La ciencia busca los secretos de la longevidad en la catalana que vivió 117 años
Una «fascinante dualidad de vejez y de edad biológica inferior a la cronológica» favorecieron la larga vida de Maria Branyas
Un equipo de investigadores del Instituto Josep Carreras ha publicado el análisis más exhaustivo realizado hasta ahora sobre una persona supercentenaria: María Branyas, la catalana ... que alcanzó los 117 años y fue considerada la persona más longeva del mundo hasta su fallecimiento el año pasado. Esta investigación, publicada en la prestigiosa revista 'Cell Reports Medicine', arroja luz sobre los factores biológicos y moleculares que permitieron a Branyas vivir una vida excepcionalmente larga y saludable.
El trabajo, liderado por Manel Esteller, jefe del grupo de Epigenética del Cáncer en el Instituto Josep Carreras, no solo ofrece una visión sin precedentes sobre el envejecimiento, sino que también plantea nuevas preguntas sobre cómo abordar este proceso como si fuera una enfermedad tratable.
Durante los últimos dos siglos, la esperanza de vida humana ha experimentado un aumento constante gracias a los avances médicos, mejoras en la higiene y el acceso a una mejor nutrición. Sin embargo, estudios recientes indican que este progreso se ha estancado en los países desarrollados. Se ha alcanzado un límite en el que los avances sanitarios ya no logran extender significativamente la longevidad. En este contexto, el envejecimiento en sí mismo, más que las enfermedades específicas, ha resultado ser la verdadera barrera para prolongar la vida humana.
El envejecimiento es un proceso biológico complejo que afecta a todos los sistemas del cuerpo. Aunque está asociado a enfermedades como el cáncer, las patologías cardiovasculares o las neurodegenerativas, sigue siendo un fenómeno poco comprendido. ¿Es posible tratarlo como si fuera una enfermedad? Esta pregunta es el núcleo del estudio del Instituto Josep Carreras. El equipo dirigido por Esteller empleó un enfoque novedoso para analizar muestras biológicas de Maria Branyas, obtenidas mediante técnicas mínimamente invasivas.
Este abordaje combinó tecnologías avanzadas de genómica, proteómica, epigenómica, metabolómica y microbiómica, lo que permitió obtener una imagen detallada del estado molecular y celular de una persona que vivió más de 117 años. El estudio reveló una «dualidad fascinante» en el perfil biológico de Branyas.
Mientras se observaron señales «inequívocas» de vejez –como telómeros (los extremos de los cromosomas) muy cortos, un sistema inmunitario proinflamatorio y una población envejecida de linfocitos-B–, Branyas también contaba con características genéticas asociadas a la neuro y cardioprotección, bajos niveles inflamatorios 'de facto', un microbioma dominado por bifidobacterias beneficiosas y una edad biológica inferior a la cronológica.
Ausencia de patologías
La ausencia de patologías graves convierte este estudio en «el primer caso en el que es posible distinguir entre envejecimiento y enfermedad de forma clara», ofreciendo una visión amplia de los efectos del envejecimiento sobre el cuerpo.
Aunque es «prematuro» relacionar características biológicas con hábitos particulares, los investigadores apuntan que una alimentación saludable, una red de contactos estimulantes y diversos y la ausencia de hábitos tóxicos son elementos a tener en cuenta a la hora de explicar la inusual longevidad de Branyas.
Además, dado que el envejecimiento del sistema sanguíneo se asocia estrechamente con una mayor incidencia de cánceres hematológicos incurables, como la leucemia y los síndromes mielodisplásicos, los resultados del estudio podrían ofrecer «pistas valiosas» en la comprensión de estas enfermedades.
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