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El doctor Enrique Baca, fotografiado en la Fundación Jiménez Díaz, en Madrid. josé ramón ladra
«A los ancianos, el encierro les ha lastrado un futuro que para ellos es muy corto»

«A los ancianos, el encierro les ha lastrado un futuro que para ellos es muy corto»

Enrique Baca | Psiquiatra ·

Alerta sobre la necesidad de cuidar la salud mental, también deteriorada por la pandemia, y advierte de que aún queda mucho camino por recorrer para la aceptación social de algunas enfermedades

Sábado, 29 de enero 2022

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Enrique Baca estudió Medicina en la Universidad Autónoma de Madrid y se doctoró en la de Alcalá de Henares. Ha sido investigador y profesor en la Universidad de Columbia-Nueva York y en la actualidad imparte clases en el mismo centro en el que hizo la carrera. En cuanto al ejercicio profesional, Baca -hijo de otro prestigioso psiquiatra de igual nombre- es jefe del Departamento de Psiquiatría de la Fundación Jiménez Díaz. Ha dirigido más de 40 tesis doctorales y tiene en su haber cerca de 250 publicaciones. Es uno de las mayores especialistas españoles en el campo de la salud mental y el suicidio y su prevención es uno de sus ámbitos de trabajo. En esta entrevista se extiende sobre la importancia de cuidar la salud mental. «Una de cada cuatro o cinco personas padecerá un problema grave de ese tipo a lo largo de su vida», advierte.

- Los daños de la pandemia en cuanto a las muertes y el deterioro de la economía han sido más o menos cuantificados. ¿Cómo ha afectado a la salud mental?

- Creo que lo ha hecho de manera muy diferente según las personas y los momentos. Diríamos que ha habido de todo y para todos. Al principio, hubo pánico porque el mundo que creíamos seguro dejó de serlo. A muchos sectores profesionales -sanitarios, emergencias, policías, pero también empleados de supermercados, por ejemplo- se les pidió un sobreesfuerzo y eso generó estrés y agotamiento.

- Y tras una ola llegaba otra.

- Así fue. Hasta la llegada de la vacuna, crecieron mucho el miedo y el estrés, y los mayores eran quienes más lo sufrían porque eran los de mayor riesgo. Además padecieron aislamiento y vieron cómo sus rutinas se limitaban, lo mismo que el contacto social.

- ¿Se puede hablar también de epidemia en este campo?

- No hablaría de epidemia, pero muchas personas que padecen problemas de salud mental han llegado al límite porque ha habido que adaptar todo el sistema montado para tratarlas. A veces no hemos podido dar el servicio preciso por imposibilidad real. Pensemos que una de cada cuatro o cinco personas que van a las consultas de atención primaria presentan problemas que tienen que ver con la salud mental.

- Hay indicios de un crecimiento importante del número de suicidios, en especial entre los jóvenes. ¿Se debe también a la pandemia?

- Soy muy prudente en eso. El sistema de notificación de suicidios ha ido cambiando en los últimos años y eso dificulta la interpretación de los datos. En algunos sitios, como Madrid y Barcelona, había una clara infranotificación de suicidios. Es cierto que han aumentado pero no sé si tiene alguna relación con la pandemia. En EE UU, por ejemplo, el número de suicidios ha bajado en estos meses. En los servicios de Urgencias estamos viendo que hay más casos de personas muy jóvenes, a veces con conductas autoagresivas. Pero no veo claro que la causa sea el Covid.

Niños y ancianos

- Durante muchos meses, los niños no pudieron jugar con sus amigos y los ancianos temieron por sus vidas y llevan dos navidades sin celebrarlas con los suyos. Y puede que no les queden muchas más. ¿A quién ha perjudicado más la pandemia?

- Los más afectados son quienes están en las edades extremas, como me apunta. A unos se les ha encerrado y se les ha lastrado un futuro que para ellos ya es muy corto. De lo que les queda, les hemos quitado mucho. Los hemos sometido a aislamiento y eso es muy serio para un ser humano. A los niños les hemos restado contacto con sus iguales y también se ha alterado el sistema educativo.

- Ellos sí tienen una larga vida por delante.

- Sin duda, pero las cosas que no se hacen a su debido tiempo cuesta mucho recuperarlas. Y no sabemos el efecto de la inmersión digital a la que les hemos sometido. Nos quejábamos del tiempo que pasaban enganchados a una máquina y ahora los hemos obligado a hacerlo. El efecto de todo eso no lo veremos de forma inmediata.

- Por hablar de los niños, ¿están sobreprotegidos? Han tenido que enfrentarse a la muerte, cuando les habíamos privado de los cuentos clásicos en los que sí se trataba, con el argumento de que así no sufren.

- No creo que eso sea tan importante. Sí lo es que hayan tenido contacto con sus abuelos. Y el asunto de la muerte y el duelo ha afectado a niños y adultos. El duelo es un proceso complicado. Cuando se suspendieron los servicios funerarios, vimos en las consultas como las 4-6 semanas de un duelo normal se prolongaban mucho porque no se había dado una despedida real de quienes morían. Fue todo muy cruel.

- ¿Es bueno que los niños aprendan pronto que la vida tiene momentos felices y desdichados, amores y desamores, fortuna y desgracia?

- Los niños de hoy tienen mucha protección, muchas oportunidades y mucha exigencia. Antes todo era ir al cole y jugar al aire libre. Ahora tienen extraescolares con reglas de adultos y supervisión. Les exigimos y al tiempo les protegemos mucho, y eso dificulta la maduración.

- En sociedades como la estadounidense está muy normalizado acudir a un especialista cuando alguien tiene un problema de salud mental. ¿Ha ayudado la pandemia a normalizar eso también aquí?

- Sí, y es bueno además que esté en el discurso político. Pero al tiempo también aumenta la demanda de ayuda y a veces las expectativas sobre lo que se puede hacer son excesivas. Lo importante es que cuando alguien necesita ayuda no se sienta señalado por acudir a un especialista.

- Y ahora sucede, se piensa que quien acude a un psiquiatra es porque padece esquizofrenia, o está inadaptado para la vida cotidiana o ha intentado suicidarse...

- Es como si padeciera algo vergonzoso que puede causar malestar a quienes lo rodean. Como si fueran débiles, gente rara o que se busca los problemas. Podemos padecer por nuestra fisiología en el cuerpo y en la mente y, con ayuda de especialistas, mejorar en ambos campos. Es de agradecer que hoy estemos reflexionando sobre todo eso porque una de cada cuatro o cinco personas padecerá un problema de salud mental grave a lo largo de su vida.

Chequeos mentales

- La mayor parte de la gente se hace chequeos periódicos para comprobar su estado físico. ¿Sería bueno hacer algo así con el estado mental?

- Sería bueno tener la posibilidad de ver cómo nos encontramos. Ahora es sencillo hacerlo. Nosotros estamos poniendo herramientas para detectar si hay un malestar psíquico, y es algo que se está introduciendo ya en los servicios de prevención de riesgos laborales.

- Algunas enfermedades como el sida han perdido el carácter de estigma que tuvieron. ¿Está sucediendo lo mismo en salud mental?

- Nos queda mucho camino por recorrer en ese ámbito. Todo el mundo, aunque no conozca a nadie que lo haya sufrido, entiende lo que es un infarto, por ejemplo, pero es mucho más difícil que comprenda una depresión o la autolesión de un niño.

- ¿Qué enfermedades mentales tienen la peor consideración en términos sociales?

- La depresión se entiende mal. Se piensa que es tristeza, y es mucho más. La ansiedad se suele entender mejor pero resulta difícil ponerse en el lugar de quien la padece. Los problemas de drogas, de adicciones en general, siguen siendo un gran tabú. O no se les tiene respeto o se consideran propios de personas que han perdido el control. En el caso de las psicosis, la gente no puede hacerse cargo de lo que sufren quienes las padecen. La salud mental es algo mucho más complejo que 'tengo un problema y voy al psicólogo'.

- La alarma social se enciende cuando alguien dice que va al psiquiatra.

- Ahí está la barrera, en el salto entre ir al psicólogo o ir al psiquiatra. Si va a este último, las cosas ya no se consideran normales. Pero los especialistas no tenemos tan clara esa distinción, frente a lo que piensan quienes hablan del psicólogo y más bien se refieren a especialistas en 'coaching'. Esa confusión es importante.

- ¿El estilo de vida mediterráneo, de estar en la calle, compartir las horas con familia, amigos y compañeros, protege nuestra salud mental más que otros estilos mucho menos sociales, o eso es un tópico?

- Hay enfermedades mentales graves con prevalencia similar en todas las culturas. Nuestro estilo de vida está más relacionado con el bienestar. Las personas que salen, charlan en la calle, reciben más luz solar, tienen más sensación de bienestar. Por eso la salud y la esperanza de vida son mejores en general en el Mediterráneo que en el norte de Europa. Es algo que guarda relación también con la organización social y el papel de la familia. Las sociedades meridionales son más solidarias. Por eso a nosotros nos costó más encerrarnos en casa cuando llegó la pandemia. Piense que aquí salimos aunque llegue 'Filomena' y haya medio metro de nieve.

Recetas para el bienestar

- Todos sabemos que una alimentación equilibrada y hacer ejercicio mejoran la salud física. ¿Hay alguna receta para mejorar la mental?

- Eso mejora no solo la salud sino el bienestar general. Hábitos regulares de comida, dieta mediterránea, ejercicio físico al aire (no hablo de castigarse en un gimnasio), estar con otras personas, tener una cierta ocupación mental, más lectura y menos televisión, hablar con la gente y contarse cosas contribuyen al bienestar y son sencillas de realizar. Ir caminando al trabajo, hablar con los compañeros, estar con la familia, relacionarse, en definitiva. Esa es la mejor receta.

- Saldremos de la pandemia mejores y más fuertes, nos dijeron muchas veces. ¿Pero lo haremos con una mejor salud mental?

- Creo que eso es algo que se dice siempre para dar ánimos. Pero no creo que se vayan a producir cambios a mejor en ese campo. Ni que haya servido para reflexionar sobre las causas de lo sucedido y plantearnos qué hacer para que no se repita. En realidad, parece que todos esperamos que acabe para volver a hacer lo mismo que antes. ¿Saldremos mejores como sociedad? No tengo respuesta para esa pregunta.

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