«La Justicia ningunea el dolor físico de las mujeres»
La magistrada Gloria Poyatos explicó en un congreso médico cómo se ignoran las patologías feminizadas impidiendo a las mujeres el acceso a derechos sociales
La fibromialgia, el síndrome de fatiga crónica, el síndrome de sensibilidad química múltiple, la migraña y el lupus eritematoso son enfermedades dolorosas, incapacitantes y eminentemente femeninas que no están contempladas en los baremos de valoración de la discapacidad. Esta exclusión supone una discriminación indirecta para las mujeres que las sufren, quienes enfrentan graves dificultades para acceder a las ayudas, prestaciones y beneficios sociales a los que tendrían derecho.
La magistrada del Tribunal Superior de Justicia de Canarias (TSJC) Gloria Poyatos recoge esta injusta realidad en el artículo publicado en la revista 'Labos' de la Universidad Carlos III de Madrid, titulado 'De la historia a la fibromialgia, las enfermedades de mujeres que repugnan al Derecho'. Un trabajo que expuso en el Congreso de la Sociedad Española de Reumatología, celebrado la semana pasada en Madrid y que reunió a 1.900 especialistas en estas patologías.
La intervención de la presidenta de la Sala de lo Social del TSJC abrió una nueva perspectiva, de género, sobre la dimensión social de enfermedades caracterizadas por el dolor. «Los médicos se asombraban de la existencia de esa brecha porque ellos tratan diariamente con las pacientes y son sensibles a su sufrimiento. Se dieron cuenta de que van a tener que hacer informes más contundentes para que los jueces creamos en las enfermedades de las mujeres», explica Poyatos.
Lo llamativo es que para los galenos estas enfermedades son objetivables, mientras que para los juzgados el sufrimiento físico no existe. «Decían que el dolor es demostrable. Aprendí mucho allí porque, con gran contundencia, los médicos afirmaban que hoy cuentan con métodos reconocidos internacionalmente para diagnosticar el dolor», asegura.
Intercambio fructífero
También a los reumatólogos les impactó el mensaje de Poyatos. «Les sorprendió que en la Justicia no creyéramos en el dolor y que, la normativa que regula el acceso a prestaciones, no reconozca las enfermedades que se diagnostican con el dolor», relata sobre su experiencia en el congreso.
Tras esta toma de contacto, su intención es organizar un encuentro de juristas y especialistas para abordar la trascendencia de estas patologías invisibilizadas. «Mi idea -dice- es traerlos a Las Palmas para dar formación a los jueces de lo social». Además, el encuentro serviría para analizar los recientes cambios normativos en materia de discapacidad.
La magistrada se adentró en el estudio de estas patologías al emitir un voto discordante en una sentencia en la que se denegó la discapacidad a una mujer con una incapacidad laboral permanente y absoluta reconocida por sufrir fibromialgia, fatiga crónica y sensibilidad química.
Enfermedades no objetivables y femeninas
«Cada vez tenía más claro que había una discriminación indirecta y sexista, porque en el baremo de valoración de discapacidades hay enfermedades que no están incluidas y que, curiosamente, afectan mayoritariamente a las mujeres. Esta exclusión les impide acceder a los beneficios propios de la declaración de discapacidad, como son ayudas económicas, prestaciones o beneficios sociales, lo que las lleva a encabezar las estadísticas de pobreza», afirma.
Esta 'brecha del dolor' la obligó a adentrarse en el mundo de la medicina con una perspectiva de género, un ejercicio que realiza desde hace años en el ámbito jurídico para incorporar «las experiencias, las aspiraciones y las preocupaciones de las mujeres que no están integradas en el Derecho porque se ha esculpido bajo un patrón de lo humano masculino», dice.
Lo que se encontró fue esclarecedor. «Hay muchas investigaciones realizadas en todo el mundo sobre cómo la ausencia de tratamientos e investigación de las enfermedades femeninas impacta directamente sobre ellas. Por ejemplo, al no haber estudios específicos de acuerdo con la salud femenina, sino solo tomando como patrón lo masculino, esos tratamientos no son idóneos para ellas y, a veces, tienen un efecto contrario al de la curación», dice.
La inferioridad moral femenina, un estereotipo que condiciona la atención médica
Los varones han sido el patrón objetivable en casi todas las disciplinas, también en la medicina. Por eso, los tratamientos y las investigaciones médicas no están diseñadas para las mujeres.
Un ejemplo claro son las patologías cardiovasculares, que siempre se han considerado como masculinas. «Los datos evidencian que estas patologías son la primera causa de muerte en las mujeres a nivel mundial. Estamos ante una enfermedad de hombres que mata más a las mujeres y a nadie se le ha ocurrido investigarlas de acuerdo con el físico y las características biológicas femeninas», explica la magistrada Gloria Poyatos.
Pero este no es el único motivo por el que las patologías más feminizadas están menos estudiadas. «Las mujeres son menos creídas que los hombres cuando manifiestan enfermedades, dolencias o diagnósticos. Hay un estudio realizado en un hospital de Nueva York que concluye que ellas son atendidas en urgencias 16 minutos después que los hombres. Esta tardanza se traduce en que hay más posibilidad de que ellas mueran en comparación con los hombres», indica.
Otro aspecto relevante, en opinión de Poyatos, es que cuando las mujeres manifiestan dolor, este se devalúa achacándolo a cuestiones psicológicas o emocionales.
Y es que, según Poyatos, la falta de credibilidad de las pacientes se vincula al «estereotipo de inferioridad moral de las mujeres», un prejuicio que también opera en las agresiones sexuales.
«Se presupone que las mujeres son mentirosas, por tanto, si manifiestan dolor, seguro que es menos del que expresan», afirma la jueza, que cree que esta idea pervive aún en muchos ámbitos de la sociedad.
Para colmo, la prevalencia del dolor crónico en mujeres es casi cinco veces más alta que en los hombres, «por tanto, hay una cantidad de dolor que ni es visibilizado ni diagnosticado en mujeres», lamenta.
Identificar los sesgos de género para combatirlos en los juzgados
Las discriminaciones de género operan en todos los ámbitos, también en el jurídico, explica la magistrada del Tribunal Superior de Justicia de Canarias, Gloria Poyatos. «Quienes juzgamos estamos igual expuestos a los estereotipos y a su nocividad, igual que cualquier otra profesión. El nacer jueces no nos inmuniza y las leyes recogen de forma sutil y soterrada los estereotipos, los siguen recogiendo. Ahora no se discrimina a la mujer, sino los valores asociados a la feminidad», señala la presidenta de la Sala de lo Social del TSJC que recogió en una tesis doctoral los sesgos de género que más se cuelan en los juzgados para combatirlos. «Tenemos un Derecho que, travestido de igualdad jurídica, tiene su propio género y no es el femenino», comenta.
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