Aprender lo máximo para curar con lo mínimo: «Los gestos son los mismos, nos falta material y personal»
El reto de reducir la mortalidad | Profesionales de enfermería de Gambia, Senegal y Mauritania se inician en cuidados en UCI en la ULPGC y los hospitales grancanarios
Ndeye Khoudia Faye, Madina Diallo, Cheikh Abdellahi y El Hassan Diarra viven días intensos en Gran Canaria. Desde primera hora de la mañana acompañan a los equipos de enfermería en las unidades de cuidados intensivos del hospital Insular y del Doctor Negrín. Por la tarde, asisten a clases en la Facultad de Ciencias de la Salud. Su propósito: aprovechar al máximo este mes de formación para aplicar sus nuevos conocimientos en sus países de origen, Senegal y Mauritania, en hospitales donde hoy no existen estas unidades ni formación especializada para atender a pacientes graves.
Confiesan que lo que están viendo allí -equipos bien coordinados, protocolos consolidados, recursos técnicos y material quirúrgico- les parece magnífico.
«Lo mejor es que observen y aprendan en un lugar con recursos, y que, cuando vuelvan a sus hospitales, puedan pedir esos mínimos que no pueden faltar», explica Fina Ramal, profesora titular de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria en el departamento de Enfermería de la Facultad de Ciencias de la Salud, que lleva cinco años formando a personal sanitario de estos países.
«Los gestos son los mismos, pero nos falta material y personal», cuenta Ndeye Khoudia, matrona del Hospital Militar de Ouakam, en Dakar, al igual que su compañera Madina Diallo. Ellas acuden por la mañana a la maternidad y al paritorio del hospital Materno Infantil. «Están aprendiendo de nuestras matronas cómo resolver las situaciones más complejas», partos difíciles que requieren intervención quirúrgica, explica Ramal sobre unas complicaciones que, con más frecuencia de la deseable, cuestan la vida de la madre.
La profesora destaca que Senegal ha reducido mucho la mortalidad materno-infantil, pero aún sigue siendo alta debido al escaso seguimiento prenatal durante el embarazo. De hecho, las primeras consultas suelen realizarse muy tarde: «en la semana 37 de gestación», apunta Faye. Algunas pacientes son atendidas por primera vez cuando llegan al paritorio.
Esto se explica también porque la atención sanitaria en Senegal y en Mauritania es de pago. «No hay ningún hospital público gratuito. Se paga», indica Faye. Las personas sin recursos recurren a la asistencia social, donde no hay seguimiento de sus dolencias.
El reto de Gambia
La peor situación es la de Gambia. Dos alumnas de este país se incorporarán en breve al curso de cuidados intensivos. No han podido viajar a Gran Canaria por problemas con sus visados. «Es toda una odisea conseguirlos», lamenta Ramal.
En Gambia, la mortalidad materna se estima en 458 muertes por cada 100.000 nacidos vivos.
Además, en estos países la natalidad es muy alta. Solo en el hospital de Dakar donde trabajan Faye y Diallo se atienden cerca de 3.000 partos al año con medios y personal mínimos. «Donde aquí hay diez matronas, allí hay tres», señala la profesora.
Presión asistencial y docente
Más difícil aún es la situación de Cheikh Abdellahi, profesor de la escuela de enfermería de Néma, una población del sudeste de Mauritania, en pleno desierto, cerca del campo de refugiados de M'bera y de la frontera con Malí, afectada por la violencia de grupos armados.
En su escuela hay tres enfermeros con formación docente. El resto del profesorado son seis voluntarios que transmiten su experiencia práctica como buenamente pueden a unos 450 alumnos, con alrededor de 150 en cada nivel.
A El Hassan Diarra, probablemente, no le queden fuerzas ni tiempo para dedicarse a la docencia. Trabaja en el hospital de Nèma en la unidad de reanimación, lo más parecido a una UCI. El 80% de los pacientes que ingresan allí lo hacen tras una cirugía. El resto llega por traumatismos, patologías que requieren intervención urgente, como apendicitis, o por heridas de ataques armados.
Le pedimos que imagine una lista con todo lo que necesita su hospital. «Es enorme. Necesitamos material de laboratorio, clínico y quirúrgico estéril, y también formación», señala.
Sin recursos esenciales en una UCI
Su unidad de reanimación presenta grandes carencias. Afirma que en el hospital disponen de un aparato para monitorizar constantes vitales por cada cinco pacientes. «Solo lo usas cuando tomas las constantes; no puedes monitorizar permanentemente porque lo necesita otro paciente», lamenta.
Ramal les enseña cómo mover a un enfermo para asearlo y cambiar las sábanas. Los mauritanos se miran perplejos. En su hospital tienen sábanas, pero no tantas como para renovarlas a diario. Cuando se retiran, dicen, hay que esperar a que estén limpias para reponerlas.
El asunto de las sábanas ha sido el caballo de batalla de una de las enfermeras que participó en otra edición de esta formación, promovida por la Dirección General de Relaciones con África del Gobierno canario, con la colaboración del Instituto Tecnológico de Canarias, la ULPGC y los hospitales grancanarios. «Hizo una colecta en su hospital de Nuakchot, en Mauritania, para comprar sábanas y cambiarlas todos los días en la unidad de cirugía», dice orgullosa Ramal, que sigue desde la distancia los progresos de sus alumnos africanos.