Ángeles Perera: «Tenemos que acordar otro acceso a la profesión docente»
La decana de la Facultad de Ciencias de la Educación de la ULPGC habla del nuevo modelo para llegar a ser docente que proponen los responsables de los centros que forman al profesorado. Rehúye del término MIR educativo y cree que es una de las bases para mejorar la calidad del sistema.
Teresa Artiles y / Las Palmas de Gran Canaria
Martes, 20 de febrero 2018, 16:17
— ¿Por qué los decanos apoyan el llamado MIR educativo?
— Apoyamos el documento que elaboramos convocando un monográfico con la intervención de numerosos expertos. Y no lo llamamos MIR, sino acceso a la profesión docente. Apoyamos un sistema diferente al que tenemos, hay que mejorarlo.
— Dicen que no se selecciona a los mejores docentes. ¿Por qué?
— Se dice que la escuela refleja la sociedad, que de alguna manera tiene que arreglar los diferentes problemas de la sociedad, pero seguimos con un sistema de acceso que lleva décadas igual. Sólo basta pensar en qué consisten las oposiciones. Un examen al que se presentan personas que han estudiado un temario y nadie ha mirado sus cualidades o capacidades, que seguro que las tienen. No hablamos de las oposiciones minusvalorando a la gente que se presenta; al contrario, hay mucha gente valiosa que se queda fuera. Se valora la memoria, un temario, que sepas programar. Si a la escuela se le exige ahora mucho más que hace 50 años, ¿por qué el sistema de acceso a la profesión docente es el mismo?
— Proponen un periodo de dos años de prácticas tuteladas y pagadas en centros de referencia tras terminar en la universidad.
— Primero, no estamos hablando de un trabajo en precario, ni de becarios. Necesitamos una red de centros de buenas prácticas. Creemos que es necesario un par de años para que te tutelen, para trabajar en centros que te van a demandar mucha entrega. Ahora sacas las oposiciones y se supone que el primer año es de prácticas, pero nadie hace un seguimiento, nadie tutela. ¿Quién ayuda al docente?, ¿quién le dice si está o no capacitado? Nadie. Pero lo primero que reivindicamos es sentarnos a reflexionar y los decanos y decanas de ciencias de la educación somos interlocutores válidos. Llevan años haciendo leyes y decretos sin contar con las personas que trabajan en la educación. No decimos que este documento sea el único válido, sino que debemos dialogar con el resto de agentes sociales y llegar a un acuerdo. El texto sienta unas bases que, creo, son de sentido común.
— ¿Cómo sería el examen para acceder a esos dos años de prácticas?
— Más que de examen hablamos de proyectos que tengan una parte común en todo el Estado y otra específica, porque Canarias no tiene nada que ver con otras zonas. Hay que sentarse y debatirlo.
— Proponen también que cambie el acceso del estudiantado a las carreras de ciencias de la educación.
— Sí. En educación siempre se trabaja desde la política de forma fragmentada. Una cosa es la universidad y el acceso, el contenido de la formación inicial en las facultades. Sale el alumnado y accede a la escuela y entran en otro sistema distinto. No se puede trabajar por parcelas. ¿Cómo formamos a los futuros maestros y maestras sin una red de centros de buenas prácticas? Las instituciones políticas nos exigen que el alumnado tiene que estar preparado en metodologías innovadoras, bilingüismo, atención a la diversidad, pero no siempre tenemos centros donde ponerlo en práctica. Lo que quiero decir es que debe haber una formación continua, no una parcelada.
— ¿Hay demasiado alumnado en las facultades de formación del profesorado? ¿Hay que reducir plazas?
— Sí, pero lo de ofertar menos plazas lo plantearía como una reflexión. También cubrimos una demanda social, y si tenemos lista de espera, tanto en la ULPGC como en La Laguna, es porque la hay. Se puede reducir algo las plazas, pero no solo hay que plantearse cuántos maestros y maestras harán falta, que en unos años serán muchos en Canarias por las jubilaciones que habrá. No solo hay que ver la demanda laboral, también la social.
— Rechazan que la nota de corte sea lo único que dé acceso a los estudios. ¿Qué otras fórmulas hay?
— Es difícil. Dedicarte a la educación es una carrera a largo plazo y de comunicación. Nosotros decimos a nuestros alumnos que si no te gustan las personas no te puedes dedicar a esto. Pero también hemos visto alumnado que de primero a cuarto madura y encuentra su camino. Eso lo vamos viendo en el prácticum. La fórmula puede ser la nota de corte más una entrevista personal, pero ¿cómo hacerlas si no hay suficiente profesorado?
— ¿Este nuevo modelo tiene que estar en el pacto estatal educativo?
— Por supuesto. En el documento hablamos de la formación inicial, del acceso a la escuela y de la formación continua y permanente también, y ahí las facultades podemos aportar. ¿Cuando estamos en el aula ya lo sabemos todo? Evidentemente no.
— De hecho, critican que cuando se aprueban las oposiciones se acabó la formación.
— Yo rompo una lanza por los maestros y maestras, pero es verdad que cuando se entra en la escuela todo depende del interés, la curiosidad y de la voluntad. En educación siempre hablamos de la voluntad personal, pero ¿y la formación permanente?, ¿y los servicios de apoyo a los docentes que tienen interés por mejorar? ¿y el apoyo a quienes no quieren, cómo se hace para que se muevan? ¿y el apoyo a la familia, al alumnado? Hay buenas maestras y maestros, buen profesorado de secundaria y de FP que ha estado formándose continuamente tras aprobar las oposiciones. Y es a estos buenos docentes a quienes el sistema les ha puesto obstáculos y tenemos que quitárselos...
— Habla de formación continua que conlleva evaluación. Sin embargo, el colectivo docente ha rechazado muchas veces ser evaluado.
— Es que la evaluación hay que plantearla bien. Si evaluar es rellenar un montón de papeles, cumplir requisitos, estándares, pues se rechaza. La evaluación tiene que ser algo que esté vinculado con tu trabajo del día a día en el aula y con fórmulas naturales, no impuestas.