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Los diez enemigos del amor

Los diez enemigos del amor

Reconocerse en estos errores de pareja y en sus frases tópicas puede ser un signo de que la relación flojea

Solange Vázquez

Jueves, 1 de enero 1970

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En los libros de poesía el amor es algo perfecto, sin muescas, que se construye solo. Bello, espontáneo, nos hace trascender. Es algo en lo que no tenemos que ‘trabajar’. Pero, a veces, la vida real difiere mucho de la poesía. Para que un amor funcione no basta con quererse. Hay que cuidarlo, sobre todo pasado el arrebato de los primeros momentos, que lo hace todo muy fácil. Y, cuando empiecen a abrirse fisuras –que aparecerán–, es necesario ponerles solución si queremos tener una relación sana con la pareja y no terminar recogiendo del suelo los pedacitos de nuestro corazón roto. ¡Luego cuesta mucho pegarlo de nuevo!

Las relaciones duraderas requieren esfuerzo, interés y estrategia (no suena muy romántico, pero suele ser así). Porque, como dice un verso del poeta mexicano Jaime Sabines, «el amor es la prórroga perpetua / siempre el paso siguiente, el otro, el otro». Vaya, quizá la poesía sí sepa algo sobre el tortuoso camino de este sentimiento tan sencillo y tan complejo.

Mónica Dosil, psicóloga de Doctoralia y experta en terapia de pareja, nos indica algunos de los problemas que llenan su consulta de gente que quiere salvar el amor. He aquí su decálogo sobre los principales ‘enemigos’ de las relaciones, que normalmente van acompañados de estas frases típicas que deberían ponernos alerta.

1.

Falta de atracción

«¡Es que nunca quieres tener sexo!»

Este es un tema recurrente en las terapias de pareja. Realmente el problema no es que una pareja no tenga muchas relaciones –o no las tenga en absoluto– si ambos se sienten a gusto con esa situación... «Lo malo viene cuando uno sí quiere y el otro no, que es lo que suele ocurrir. El que no tiene deseo no tiene la culpa... y el otro lo vive como un rechazo», explica Mónica Dosil.

2.

El engaño

«Es que mientes todo el rato»

No hablamos de infidelidades, sino de esas pequeñas mentiras que pueden parecer inofensivas pero que acaban socavando la relación. «A veces un miembro de la pareja, para librarse de una bronca, miente. Por ejemplo, le preguntan ‘¿has hecho esto?’ y contesta ‘sí, sí’. Y no es verdad. O dice que se ha liado trabajando para poder tomarse dos cañas con sus compañeros y que el otro no se enfade», explica la psicóloga. Tampoco parece tan grave, ¿no? «Exigimos sinceridad en pareja, le damos un valor enorme», indica. Sobre todo, porque hay quien piensa que, si te engañan en algo pequeño, también te pueden mentir en asuntos más relevantes. «Esto es una leyenda urbana», subraya Dosil. Según la terapeuta, deberíamos cambiar nuestra forma de pensar en este tema. La información que uno da a su pareja forma parte de su libertad personal... y debe ser respetado que no te quieran contar todo. «Todos mentimos», sostiene. Por eso, si creemos que decir algo no aporta nada, deberíamos tener la libertad de no contarlo. ¿O no?

3.

Falta de libertad

«¡Nunca tengo tiempo para mí!»

Mónica Dosil oye esta frase en su consulta casi a diario. Las parejas se debilitan cuando uno de los dos –o ambos– empiezan a estar a disgusto porque nunca tienen tiempo para ellos mismos. «Y no vale eso que hacen muchos de decir ‘vale, vete a jugar al pádel y vuelves en dos horas’. ¡Si es bajo supervisión, eso no es realmente tiempo libre!», aclara. Así que lo sano es no atarse tan en corto el uno al otro y dejarse mutuamente espacios de libertad, sin condiciones ni contraprestaciones.

4.

Falta de atención

«No me haces ni caso»

Es un reproche muy habitual. Y contiene mucha amargura. A veces uno de los miembros de la pareja se lo pasa muy bien por ahí «y es una persona genial, pero luego en casa no lo es tanto». Dosil lo define como una consecuencia de la ley de la oferta y la demanda: como sabemos que tenemos ‘segura’ a nuestra pareja las 24 horas, no nos esforzamos en dedicarle recursos. Según indica, si consideramos que la familia o la pareja son nuestra prioridad, debemos proporcionarles «energía e ilusión», esas que quizá mostremos en el trabajo o con los amigos.

5.

La obsesión contable

«Yo he hecho esto y tú lo otro»

Llevar la cuenta al extremo de lo que hace el otro, tanto de sus expansiones como de sus tareas, es agotador y crea fricciones. Y tomarse revanchas más. Si tú te vas tres días al fútbol, yo salgo otros tres con mis amigas; si tú no haces la cena, yo no friego... Y a veces nos ponemos bordes, a la defensiva, y nos tratamos mal, algo que quizá no hacemos con otras personas.

6.

Mala comunicación

«¿Es que no me entiendes?»

En algunas parejas no existe «la mínima intención comunicativa». Hablarse no es comunicarse. Pueden estar todo el día hablando del tiempo o de cuestiones domésticas pero ser incapaces de transmitir cómo se sienten, contar sus preocupaciones, sus miedos, expresar sus ilusiones... «Y luego muchas veces soltamos lo que pensamos, ‘me pasa esto’, así, sin explicarlo. Hay que aprender a ‘presentar’ las cosas que dices. Desde luego, no en medio de una discusión», aconseja Dosil, porque a veces es ahí donde sale a la luz todo ese material guardado, en el peor momento y de la peor forma. «Hay que tratar los temas de pareja cuando el otro está receptivo –afirma–. ¡Hay que ser estratega!Muchas parejas vienen a la consulta a decirse delante de mí lo que no han sido capaces de decirse en casa».

7.

Intentar cambiar al otro

«¡¿Pero cómo puedes ser así?!»

«¡Intentar cambiar al otro! ¡Este es el deporte nacional!», proclama la experta en terapia de parejas. Según sostiene, la gente no suele cambiar y, si te da la sensación de que sí lo hace, «será solo en apariencia». Intentar cambiar a alguien –que ya era así cuando lo ‘compraste’– es muy cansado para quién intenta fomentar esa metamorfosis... pero más aún para el sujeto al que quieren cambiar. «¡Se hartan! Sienten disgusto por verse obligados a dejar de ser ellos mismos, se ven atrapados y les dan ganas de salir corriendo», indica Dosil, quien admite que lo de intentar cambiar al otro «es más cosa de mujeres». Un consejo: «No hace falta que tu pareja sea buena en todo».

8.

Relación de dependencia

«Lo que tú digas»

En el amor hay que negociar mucho y, sí, debatir y a veces discutir. Es inevitable y hasta sano en su justa medida. Porque, cuando uno de los miembros de la pareja depende mucho del otro, se desequilibra todo. «Cada cual tiene que tener vida propia. Si no, resulta agobiante para el ‘capitán’, sobre el que cae mucha responsabilidad», apunta. Y el ‘marinero’ termina medio anulado.

9.

Complejo de superioridad

«Es que no te enteras de nada...»

«Suele haber uno más listo y más reconocido, tanto por él mismo como por la pareja. Y habla al otro con condescendencia... Esto, con los años, va minando la relación», advierte Mónica Dosil. Te hace sentir poca cosa hasta que te hartas y empiezas a echárselo en cara. «He visto ejecutivos que les dicen a ellas que no se enteran y mujeres que se creen más listas que sus compañeros», indica la psicóloga. Es algo muy igualitario, sí.

10.

Ausencia de perdón

«Calla, que te la tengo guardada»

Si consideras que tu pareja te ha fallado en algo (no hablamos sólo de infidelidades, también de cuestiones como una borrachera, no dar señales de vida toda una noche, conflictos con los hijos...), tienes que actuar fríamente y sin demorarlo. «Te tienes que preguntar ‘¿puedo perdonar esto?’. Si la respuesta es sí, vale, si es no... muchas veces es mejor dejarlo», se pone tajante la experta. Es lo más práctico. «Cuando el perdón tarda años en llegar, se produce una contaminación tremenda de la pareja y muchas veces termina rompiéndose», aclara.

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