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Las kellys tienen cita en Moncloa

En la primera quincena de abril las camareras de piso -conocidas como kellys- acudirán a la Moncloa para explicar en persona a Mariano Rajoy sus precarias condiciones laborales y plantearle sus reivindicaciones. Esperan obtener algún compromiso concreto del presidente del Gobierno, aunque mantienen los pies en el suelo.

Loreto Gutiérrez y / Madrid

Domingo, 25 de marzo 2018, 11:27

Hace un año el PP hizo uso de su mayoría absoluta en el Senado para impedir la creación de una ponencia de estudio de las condiciones socio-laborales de las camareras de piso, que había sido propuesta por la senadora María José López (NC) y contaba con el respaldo en bloque de todos los demás grupos parlamentarios. Durante la primera quincena del mes que viene –la fecha exacta se está terminando de ajustar– Mariano Rajoy va a recibir a las kellys en la sede de la Presidencia del Gobierno para escuchar de primera mano cuáles son los problemas que estas mujeres (15.000 en Canarias, casi 200.000 en el conjunto de España) afrontan en su día a día.

¿Qué ha pasado para que la atención a este colectivo, hasta ahora ignorado por el poder político, haya dado un giro radical? Apenas trece minutos del pleno de la Cámara Alta del pasado 6 de marzo marcaron el punto de inflexión. Aquel día la senadora López aprovechó su turno de pregunta al presidente –el único que probablemente tenga en toda la legislatura por su condición de representante de un partido minoritario del grupo mixto– para interpelar a Rajoy sobre su disposición a mejorar las condiciones de las kellys.

mogán. Y lo hizo poniendo como ejemplo un complejo hotelero del municipio grancanario de Mogán, una zona turística que el presidente del Gobierno conoce bien porque hasta hace poco su padre pasaba allí seis meses al año. Describió con detalle una jornada laboral cualquiera de una camarera de piso, la cantidad de habitaciones que limpia al día por una remuneración de entre 2 y 3 euros cada una, el peso que deben cargar, las enfermedades que en su mayoría padecen –trastornos musculares, hernias discales, depresión y ansiedad– por la presión de trabajo a la que están sometidas, y calificó su situación como «crueldad laboral y explotación».

El relato de la senadora nacionalista debió tocar alguna fibra dormida, porque para sorpresa de propios y extraños Rajoy se confesó «impactado» por la dureza del trabajo descrito, reconoció la necesidad de adoptar medidas y se comprometió a poner el asunto en la agenda del Gobierno. López vislumbró entonces una rendija para tratar de conseguir algún avance real y en su réplica pidió al presidente que las reciba en Moncloa. Dicho y hecho. «Tiene mi palabra de que recibiré a quién usted me diga», le contestó el jefe del Ejecutivo.

Las kellys, complacidas por la disposición de Rajoy a sentarse con ellas, acuden a Moncloa con la aspiración de lograr compromisos concretos pero aseguran que mantienen los pies en el suelo. Entre sus reivindicaciones llevan tres prioridades: la prohibición de la externalización, el reconocimiento de enfermedades laborales y la reducción de la carga de trabajo.

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