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Paseo de la playa de Lass Canteras. juan Carlos Alonso
El milagro canario contra el virus

El milagro canario contra el virus

El 31 de enero de este año, el presidente de Canarias, Ángel Víctor Torres, telefoneó a Pedro Sánchez y le comunicó el primer caso positivo de contagio por el coronavirus covid-19 en España. Fue en la isla de La Gomera y la noticia dio la vuelta al país.

Colpisa/francisco suárez álamo

Santa Cruz de Tenerife

Martes, 3 de noviembre 2020, 09:07

El 25 de febrero, otra llamada alertaba de contagios en el hotel de la cadena H-10 en Adeje, lo que derivó en el primer confinamiento parcial en España: nada menos que un millar de personas entre turistas y personal del establecimiento. Ocho meses después, las tornas han cambiado por completo y Canarias fue la excepción en el decreto de estado de alarma en vigor, al ser la única en la que no se aplicó el toque de queda. Y mientras casi toda la península aprende a vivir con cierres perimetrales autonómicos, el archipiélago canario sale de las listas europeas de vetos al tránsito y acaba de estrenar una normativa excepcional para garantizar corredores seguros aéreos.

     El Gobierno de Canarias se resiste a hablar de un 'milagro'. «Canarias tomó medidas drásticas», recuerda el presidente Torres (PSOE), «cuando los niveles de contagio eran bajos pero estaban aumentando. Ahora recogemos los frutos. Hemos combinado las medidas sanitarias con campañas duras de comunicación y sensibilización a la población».

     De hecho, fue de las primeras autonomías en poner en circulación mensajes públicos en formato audiovisual especialmente contundentes, como el anuncio en el que una fiesta entre jóvenes sin distancia social ni mascarillas terminaba con pacientes en una UCI hospitalaria, con una crudeza similar a la de campañas de Tráfico.

     El recorrido temporal ayuda a explicar lo ocurrido. Así, el 6 de agosto Canarias registraba una incidencia acumulada (IA) en siete días de 5,53, un dato muy bajo, pero las previsiones de los expertos sanitarios apuntaban a una explosión de contagios, pues la llamada 'nueva normalidad' se estaba interpretando como que el virus había desaparecido. El 13 de agosto se registraba ya un IA a siete días de 21,5. Ante ese aumento progresivo, el Consejo de Gobierno de Canarias adoptó el citado día medidas restrictivas que entonces resultaron controvertidas pero que luego se generalizaron en otras autonomías. Además del uso obligatorio de la mascarilla, se clausura por completo el ocio nocturno; se obligó a la restauración a cerrar en la medianoche; las reuniones se limitaron a diez personas; y solo se podía fumar si había dos metros de distancia.

     Canarias, por la incidencia mayor en las islas más pobladas, llegó a superar los 100 casos por cada 100.000 habitantes durante la segunda quincena de agosto. La respuesta fue inmediata en un mes de agosto que tuvo, en lo político, muy poco de vacacional. El Gobierno se reunió en Consejo en ese periodo en cinco ocasiones y en el orden del día de cada sesión estuvo la aprobación de medidas más restrictivas. También se celebró una Junta de Seguridad para reforzar la coordinación entre las diferentes fuerzas policiales. Se puso el foco en las playas y en los botellones, para garantizar la distancia social y el cumplimiento de las diferentes medidas que se iban aplicando. En esa línea, el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria llegó a precintar un tramo de la playa de Las Canteras, precisamente el espacio frecuentado por adolescentes y jóvenes como lugar de cita.

     Gracias a las medidas adoptadas, desde agosto hasta hoy se ha reducido la incidencia acumulada a más de la mitad. La IA en los últimos siete días en Canarias está en 32 contagios por cada 100.000 habitantes

Doble objetivo

    El objetivo de esa estrategia era doble: en lo sanitario, controlar los contagios, y en lo económico llegar a la temporada alta turística (otoño e invierno) con indicadores de casos que permitiesen recuperar la confianza de los países emisores -básicamente el Reino Unido, Alemania y Escandinavia-. La pasada semana ya se consiguió que Canarias saliera de la lista de destinos a los que no se aconsejaba viajar o a los que se imponía una cuarentena a los turistas al retornar a sus lugares de origen.

     Pero quedaba una pieza en el puzle: ¿Cómo blindarse en las islas para asegurar que el retorno del turismo no fuera una fuente de contagios? Ante la falta de un protocolo común en la Unión Europea, la respuesta fue un decreto autonómico que fija, entre otras cuestiones, que los turistas han de acreditar que cuentan con un test hecho en las 72 horas previas que certifique que no están contagiados. En caso de no tenerlo, deberán hacerse la prueba inmediatamente, con el añadido de que los residentes canarios que acudan de vacaciones a un complejo hotelero deben presentar una declaración de que en los últimos quince días no han viajado fuera de las islas. Los empresarios aplauden la fórmula; los turoperadores incrementaron sobre la marcha la oferta de plazas y los aviones con turistas han vuelto. Ahora está por ver con cuántos viajeros a bordo habida cuenta del confinamiento masivo en Europa.

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