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Rosa Rodríguez y Santa Cruz de Tenerife
Lunes, 7 de octubre 2019, 11:08
— Usted ha sido uno de los dos científicos españoles que ha participado en la elaboración del último y aterrador informe del IPCC sobre los efectos del cambio climático en los océanos y la criosfera. ¿Qué le espera a Canarias, un territorio rodeado de mar?
— Canarias, como cualquier otra zona con un litoral extenso, va a estar afectada por la subida del nivel del mar, pero también, debido a su localización en la zona de transición entre la región tropical y las regiones templadas, va estar sometida en un futuro a una mayor frecuencia e intensidad de eventos extremos. Por otro lado, se está produciendo un calentamiento progresivo de las aguas superficiales que está conduciendo a un proceso de tropicalización, con la invasión de especies de aguas más cálidas. Este calentamiento no tiene precedente similar en otras corrientes de frontera como puede ser la de California, Perú-Chile o Benguela,
— ¿Se pude hacer algo todavía para, si no evitar, adaptarnos?
— Sí, por supuesto. El cambio climático es irreversible en muchos aspectos, hagamos lo que hagamos. Hemos emitido tales concentraciones de CO2 que, aunque cesáramos de emitir gases de invernadero ahora mismo, la temperatura del planeta seguiría aumentado durante décadas, pero los impactos serán muy distinto ante escenarios de emisiones altas o reducidas. Por ello, la primera medida fundamental que hay que llevar a cabo es reducir de forma drástica las emisiones netas de CO2 a la atmósfera. Si cumplimos las propuestas que se acordaron en la reunión COP21 de París, las proyecciones indican que el nivel medio del mar subirá unos 40 centímetros a final de siglo, pero si no las cumplimos el nivel del mar puede subir cerca de un metro. La diferencia es muy grande y se amplifica aún más al interactuar con la presencia de fenómenos extremos (tormentas, huracanes, inundaciones, etcétera), que cada vez serán más frecuentes. Canarias está en una región de riesgo, por lo que necesitamos tener planes de adaptación, tanto en el litoral costero como en el interior, para minimizar los impactos de estos eventos, que pueden ser catastróficos.
— Habla usted del Acuerdo de París, que se puede considerar que ha sido un fracaso porque casi ningún país está cumpliendo con los objetivos previstos, pero ¿qué le parece lo ocurrido en la Cumbre del Clima de Nueva York?
—En París 195 países firmaron una serie de acuerdos, para reducir las emisiones a la mitad en 2030 y llegar a un escenario de cero emisiones netas en el 2050, con el objetivo de que la temperatura del planeta no se elevara por encima de 1,5 grados a finales de siglo. Hay países que están cumpliendo mejor que otros, aunque por desgracia Estados Unidos (el segundo mayor emisor de gases de invernadero) ha planteado retirarse del acuerdo. En la reciente cumbre del clima de Nueva York setenta y siete países volvieron a comprometerse a reducir sus emisiones de gases de invernadero a cero neto para 2050, con acciones concretas.
— ¿Le están haciendo más caso los jóvenes a los científicos que los políticos?
— Lo que es evidente es que el que no hace caso es porque no quiere, porque estos informes son demoledores. Tiene que quedar claro que no son informes que haga un grupo reducido de científicos. Este último informe sobre los océanos y la criosfera lo han liderado alrededor de 100 científicos, pero han contribuido más de 500, y ha tenido cerca de 30.000 comentarios durante cuatro fases de revisión. Es un trabajo muy sólido que ha llevado más de dos años intensos, en los que se han revisado miles de trabajos científicos de alto impacto. Se puede decir que una gran parte de la comunidad científica trabajando en cambio climático asociado a los océanos y la criosfera ha revisado este documento. El informe, por un lado, presenta observaciones sobre cambios climáticos e impactos ocurridos en las últimas décadas, que son datos irrefutables. Por otro lado, se presentan riesgos, proyecciones y soluciones, principalmente centradas en la adaptación. Las proyecciones futuras están basadas en modelos climáticos, que evidentemente tienen un cierto grado de incertidumbre, porque dependen de los escenarios de emisiones, y estos a su vez de la evolución de la economía en el planeta, que depende de muchos aspectos políticos y sociales. Algunas de las proyecciones que se hicieron hace 20 o 30 años no solo se han cumplido, sino que incluso han empeorado. De hecho, uno de los resultados globales más impactantes de este último informe es la constatación de la aceleración del cambio climático en los últimos 20-30 años. Por ejemplo, la tasa de calentamiento anual en la temperatura del océano en el periodo 1993-2017 se ha duplicado con respecto al periodo 1969-2013; las olas de calor se han duplicado también en los últimos 25 años; se ha incrementado las precipitaciones y el viento en los tifones tropicales y subtropicales; la altura de olas extremas ha aumentado un 5%; y la estratificación de las aguas de los océanos se ha duplicado en el periodo 1998-2017. Todo esto está llevando a una serie de impactos severos sobre los ecosistemas marinos y los servicios que suministran estos ecosistemas a la humanidad. El panorama futuro no es muy alentador si no se toman medidas drásticas de mitigación y adaptación al mismo tiempo. Los jóvenes son los que están demostrando más concienciación sobre el futuro del planeta, elevando sus protestas en las calles. Si ellos pudieran gobernar ahora, las políticas económicas que se aplicarían serían muy distintas a las actuales. Desgraciadamente, no es así y en muchos casos los intereses económicos priman sobre el bienestar del planeta y de la humanidad. Pesa a ello, tengo aún esperanza de que el clamor de los jóvenes siga creciendo y remueva conciencias de las clases política y empresarial.
— David Wallace-Well, autor de dice que el problema de la lucha contra el cambio climático no es la negación, sino la indiferencia de la clase política...
— Está claro que no hay más ciego que el que no quiere ver. Pero no es tanto una cuestión de indiferencia sino de egocentrismo e insolidaridad. Cuando miras alrededor tuyo, te das cuenta de la desigualdad tan grande que hay en el planeta. Hay gente que no tiene ni agua para beber y que carece de los recursos más mínimos y son precisamente quienes más van a sufrir los efectos del cambio climático. Evidentemente va a haber un fuerte impacto, por ejemplo en cuanto a la creciente subida del nivel del mar, en Canarias o el litoral peninsular, pero España tiene recursos suficientes para diseñar y ejecutar planes de adaptación. Sin embargo, hay millones de habitantes que viven en Asia con muy pocos recursos, a veces en islas que van a desaparecer. Esto sí que es un drama.
— ¿Qué le parece la declaración de emergencia climática que ha hecho el Gobierno de Canarias?
— Me parece muy bien. La emergencia climática se tendría que declarar en todo el planeta. Y me parece fantástico que en Canarias haya una consejería de Transición Ecológica y Cambio Climático, igual que hay un ministerio en España. Este tipo de ministerios o consejerías lo deberían tener todos los gobiernos regionales y nacionales, con un enfoque absolutamente transversal, y con financiación suficiente para poder llevar a cabo actuaciones a distintos niveles sociales y económicos; porque el cambio climático no solo tiene que ver con el medio ambiente, afecta a todo, tanto a la energía, como al transporte o al turismo. Me parece una gran iniciativa y lo que espero es que implique a todos los sectores políticos, sociales y empresariales para que pueda dar sus frutos.
— ¿Se ha perdido mucho tiempo en Canarias por la inacción política?
— Se ha perdido tiempo no solo en Canarias, sino en España, en Europa y en casi todo el mundo. Más que una inacción política, lo que ha habido es un falta de respuesta acorde con la aceleración del cambio climático. Pero nunca es tarde para tomar medidas. Y lo más efectivo para reducir el impacto futuro del cambio climático es combinar la mitigación de gases de invernadero con planes de adaptación. En Canarias estamos aún a tiempo de desarrollar medidas de adaptación, enfocados sobre todo hacia la conservación y restauración de nuestro territorio terrestre y marítimo.
— Por primera vez un informe del IPCC destaca la importancia de la educación en la lucha contra el cambio climático...
— Una de las cosas más importantes que hay que hacer es educar. Tenemos una falta de educación ambiental asombrosa y creo que esa educación debe ir de abajo hacia arriba porque son los más jóvenes, que están concienciados, los que tienen que educar a sus familias.
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