buscamos en internet cómo perder peso rápido, aparecerán tropecientas dietas, cada cual más extravagante. Algunas a base de zumos, batidos o barritas sustitutivas o basados en uno o dos ingredientes (dieta de la piña, del limón o de la alcachofa) y otras promovidas por diferentes influencer.
De hecho, muchas de las dietas que se venden con jugos, por ejemplo, se acompañan de un plan de alimentación de 800-1000 kcal. De ahí que se pierda peso, ¡claro! pero no por los jugos que se venden, sino por la dieta tan hipocalórica.
–¿Pueden llegar a ser peligrosas y contraproducentes?
–Son totalmente contraproducentes y está demostrado que, aunque al principio se pueda ver una pérdida de peso rápido, ésta suele ser a base de líquidos, masa muscular y no de grasa, que es lo que deberíamos perseguir. Además de eso, existen múltiples riesgos como los déficit nutricionales: al ser dietas mal balanceadas, como las basadas en un ingrediente, se puede reflejar en el debilitamiento de las uñas o el pelo, sequedad de piel o en el estado de ánimo. Otro de los riesgos son los TCA (trastornos de la conducta alimentaria), ya que son dietas que suelen diferenciar alimentos buenos y malos (o permitidos y prohibidos).
Muchas personas sienten la frustración de no poder seguirlas y, a nivel psicológico, tiene su repercusión. Dos riesgos más son los problemas hepáticos o renales y los hormonales, tanto por déficit nutricionales, como por déficit severo de energía (amenorrea).
–¿Cómo podemos romper con la mentalidad de dieta?
–Hacer un cambio de mentalidad y tratar de poner el foco en mejorar nuestra salud, sentirse bien y tomarse los cambios como un nuevo estilo de vida es la clave. Y sabiendo que es mejor alcanzar nuestros objetivos con flexibilidad, poniéndonos pequeñas metas realistas y alcanzables. De lo contrario, podría ocasionarnos frustración y acabaríamos tirando la toalla.
Hay que empezar analizando los hábitos que nos alejan del objetivo y ver cómo darles una vuelta y aumentar la actividad física (ir caminando al trabajo, subir y bajar escaleras en lugar de usar el ascensor o hacer ejercicios suaves en casa con banda elástica y mancuernas).
–¿Qué hábitos son los más adecuados?
–Lo ideal sería empezar por aquel hábito que nos resulte más fácil o viable y así ir avanzando, poco a poco, con paso firme hasta que se convierta en un hábito, pues un hábito es aquello que ya hacemos de manera automatizada. Recomendamos siempre empezar el cambio uno a uno, de manera progresiva, ya que tratar de hacer todos los cambios de golpe puede ser más frustrante. Por ejemplo, un primer paso podría ser inspeccionar nuestra nevera y despensa y ver qué alimentos o productos restan calidad a nuestra alimentación, como la bollería industrial, refrescos, galletas, bebidas alcohólicas y retirarlos de nuestra casa. Es totalmente normal que en el proceso se produzcan altibajos, pero siempre hay que mirar hacia adelante y plantearse objetivos adaptados a nuestra circunstancia individual y a nuestras posibilidades.
–¿Dónde fallamos más?
–Una de las cosas que cuesta más es la organización, pues con nuestro ritmo de vida actual mucha gente dice no tener tiempo para cocinar o hacer ejercicio. Queremos todo rápido y con poco esfuerzo y solemos tirar mucho de comida rápida precocinada. Es por eso que tratamos de trabajar en la consulta muchas estrategias de planificación, toda vez que improvisar puede traducirse en monotonía o en la no incorporación todos los grupos de alimentación que necesitamos.
No es imprescindible dedicar horas a la cocina para comer bien. Podemos apoyarnos en procesados saludables o cocinar para varios días para ahorrar tiempo.
–¿Cuál es el error más común que cometemos con la alimentación en verano?
–Con el aumento de las temperaturas se aumenta mucho el consumo de helados y bebidas azucaradas y eso, sumado al sedentarismo, es lo que puede alejarnos de nuestro objetivo de salud.
Es recomendable sustituir las bebidas azucaradas por aguas con sabor frutas (fresas, limón, arándanos, naranja o especias tipo menta o canela).
Y en el caso de los helados, conviene tratar de dejarlos para ocasiones especiales y, en el día a día, optar por yogures naturales o fruta de postre.
–¿Recomendación final?
–Empezar poco a poco y con proyección a largo plazo. Apoyarse en profesionales que nos enseñen y ayuden a alcanzar nuestro objetivo: nutricionistas, endocrinos, psicólogos y entrenadores personales nos facilitarán las herramientas adecuadas para cada persona, aunque sabiendo que no a todos nos funciona lo mismo.
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