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Joaquín Batista y Alicia Talavera
Valencia / Alzira
Domingo, 25 de febrero 2024, 20:28
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El paso de las horas permite conocer la identidad de la mayoría de las víctimas del incendio, incluyendo a las que residían en los dos torres de viviendas siniestradas y que todavía no han podido ser localizadas por la policía o sus familiares, para los que la esperanza se desvanece poco a poco. Es, por ejemplo, el caso de la vecina nacida en la localidad valenciana de Alzira que llegó a contactar con su madre por teléfono mientras las llamas se cernían sobre su vivienda o la profesora de un instituto de la capital levantina cuya ausencia, en la mañana del viernes, hizo saltar las alarmas.
Son solo algunos de los nombres propios de una tragedia que también se ha llevado por delante a una familia entera, atrapada en el baño de su vivienda, y a una pareja de personas mayores que vivía con su mascota. La delegada del Gobierno, Pilar Bernabé, informó el sábado de que se han encontrado diez cuerpos en el edificio, lo que coincide con la cifra de personas hasta ahora ilocalizables. La identificación de sus restos, que ya ha comenzado, permitirá cerrar la macabra lista.
La desaparecida se había trasladado hace algunos años a Valencia y vivía con su pareja, aunque su familia reside en la capital de la Ribera Alta. Se trata de una mujer de entre treinta y cuarenta años que, según ha podido saber Las Provincias, se encontraba en su piso, situado en la novena planta de una de los dos edificios incendiados –en este caso el recayente a las avenidas Maestro Rodrigo y General Avilés-, cuando el fuego ya se había extendido por la finca. Contactó con su madre para informarle de la situación y decirle que lo tenía muy complicado para poder escapar, aunque lo iba a intentar. Las posteriores comunicaciones de la progenitora ya no tuvieron respuesta.
Entre los desaparecidos también se encuentra una profesora del instituto público de Malilla -un barrio obrero de Valencia-, residente en uno de los pisos más elevados del inmueble. La docente, adscrita al departamento de Filosofía, ya no acudió a las clases que tenía programadas el viernes, lo que disparó las alarmas.
Muy apreciada por sus estudiantes y compañeros, en el curso anterior se encargó de las asignaturas optativas de Investigación y Proyectos de 2° de la ESO y Proyectos de Investigación en 1° Bachillerato, según se desprende de la información sobre una formación para docentes de la asociación Valenciana de Apoyo a las Altas Capacidades Intelectuales. En años previos también asumió materias como Valores, Cultura Clásica, Filosofía o Psicología.
Se ha confirmado asimismo el fallecimiento de una pareja de unos cuarenta años junto a sus dos hijos de corta edad: el mayor de dos años y una recién nacida de apenas dos semanas. Las fuentes consultadas apuntan a que se refugiaron en el cuarto de baño de su vivienda tras quedar atrapados en el edificio. Al parecer mandaron un mensaje desgarrador a través de una aplicación de móvil en el que pedían ayuda para poder escapar de las llamas.
El niño de dos años estaba escolarizado en la escuela Infantil Sant Pau, que quedó devastada tras conocerse la noticia, hasta el punto de que varias educadoras precisaron de ayuda psicológica. En su recuerdo se colocó en la entrada un crespón negro acompañado de una rosa blanca.
El padre y la madre eran aficionados del club de fútbol Levante y habituales en el estadio Ciutat de València. Se les había visto en los últimos partidos, estando ella todavía embarazada de la niña. El club emitió un comunicado en el que lamentó sus muertes, informando de que el hombre era socio y abonado desde hace más de 20 años con asiento en la zona de Gol Alboraya, «donde pretendía acudir también a partir de ahora con su familia, especialmente con sus hijos». La intención es, próximamente, organizar junto a sus allegados un homenaje en uno de sus partidos en casa.
Durante la tarde del viernes también se confirmó el fallecimiento de una pareja de jubilados que residía en un tercer piso junto a su mascota. Todo apunta a que no tuvieron opciones de salir de casa ante la rápida propagación de las llamas.
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