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La cultura deportiva del Colegio Heidelberg: un entorno que fomenta valores y excelencia

La cultura deportiva del Colegio Heidelberg: un entorno que fomenta valores y excelencia

Un centro educativo que, más allá de sus éxitos académicos, ha formado a algunos de los mejores deportistas de España, creando un círculo virtuoso entre el deporte, los valores y la educación

Miércoles, 2 de abril 2025, 11:46

El Heidelberg es reconocido como uno de los mejores colegios de España. Según los más prestigiosos rankings, durante casi tres lustros consecutivos ha sido el centro más destacado de Canarias y, casi siempre, aparece como el mejor «de Despeñaperros para abajo», como suele decirse. A lo largo de sus más de 50 años, en sus aulas se han formado, entre otros, grandes profesionales, empresarios y funcionarios públicos, que han contribuido enormemente a la sociedad canaria y al país en general (esta reflexión merece su propio artículo separado).

Como en todas las grandes instituciones, hay cosas que se pueden (o deben) mejorar, sin duda. Me consta que se trabaja duro para ello. Sin embargo, me alegra haber observado recientemente que hay aspectos que permanecen incólumes al paso del tiempo: la producción constante de grandísimos deportistas. El reciente éxito sin parangón del equipo femenino de vóley del Club Deportivo Heidelberg me ha hecho reflexionar sobre el tema y animarme a escribir estas líneas (¡un equipo de colegio de una isla en medio del Atlántico, subcampeón absoluto de la Copa Iberdrola de SM La Reina de vóley!). Casi nada…

Y es que son muchos los colegios que promueven la formación física o deportiva como elemento fundamental en el desarrollo de los alumnos. Hacen todos ellos muy bien, en mi humilde opinión. Pero son pocos los que, en ese afán, han tenido el éxito del Colegio Heidelberg. Es muy difícil elaborar, sin miedo a dejarte ninguno fuera, la lista de deportistas de élite -algunos de ellos incluso medallistas olímpicos- que han pasado por las aulas de este centro, o de alguna otra forma han estado vinculados con él. Pensar en sus éxitos deportivos resulta abrumador y es un orgullo para los que hemos tenido el privilegio de compartir instalaciones con ellos. Andrés Coruña (judo); Loli Navarro (gimnasia); Carla Suárez, Magüi Serna y Marta Cañas (tenis); Jorge Romero, Diego Quintana, Berna Miranda, Óscar Jaén, Nacho Rodríguez, Pedro López, Gerardo Pérez, Javier López, Elena Giner, Cristina Ibáñez, Carlos Cuyás, Manolo Suárez, Óscar Alvarado y Daniel Melián (baloncesto); Pedro Jacinto García (lucha); María León, Diego Marrero y Abián Serrano (fútbol); Mónica de Caralt (atletismo); Laura Estrada, Salvador García, Javier y Ana Elejabeitia, Carmen Cortezo y Daniel Carretero (golf); Lola Hernández, Cristina y Pedro Erdocia (voleibol); Domingo Manrique de Lara, Patricia Guerra, Javier y Alberto Padrón, Joaquín Blanco, María y Pilar Caba, Patricia y Martina Reino (vela). Estos son solo algunos de ellos.

¿Es casualidad? En mi opinión, no. Me cuentan mis mayores que varios factores pudieron influir en estos impresionantes datos desde los orígenes del centro. Uno de ellos pudo ser el hecho de que el Colegio se trasladara pronto a Barranco Seco, una zona que, aunque muy cerca, está aislada de la ciudad, lo que permitió crear amplios espacios deportivos y de recreo. Otro factor determinante pudo ser que el Colegio ofreciera la posibilidad de mantener escolarizados a los niños desde los tres años -hoy dos- hasta su salida con dieciocho. Esto permitió la generación de grupos de amigos, y compañeros de equipo, que permanecerían juntos en las mismas instalaciones durante toda su etapa escolar. Otro pudo ser que, como en otros muchos aspectos, el Colegio fue pionero en la oferta de actividades extraescolares y en la creación de un Club Deportivo.

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En cualquier caso, en este centro se dan las circunstancias idóneas para que se desarrolle un círculo virtuoso entre la proyección deportiva, la educación en valores y la excelencia académica. Y ello, al nivel que el alumno quiera: bien como mero acompañamiento en su formación; bien a nivel federado, con equipos que compiten en las mejores ligas locales y regionales; o bien a nivel profesional -o semiprofesional en esas edades- para aquellos que aspiran a hacer del deporte su modo de vida, permitiendo así al alumno encontrar su lugar y desarrollar su potencial.

Incidiendo en esta teoría del círculo virtuoso, el análisis de este éxito del Colegio Heidelberg es incompleto si se detiene en la esfera estrictamente deportiva. Las bondades del deporte tienen una clara proyección sobre el desarrollo educativo de una persona, tanto en el plano puramente académico, como en un plano personal. Fue Nelson Mandela quien dijo que «el deporte tiene el poder de inspirar; tiene el poder de unir a las personas de una manera que pocas cosas hacen.» Esta frase, que pronunció durante la ceremonia de entrega de los Laureus World Sports Awards en mayo de 2000, en Mónaco, tiene muchas lecturas. Una de ellas es que los niños que integran el deporte en su rutina semanal se impregnan de los valores propios de su práctica: el respeto, la perseverancia, la superación, el esfuerzo, la amistad, la integridad, el trabajo en equipo, etc.

Todos ellos, de creciente importancia en un mundo cada vez más tecnológico, donde la inmediatez, la búsqueda del premio instantáneo, la distancia entre las personas y el individualismo van poco a poco arañando cuotas de presencia en nuestro día a día. La práctica deportiva participa de la educación en valores que promueve el Colegio. Y esa educación en valores, a su vez, coadyuba al desempeño académico del alumno. Como apuntó Mandela, la perseverancia, esfuerzo y dedicación de unos es, además, inspiración para otros, retroalimentándose así el círculo referido.

Pienso que nadie tiene su futuro escrito, que somos dueños de nuestras propias decisiones y de nuestro camino. Pero también creo que aquel que haya tenido la oportunidad de desarrollarse en un entorno que promueva estos valores se enfrenta a un camino algo más llano para alcanzar, si es que se puede, una vida plena, ya sea en el ámbito profesional o en el personal. O en ambas, por qué no. Tendrá mayor predisposición para estudiar una hora más de cara al próximo examen, para buscar las fuerzas e intentarlo otra vez cuando fracase, para tratar de optimizar su tiempo, para aguantar la presión de los momentos complicados, para generar relaciones de amistad duraderas, para ser solidario en su comunidad o para integrarse bien en un equipo de trabajo. Y para ello no es necesario aspirar a ser la siguiente número 1 del tenis, del vóley o de la vela, por supuesto. Pero sí ayuda encontrar el entorno propicio para una práctica razonable y adecuada del deporte, no solo en cuanto a instalaciones se refiere, sino, sobre todo, a nivel cultural en el marco de la institución educativa.

¡Que continúen estos éxitos, deportivos y académicos, por muchas décadas más!

Texto escrito por: Álvaro López Hernández. Abogado. Secretario del Consejo de Administración de Colegio Heidelberg, S.A.

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