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L.R.G.
Las Palmas de Gran Canaria.
Domingo, 2 de julio 2023, 02:00
Una investigación del equipo del Instituto Universitario de Sanidad Animal y Seguridad Alimentaria (IUSA) de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC) pone de relieve la presencia de antibióticos en los calderones que viven en las aguas de las islas.
«Los cetáceos, ... en este caso los calderones tropicales, han sido los bioindicadores de contaminación a medio y largo plazo y son un buen reflejo de lo que ocurre al comer en una misma zona durante mucho tiempo», explica el investigador Jesús De la Fuente, perteneciente al grupo de científicos que lidera el catedrático Antonio Fernández.
Según el experto, lo que han logrado analizar es cómo se acumulan esos contaminantes, en este caso han destacado los antibióticos, tras periodos de 10, 15 o 20 años. «Hay otros, hemos encontrado filtros solares y otros fármacos y habría que analizar con más detalle si está afectando o no a la salud de los animales. Pero el hecho que sabemos es que los residuos de antibióticos cruzan toda la cadena trófica» y advierte del peligro de que «una pequeña cantidad de antibiótico sirva para que una bacteria se haga resistente». Por eso, dice, «hay que controlar cuando tomas antibióticos debes completar el tratamiento si no esas bacterias que puedan quedar, como no las matas a todas hay una posibilidad de que empiecen a ser resistentes. El control del uso de antibióticos en animales es por lo mismo. Los residuos de antibióticos en cetáceos en esas cantidades es que están en el medio y se acumulan en toda cadena trófica. Ha salido al mar y esos animales no comen plancton , sino peces. Todos esos antibióticos han ido pasando por toda esa cadena trófica y se termina acumulando».
Puede que se haga un análisis del agua y no se encuentren antibióticos, explica el científico, pero el problema es que llega a los peces pequeños y se los come otro mayor y ahí se produce la biomagnificación, es decir, la propagación sucesiva de la bioconcentración de los diferentes eslabones de la cadena trófica. «Es lo mismo que pasa con los atunes y el mercurio», añade.
Esta investigación en la que se ha invertido dos años, se enmarca en el denominado Proyecto Globican que está cofinanciado por la Fundación Biodiversidad del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, La idea es evaluar indicadores de salud y bienestar animal en grupos residentes de calderón tropical en áreas marinas protegidas de la demarcación canaria, y los factores de riesgo antropogénicos locales y regionales que puedan suponer una amenaza para su conservación, así como para la salud humana y ambiental.
Además de recopilado diversa información ecológica y sanitaria, se han analizado muestras de piel procedentes de biopsias y necropsias realizadas a calderones tropicales canarios entre 1997 y 2021, y posteriormente se han realizado distintos análisis genéticos, microbiológicos, bioquímicos y toxicológicos. Esa precisamente es una novedad del estudio, ya que estos diferentes análisis se han realizado con la menor cantidad de muestra posible. De este modo, pueden evaluarse una mayor cantidad de parámetros analíticos con una sola biopsia.
Ahora la investigación, explica Jesús De la Fuente, va a ampliarse a la zona macaronésica «comparando diferentes áreas marinas. Hasta donde conozco, es la primera vez que se ve directamente antibiótico en cetáceos», añade.
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