Robos cada vez más violentos por el 'mataleón' y el uso de pistolas

Tradicionalmente, estas piezas de joyería eran sustraídas mediante distintas formas de distracción. Los clásicos. Probablemente el más conocido es el hurto cariñoso, donde una mujer aborda a su víctima por la calle, la abraza con cualquier excusa, incluso se le insinúa sexualmente, y aprovecha el desconcierto o el flirteo para birlarle el reloj.

Otro de los métodos más conocidos es el 'ronaldinho', protagonizado por chavales jóvenes que hacen regates y filigranas con un balón para distraer a su objetivo y arrebatarle la pieza que lleva en la muñeca. Hay múltiples variantes, pero todas con una misma finalidad: provocar que la víctima pierda de vista su reloj. Cuando se percate del robo, ellos ya estarán muy lejos.

La única modalidad que podía ser más agresiva es el tirón desde una moto de las 'paranzas' napolitanas, también empleado por algunos grupos sudamericanos que han copiado el método. «Suele ser un tirón limpio, no hay una violencia extrema», comenta la inspectora Marta García, que está al frente del 'Grupo Rolex' en la comisaría de Marbella.

Sin embargo, los agentes de la Policía Nacional aprecian un incremento del uso de la violencia o la intimidación con armas en los robos de relojes de lujo. El 'mataleón' aparece con más frecuencia en las denuncias investigadas por la policía en aquellos casos en los que la víctima ofrece resistencia al robo.

Pero, además, han detectado bandas integradas por individuos de origen venezolano que utilizan el método del 'motochorro', que es como se conoce en el argot caraqueño a esta modalidad delictiva. «El método es muy similar al de las 'paranzas'», explica el inspector jefe Francisco Barba, que manda la Sección de Robos de la UDEV-Central de la policía.

La única diferencia respecto a la técnica del tirón desde una scooter frecuentada por los clanes napolitanos es que en el 'motochorro' sí se utilizan armas de fuego para intimidar a las víctimas. «No sabemos si reales o no», apostilla Barba. No obstante, en alguna persecución en Madrid, los disparos eran de verdad.