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Imagen de archivo del equipo de rastreo de Atención Primaria que opera desde la Biblioteca del Estado de la capital grancanaria. COBER

Los gajes del rastreo: «Cuando un solo joven aporta 40 contactos, algo falla»

Los rastreadores están sobrepasados por el volumen de vínculos que les puede reportar una sola persona ajena a las normas de prevención

Viernes, 28 de agosto 2020, 01:00

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«Cuando un caso positivo te aporta 41 contactos mantenidos de forma estrecha y sin protección en dos días es que algo está fallando. Eso nos está saturando de trabajo», lamenta Yodalys Pérez, una de las rastreadoras del equipo de Atención Primaria en Gran Canaria que trabaja en la Biblioteca del Estado. En estos días, la mayoría de sus indagaciones tiene como protagonistas a personas jóvenes, casi todas menores de 30 años, que contraen el virus en zonas de ocio, apartamentos vacacionales y reuniones y que les aportan un gran número de contactos estrechos a los que tienen que interrogar con posterioridad para conocer su estado, prescribirles la prueba PCR e informarles de que deben mantenerse 14 días aislados desde el contacto de riesgo, independientemente del resultado del diagnóstico. «Si se desarrollan síntomas se puede extender el aislamiento», precisa la sanitaria.

«Todo se ha complejizado. Durante el estado de alarma y el confinamiento el rastreo se hacía menos cuesta arriba. Los positivos tenían menos contactos y se reducían al entorno familiar. Ahora todos estamos en la calle, trabajando, vamos a reuniones familiares y con amigos. Cada día es más complejo», comenta Pérez que trabaja en la trazabilidad del virus desde el inicio de la crisis.

  • Ralentización El ascenso de contagios en Gran Canaria ha retrasado el diagnóstico y espaciado el control de los casos

  • Escenarios Los sitios cerrados son propicios para el virus. De hecho, Pérez no ha reportado ningún contagio en la playa.

  • Transmisión El virus se propaga allá donde se baja la guardia, en el ámbito intrafamiliar y en los encuentros sociales

Además, el gran volumen de contagios que está experimentando Gran Canaria ha ralentizado la aplicación del protocolo, porque hasta julio las PCR se realizaban en las 24 horas siguientes de la detección del caso o del contacto estrecho y ahora la prueba se está demorando dos días. También el control de los casos ha cambiado. «Antes hacíamos una llamada de seguimiento a los pacientes una vez al día, ahora cada 48 horas porque el volumen de trabajo no lo permite hacerlo diariamente», lamenta.

El éxito de la trazabilidad de los contagios, reconocer dónde se originan y a quién pueden afectar, es fundamental para poner coto a la epidemia. «Sirve para cortar la cadena de transmisión. Mientras los positivos vayan saliendo de los contactos de los nuevos contagiados, todo está bajo control», añade la investigadora.

Otra dificultad añadida es la falta de colaboración de ciertos adolescentes. «Es difícil confinar y aislar a un joven que quiere tener una vida social activa. Es un segmento de edad de difícil manejo, también para los padres», afirma la rastreadora que busca en los progenitores la colaboración que no encuentra en los hijos.

Respecto al gran volumen de jóvenes infectados, Pérez entiende que se debe a que los mayores están más concienciados. Además, asegura que, aunque el virus se presente de forma leve o asintomática, cuando llega a los ancianos sigue causando daños graves. «Llevé el caso de un sanitario que contagió a su familia. Todos tuvieron síntomas leves, menos la abuela, que fue hospitalizada», relata.

Respecto a su transmisión, asegura que es impresionante lo fácilmente que se contagia en el ámbito intrafamiliar y que la mayor parte de las infecciones se producen en espacios cerrados. «No hemos visto a nadie que se haya contagiado en la playa, sino en el apartamento donde se quedaron con amigos. Si se mantiene la distancia de seguridad, el lavado de manos y la mascarilla, las probabilidades de contagios son mínimas», afirma.

De hecho pone como ejemplo un centro de trabajo donde un positivo no generó ningún contagio porque se cumplían de forma «impecable» las medidas de prevención del coronavirus. «Sus hijos y su familia sí se infectaron, pero sus compañeros no», dice.

Más triste fue el caso de una persona que contagió a sus progenitores, su padre falleció y su madre desarrolló un cuadro grave. «Cuando llega a la población vulnerable no todos navegan con la misma suerte», comenta Pérez que recuerda que el virus sigue entre nosotros y todos estamos expuestos.

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