Escolares expuestos desde los seis años en la red a contenidos sexistas, acoso y estereotipos
La falta de una educación afectivo-sexual deja a niños y niñas sin herramientas para protegerse, alerta el estudio Cyber Resistance
¿Qué ven, viven y sufren los niños y niñas cuando navegan por internet? Esa es la pregunta que ha guiado Cyber-Resistance, una investigación impulsada por la Universidad de Deusto y la asociación Opciónate de Gran Canaria presentada este jueves en el Museo Elder de la Ciencia de la capital grancanaria.
El estudio pone el foco en cómo la digitalización temprana ha expuesto a niñas y niños a contenidos sexistas, acoso virtual, estereotipos y dinámicas de poder que perpetúan la desigualdad. El trabajo, realizado en centros de educación primaria de Gran Canaria y País Vasco y centrado en escolares de 6 a 12 años, ha recogido las voces de 460 participantes, incluyendo alumnado, familias y profesorado. Su objetivo: comprender cómo la infancia experimenta la tercera brecha digital de género y las ciberviolencias, cada vez más presentes desde edades tempranas.
«Los resultados son claros y preocupantes. Las niñas están expuestas a contenidos hipersexualizados, estereotipos de género y discursos machistas a través de redes sociales, música y videojuegos. La falta de una educación afectivo-sexual adecuada deja a muchos menores sin herramientas para identificar o protegerse de estos contenidos. Los niños, por su parte, acceden desde muy pequeños a modelos de masculinidad violenta y sexista», indica la investigadora Ana Lidia Fernández-Layos, directora de la asociación Opciónate de Gran Canaria y autora del trabajo junto a Estíbaliz Linares Bahillo, profesora e investigadora de la Universidad de Deusto.
Este trabajo «pionero», que se titula 'Ante la tercera brecha digital de género y ciberviolencias en la infancia: coeducación, oportunidades y resistencias', se enmarca en la convocatoria estatal Retos 2022, contando con la financiación del Ministerio de Ciencia. «Las familias, especialmente las madres, admiten sentirse desbordadas ante la velocidad del entorno digital. Un 80% aplica restricciones severas al uso de dispositivos, pero sin estrategias claras ni formación técnica. Los padres, en muchas ocasiones, son más permisivos e introducen dispositivos y videojuegos en los hogares y comparten ocio on line con sus menores», añade Fernández-Layos en el comunicado.
El profesorado también advierte que el abuso de las tecnologías tras la pandemia ha deteriorado la atención, el comportamiento y la salud emocional del alumnado. La escuela ha integrado dispositivos sin formación adecuada ni modelo pedagógico claro, generando conflictos incluso dentro del horario escolar, se destaca en el estudio.
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Ante este panorama, el informe reclama acciones inmediatas. Entre ellas, formación obligatoria en competencias digitales para familias y docentes, campañas de sensibilización con enfoque feminista e inclusivo, y políticas públicas que regulen el uso de tecnologías en contextos educativos.
«El mundo digital es un reflejo del mundo presencial y por tanto cuenta con una estructura patriarcal que perpetúan las diferencias y las discriminaciones entre los sexos y las violencias de carácter machista», sostienen las dos investigadores.
Una de las principales conclusiones del estudio es que «existe una brecha digital de conocimiento y habilidades en toda la comunidad educativa que se manifiesta en la carencias formativas y la falta de claridad y consenso».
Conscientes del peligro
En la investigación se constata también que «las y los menores son conscientes de las mayoría de los peligros tanto del uso excesivo como del acceso a contenidos y videojuegos no adecuados para sus edades, pero no conocen o usan las herramientas necesarias para protegerse». Y para poder avanzar en la protección de las y los menores y en la creación de un entorno digital igualitario y seguro, «es necesario un pacto social», concluye el estudio.
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Otro reto importante que se plantea «es garantizar la responsabilidad de las empresas que gestionan el mundo on line en la protección de las y los menores, un entorno social de tolerancia 0 a toda forma de violencia y machismo y la garantía de buen trato y protección en sus relaciones virtuales y presenciales».
Para ello, aseguran las investigadoras, «resulta imprescindible la apuesta por una ética digital desde el cuidado, la igualdad y la justicia, centrada en la responsabilidad del mundo adulto, hacia la protección de la infancia así como el empoderamiento de niñas y niños con pensamiento crítico e inteligencia emocional y social».
