Actualización sobre la depresión
La frecuente relación bidireccional entre la depresión y la comorbilidad en el adulto mayor, una revisión de las asociaciones más relevantes en la práctica clínica por su elevada incidencia y prevalencia
Dr. René DE LAMAR
Especialista en Geriatría y Gerontología, asesor médico de CANARIAS7. Medalla de Oro de Canarias
Domingo, 25 de mayo 2025, 20:38
La depresión, en todos los grupos de edades, es una de las principales causas de discapacidad, pero en el envejecimiento adquiere especial relevancia y dramatismo.
En el mayor previamente autónomo para las actividades de la vida diaria, la depresión puede generar un riesgo asociado de deterioro funcional superior al 50%
La enfermedad es un claro factor de riesgo para depresión y esta afirmación adquiere mayor importancia por el hecho de que la comorbilidad, en etapas avanzadas de la vida es la regla más que la excepción.
En el caso de las enfermedades crónicas, se ha visto incrementada la prevalencia de depresión, lo que a su vez condiciona que estás enfermedades presentes unos peores curso y pronóstico evolutivo, con mayor necesidad de recursos e intervenciones.
En el paciente mayor con cualquier enfermedad, está claramente demostrado que la depresión añadida tiene una vinculación indisoluble con el declive funcional.
El deterioro funcional se hace especialmente relevante en al paciente mayor ingresado a nivel hospitalario, bien por un proceso médico o de tipo rehabilitador, en el que la depresión tiene un efecto deletéreo intrínseco, y su tratamiento integral puede mejorar el deterioro funcional.
A su vez, la discapacidad funcional, algo frecuente en los mayores supone un claro riesgo para desarrollar depresión, se reconoce que en edades avanzadas, la falta de apoyo social, la soledad y la discapacidad física son factores comunes en los pacientes deprimidos.
Un debate clásico es si la depresión y ansiedad son trastornos distintos o variantes de un mismo proceso, incluso hay autores que describen una tercera categoría, la depresión ansiosa, diferente de las formas puras de ansiedad y depresión.
Lo que está estadísticamente confirmado es la elevada comorbilidad entre ansiedad y trastorno depresivo, probablemente por encima del 80%, siendo este hecho especialmente relevante en el adulto mayor.
En un paciente mayor sin antecedentes previos, la aparición de síntomas de ansiedad intensa sugiere en principio un trastorno depresivo subyacente o el inicio de una demencia en otros casos.
La presencia de ansiedad se ha asociado con mayor tendencia a las recaídas, y se ha señalado como un factor predictivo de resistencia al tratamiento de la depresión.
La depresión es un factor de riesgo de una serie de procesos médicos como la enfermedad cardiovascular, los accidentes cerebrovasculares, caídas e incluso la demencia, que a su vez son un potencial de discapacidad para el adulto mayor.
Depresión y demencia, es conocida la incidencia de depresión en muchos casos con enfermedad de Alzheimer, fundamentalmente en estadios incipientes y medios de la enfermedad, se calcula que hasta un 80% de pacientes con demencia pueden padecer síntomas depresivos.
Esta asociación con depresión podría devenir de la toma de conciencia, por parte del paciente, de los déficits que su incipiente demencia le está ocasionando, y puede influir notablemente la ineficacia o carencia de un soporte social adecuado.
Hoy en día se sugiere que la depresión es un factor de riesgo de padecer enfermedad de Alzheimer y no solamente un síntoma en su evolución.
El inicio de un cuadro de demencia puede ser muy parecido al de una depresión en las personas mayores pudiendo compartir síntomas similares, como la dificultad para concentrarse, el deterioro funcional o incluso errores en las pruebas de evaluación cognitiva, pero diferenciar entre ambos es fundamental principalmente porque el tratamiento es diferente.
Enfermedad de Parkinson y depresión, la depresión puede ser la manifestación de inicio de la enfermedad hasta en el 30% de casos, antes que los síntomas motores en lo que la edad de comienzo precoz parecer ser el factor de riesgo más importante. Es conocida la influencia negativa que la depresión conlleva sobre las capacidades cognitivas en los pacientes con Parkinson, agravando las alteraciones de memoria y del lenguaje características de esta enfermedad.
Patología vascular y depresión, esta se ha visto asociada a factores de riesgo vascular como la diabetes, hipertensión arterial, enfermedad coronaria y cerebro vascular en diferentes estudios.
La depresión mayor es tres veces más frecuente en pacientes que padecen un infarto de miocardio, comparado con los que no tienen este diagnóstico.
Por otra parte, la presencia de sintomatología depresiva predice una mayor incidencia de enfermedad coronaria.
Con respecto a la enfermedad cerebro vascular, su relación con depresión es muy frecuente tanto en las fases aguda y subaguda, como en la recuperación.
Además, la depresión es el factor de riesgo que acumula mayor evidencia en el desarrollo de enfermedad cerebro-vascular, un paciente con depresión tiene de 2 a 4 veces más posibilidad de parecer un accidente cerebro-vascular.
Múltiples estudios han encontrado relación entre infartos cerebrales silentes y desarrollo de enfermedad depresiva, la conocida depresión vascular.
Médicos de atención primaria y otras especialidades se actualizan en el abordaje de la depresión en personas mayores
La depresión en el anciano fue el eje central de un encuentro celebrado esta semana en Las Palmas de Gran Canaria, en el que profesionales de medicina de familia, cardiología, neurología y geriatría reflexionaron sobre el abordaje actual de este problema de salud cada vez más frecuente y complejo.
El Dr. Miguel Florido, especialista en Medicina Familiar y Comunitaria con amplia experiencia en atención primaria, fue uno de los ponentes del acto. En su intervención, ofreció un recorrido por los aspectos más relevantes del tratamiento farmacológico de la Depresión Mayor en el anciano, destacando la necesidad de un enfoque personalizado y cuidadoso, dada la complejidad de este perfil de pacientes.
«La depresión en personas mayores no es solo una tristeza pasajera ni una consecuencia normal del envejecimiento», explicó el Dr. Florido. «Se trata de una enfermedad con impacto real en la salud física, mental y funcional del paciente. No tratarla o hacerlo tarde puede afectar gravemente su memoria y capacidades mentales, que inevitablemente coartan su autonomía y calidad de vida».
Durante la charla se insistió en que la depresión en el anciano es muy frecuente, pero a menudo pasa desapercibida o se confunde con deterioro cognitivo o apatía. Sin embargo, cuando no se aborda adecuadamente, puede empeorar otras enfermedades crónicas, aumentar el riesgo de caídas, hospitalizaciones e incluso acelerar la pérdida de independencia.
El Dr. Florido hizo hincapié en la importancia de elegir el tratamiento adecuado desde el inicio: «No todos los antidepresivos son iguales ni tienen el mismo efecto en personas mayores. Hay que valorar su tolerancia, las posibles interacciones con otros medicamentos, y sobre todo, buscar que el tratamiento no solo mejore el ánimo, sino también la función cognitiva y la capacidad para desenvolverse en el día a día».
Entre los aspectos más novedosos, se destacó el papel de fármacos como la vortioxetina, una molécula moderna que, además de aliviar los síntomas depresivos, ha demostrado beneficios en el ámbito cognitivo. «Iniciar el tratamiento correcto a tiempo puede marcar la diferencia entre un anciano que pierde su independencia y uno que la mantiene», concluyó el Dr. Florido.
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