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María del Pino García Ortega en su casa, en el barrio capitalino de Casablanca III. COBER

Enferma, dependiente y pobre: «Estoy desesperada»

Dependencia ·

A María del Pino García le reconocieron el Grado I hace seis meses y denuncia que aún no recibe la prestación

LUISA DEL ROSARIO

Las Palmas de Gran Canaria

Viernes, 15 de julio 2022, 02:00

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Una de cada tres frases de María del Pino García es «Ya no puedo más, estoy desesperada». Enferma de diabetes, padece del corazón y arrastra un dolor «insoportable» en la cadera que no se despega ni de día ni de noche. «No me pueden operar porque soy de alto riesgo», cuenta mientras rebusca en una carpeta donde va apilando informes tras informes. «Mira, esto es lo que tengo en la córnea. Me tengo que poner una gotas pero valen 25 euros y no puedo pagarlas», asegura enseñando uno de los diagnósticos que distingue por la imagen.

Vive en el barrio capitalino de Casablanca III, pero cuando le dieron la casa no tenía electrodomésticos. Ella y su marido pidieron un préstamo «que pago poco a poco». Mientras su marido estaba vivo tiraban. Pero ahora entre ese préstamo, «el agua, la luz, el teléfono y la comunidad» se comen la pensión de 492 euros que recibe.

María del Pino tenía cinco hijos. «Uno se me fue al cielo y los otros cuatro me abandonaron como a una fregona» lamenta. «Estoy en un pozo sin salida desde hace dos años y cinco meses» que fue cuando murió su marido. «Ni me felicitaron por mi compelamos. Me abandonaron todos. No se acuerdan ni para decir 'ma ¿tiene un pan para comer?'» cuenta mientras se seca las lágrimas con un pañuelo. «Necesito a mis hijos y no me quieren» abunda María del Pino, quien cree que el enfado de sus hijos con ella fue por «malos entendidos».

Con la pensión «congelada» para hacer frente a los pagos de la casa y el préstamo, María del Pino vive de una ayuda económica que le brinda la parroquia del barrio para hacer la compra. 100 euros una vez al mes. «A veces como y a veces no», confiesa. «El médico me dice que tenga algo dulce, por si se me baja el azúcar, pero no me lo puedo permitir», asegura.

También es necesario comer algo antes de ingerir alguna de las medicinas que guarda en una cesta de mimbre. Pero a veces, insiste, «no tengo». «Estoy enferma, estoy enferma y cansada de tanto sufrir», repite.

En 2019 María del Pino inició los trámites para pedir la dependencia. El 13 de enero de este año le llegó aprobada. Grado I dice la carta que recibió. Según explica, le dijeron que tenía derecho a ayuda en domicilio, pero a ella ya le echa una mano su hermano, que vive dos pisos más abajo, y su mujer. «Así se lo expliqué a la señorita», dice María del Pino, «ellos me ayudan a bañarme, o mi cuñada va al médico por mi a buscar las recetas». Tras sus explicaciones, continúa María del Pino, le dijeron que en lugar de esa ayuda a domicilio recibiría una ayuda económica de 150 euros. «Pero no ha llegado», lamenta. «Soy pobre y me da vergüenza pedirle a nadie», afirma. Y ese dinero le vendría bien para comer todos los días. «Son muchas cosas que no me puedo permitir», insiste.

Cuando la enfermedad, la dependencia y la pobreza se unen la vida puede ser insoportable. «La vida para mi no es justa. No quiero hacer un disparate, pero que me saquen de donde estoy», pide María del Pino.

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