La igualdad se abre paso también en FP
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El Felo Monzón, que el año pasado ganó el tercer premio nacional Irene, inicia este curso otro proyecto sobre las nuevas masculinidades. Ocho estudiantes del centro hablan de su experienciaSecciones
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El Felo Monzón, que el año pasado ganó el tercer premio nacional Irene, inicia este curso otro proyecto sobre las nuevas masculinidades. Ocho estudiantes del centro hablan de su experienciaNecesitas ser registrado para acceder a esta funcionalidad.
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Sumisión química, acoso callejero y violencia sexual en la pareja. Son los tres temas que eligió el alumnado de los ciclos superiores de Formación Profesional de Igualdad e Integración Social del Felo Monzón para un proyecto conjunto y que les mereció un premio del Ministerio de Educación. Se trata de un vídeo de realidad aumentada titulado 'Nuevas miradas, nuevas oportunidades' con el que se pretendió dar un «impulso innovador» en el aprendizaje, señala la coordinadora, Araceli Miranda. Esa innovación les valió el tercer galardón 'Aulas por la igualdad: Premios Irene 2023' en la categoría de FP. «El alumnado trabajó situaciones de violencia de género en las que puede verse reflejada cualquier mujer», explica la docente, que se vio acompañada en esta iniciativa por varias profesoras y profesores del centro: Jennifer Montesdeoca, Marta Ramírez, Guillermo Gil, Pablo Nicanor Domínguez, María Victoria Molina y la directora del Felo Monzón, Adela Palomo.
La idea es partir de las propias «carencias» que tiene el alumnado en igualdad y trabajar a partir de ahí. La nueva hornada de estudiantes de estos dos ciclos están ahora trabajando en su propio proyecto, en torno a las nuevas masculinidades. Natalia Montes, Adrián Mentado, Vaitiare Cabrera, Tileli del Pino, Nira Pérez, Sonia Santana, Melody Suárez y Andrea Antúnez son ocho de las estudiantes y un alumno de este grupo de diez. «El reto del que partimos es que sigue habiendo mucho rechazo a la igualdad, no solo entre los chicos, también entre las chicas. Es preocupante», afirma la coordinadora. «Repiten continuamente lo que se oye en la tele: las mujeres ya tienen la igualdad, son unas feminazis...»
El estudiantado asiente. Feminazi es un clásico. Vaitiare Cabrera asegura que son actitudes que se encuentran «en el día a día» y que ella ahora trata de enseñar a su hermano pequeño que no debe ser así. «Le digo que tiene que romper con esos roles, no tiene por qué ser fuerte. Puede jugar a lo que quiera, puede mostrar sensibilidad porque hay otras masculinidades que le permiten crecer en igualdad».
Adrián Mentado reconoce que «la mayoría de los hombres» que le rodean «no consideran importante el feminismo e incluso la igualdad». Él, en cambio, gracias a este ciclo ahora quiere hacer un grado de Educación Social «y llevar el tema de la sensibilización y la formación a ese ámbito.
La joven Andrea Antúnez afirma que comenzó estos estudios «especialmente por las víctimas de violencia de género» y que cuando acabe quiere estudiar Psicología «y ayudar un poco». Pero reconoce que no hay una sensibilidad generalizada sobre el tema. «Cuando digo lo que estudio me preguntan que para qué lo hago, si no tiene salidas».
Desde su punto de vista, la encuesta que recientemente señalaba a la generación Z como la más dividida ante el feminismo, siendo ellas las más concienciadas y ellos los más contrarios, se palpa en la calle. «Falta por concienciar especialmente a los hombres», dice Andrea Antúnez. Los hombres, añade Adrián Mentado, «no son conscientes de cómo les afecta el patriarcado».
Melody Suárez apunta que en su caso, «como mujer trans» siente una «doble vulneración» y reclama más concienciación para dar respuesta a un tema de «justicia social». La joven incluye en este ámbito el uso del lenguaje inclusivo. «Hay gente que parece que les cuesta dinero utilizar el lenguaje inclusivo», lamenta. «Al final todos y todas nacemos en una sociedad machista y tenemos comportamientos normalizados de una sociedad patriarcal», añade.
Andrea apunta a que aún se cree, incluso entre la gente joven, que los celos son un «quererte de verdad» porque se tiene esa visión «romántica» del amor.
Pero trabajar la igualdad, aunque sea en un centro que oferta esa formación, no es sencillo. En el Felo Monzón hay más de 2.000 estudiantes y 180 docentes. «Hay quien ha ido a mi despacho a decirme que no tenía que aguantarle la chapa a nadie sobre la igualdad porque una profesora había hablado de ello en su clase. La igualdad es un eje transversal de la educación», lamenta la directora.
Estos programas sirven también para que muchas estudiantes se den cuenta de que han vivido situaciones de violencia o discriminación, señala Araceli, porque los contenidos que hacen se distribuyen a todo el alumnado. «En FP los oficios técnicos siguen estando muy masculinizados y los de cuidados feminizados. Aquí hacemos muchas cosas y programas para abrir camino y cambiar esas perspectivas», dice la directora.
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