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Condenan a 13 años de cárcel al policía que intentó asesinar a su ex

Condenan a 13 años de cárcel al policía que intentó asesinar a su ex

La Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Las Palmas ha condenado a 13 años de cárcel a José Francisco Betancor Ortega, el Policía Nacional que intentó asesinar a su expareja en su casa de Telde y en presencia del hijo común de ambos, asestándole 50 puñaladas.

Jueves, 1 de enero 1970

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La Sala considera que el acusado es autor de un delito de asesinato en grado de tentativa y además hace suya la petición de la sección de Violencia sobre la Mujer de la Fiscalía Provincial de Las Palmas, que por primera vez solicitó la aplicación de la agravante por razones de género, por entender que el hecho en sí constituyó un acto machista. También le aplicó la agravante de parentesco y el condenado tendrá que indemnizar a la víctima con 137.200 euros.

El fallo considera probado que José Francisco Betancor dejó su casa para que su expareja viviese junto al hijo que tenían en común tras separarse. Días más tarde, el 4 de marzo de 2017, el procesado fue al edificio en compañía de su padre y cambiaron la cerradura del trastero en el garaje, pese a que en el interior se encontraban objetos de su expareja. A continuación, subió a la vivienda donde se encontraban su ex y su hijo, mientras su padre lo esperara en la calle.

Una vez en el interior, el acusado empezó a discutir con la víctima y, en un momento dado, le pidió que fuera a la cocina a preparar el biberón del niño.

Fue en ese instante cuando la abordó por la espalda, la cogió del cuello y la agarró por el pelo para golpear su cabeza repetidamente contra los muebles, tirándola contra el suelo para seguir golpeándola con patadas y puñetazos. El policía gritaba a la mujer mientras la agredía «¿esto es lo que querías, Pino? ¿Dejar un hijo huérfano?». Luego fue a la encimera de la cocina, cogió un cuchillo y apuñaló a la madre de su hijo hasta que el arma se dobló, cogiendo entonces un segundo cuchillo para continuar apuñalándola. En un momento, la mujer logró levantarse y corrió hacia la puerta donde un vecino intentaba auxiliarla, pero el procesado cerró la puerta.

A partir de ese momento y hasta que llegó la policía 11 minutos después, el agresor clavó repetidamente el cuchillo a la víctima en cuello, espalda, cabeza, brazos, tórax y piernas. Esto lo hizo mientras su hijo lloraba a escasos metros en su cuna.

«Muerta, muerta, ¿no es esto lo que querías? ¿Un hijo huérfano?».

En este caso se dio la particularidad de contar con una prueba excepcional, como fue la grabación de lo sucedido el día de los hechos que realizó la propia víctima. El audio, de 36 minutos, pone de manifiesto los términos en los que discurrió todo. Afirmó el acusado en la vista que «sabía que estaba todo grabado» pero manifestó no recordar haber «cogido el cuchillo, ni haberle cogido del pelo ni agarrarle del cuello», explicando que «perdió la cabeza» ya que no atravesaba por su «mejor momento», estando de baja psicológica. También afirmó que nunca había «pensado en matarla». Pues en esa grabación que se reprodujo en el juicio, «sí se desprende que el acusado pretendía, desde un primer momento, acabar con la vida» de la víctima, sostiene la sentencia. Así lo manifestó en el minuto 13 de la grabación al decirle «Vuelve, vuelve a denunciarme por lo penal y es lo último que haces, y esto sí es una amenaza y quédate con la casa, pero también es lo último que haces... Yo me desgracio, y ahora ten los huevos de denunciarme, ¿vale? Ten los huevos, porque me has hecho un montón de daño, te has pasado tres pueblos», se escuchó.

También se oyó al acusado en el minuto 14 como le dijo «bájate que me estoy poniendo nervioso. Bájate, bájate porque esto va a acabar mal, que me estoy poniendo nervioso, te estoy pidiendo por favor, del garaje, te la pago, pero eso no es tuyo». Dichas contestaciones que daba el acusado no se correspondían con el tono de la víctima, que en todo momento trataba de calmarlo, ofreciéndose a llegar a un acuerdo y abonar, como pudiera, las facturas.

Pese a ello, y tal y como refirió la víctima, cuando se dirigió a preparar el biberón del niño, comenzaron a escucharse «gritos de la perjudicada, pidiendo auxilio, socorro y, una vez más, con sus palabras, evidenció el acusado su voluntad de matar, diciéndole mientras le agredía: ‘muerta, muerta, ¿no es esto lo que querías?... ¿Esto es lo que querías? ¿Un hijo huérfano? ¿Eh, Pino? ¿Esto es lo que querías? Ya no te ríes de mi, me he desgraciado la vida’».

A continuación, la grabación continuó y oyó al padre del acusado, a quien éste último le dijo «ya es tarde papá, ya está, se acabó todo... Ya se acabó todo... Esto se acabó papá, ya está todo pa, lo siento, lo siento padre», escuchándose al padre, de forma desesperada gritar a su hijo que abriera la puerta.

Sentimiento de superioridad.

En este caso el Tribunal aumentó su pena al aplicar la agravante por razones de género, después de que la sección de Violencia sobre la Mujer de la Fiscalía dirigida por María Luisa Ordóñez de Barraicua la interesara por primera vez. El fallo estima que dicha agravante debe aplicarse en «casos en que se haya acreditado que el autor ha cometido los hechos contra la víctima mujer por el mero hecho de serlo y con intención de dejar patente su sentimiento de superioridad frente a la misma». Es decir, «en casos en que se cometió el hecho por esa motivación, que» atenta contra el principio constitucional de igualdad».

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