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Sarcopenia en el adulto mayor

Sarcopenia en el adulto mayor

Aunque la sarcopenia constituye una entidad frecuente entre la población mayor, es menos conocida que otras afecciones. La prevención, de gran importancia, comienza por el conocimiento del problema y sus consecuencias, explica el doctor René de Lamar del Risco, especialista en Geriatría del Hospital Perpetuo Socorro.

Canarias7 Saludable / Las Palmas de Gran Canaria

Jueves, 1 de enero 1970

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Pérdida excesiva de masa muscular esquelética y fuerza son las principales características de un proceso universal que se da incluso en mayores sanos. Es la sarcopenia, cuya importancia reside en que, cuando la pérdida de masa muscular progresa más allá de determinado umbral de requerimiento funcional, causa fragilidad y dependencia de modo independiente a la enfermedad.

Entre sus causas principales se encuentra el proceso del envejecimiento, aunque no es la única. De hecho puede aparecer en edades más tempranas cuando se dan las condicionantes necesarias para su aparición como pueden ser disminución de la reserva metabólica, pérdida de neuronas y disminución de niveles de hormonas anabólicas como la de crecimiento, estrógenos y testosterona.

Genera dependencia física e incapacidad funcional en los adultos mayores, constituyendo uno de los pilares fundamentales del conocido síndrome de fragilidad. Una de las características principales del proceso de envejecimiento es la pérdida progresiva de los mecanismos de reserva, lo que incrementa la vulnerabilidad y la citada fragilidad.

Los hábitos de vida saludables son fundamentales en la prevención de la sarcopenia, en los que una adecuada alimentación y la actividad física continua en función de las posibilidades de cada persona son esenciales. Se estima que la sarcopenia afecta hasta al 24% de las personas de entre 65 y 70 años y supera el 50% en mayores de 80 años, afectando más a hombres que a mujeres.

No obstante, lo cierto es que esta patología, aunque es muy frecuente en la vejez, no es una consecuencia inevitable del paso de los años, las medidas preventivas, son fundamentales, cuando antes se apliquen mejor ya que pueden evitarla y/o minimizar su impacto cuando debuta en pacientes predispuestos a padecerla.

Sin lugar a duda alguna sus consecuencias afectan notablemente la calidad de vida de las personas que la padecen y generan sobrecarga de cuidadores.

Entre las más importantes complicaciones que pueden producirse se encuentran la deformación ósea, debilidad, fatiga un mayor riesgo de caídas con fracturas óseas unido a una menor autonomía y movilidad. También conforma un factor de riesgo ante trastornos respiratorios como infecciones, diabetes o dificultades en el movimiento necesario para mantener la autonomía.

Asimismo, crea las condiciones para la aparición de síndromes geriátricos como inmovilidad, inestabilidad, caídas y úlceras por presión. Para preservar la salud en general, de la masa muscular al envejecer, mantener la independencia funcional y la sensación de bienestar mientras se cumplen años, una adecuada nutrición es uno de los factores más importantes que además contribuirán a evitar el desarrollo de la sarcopenia.

«El ejercicio aeróbico y el entrenamiento de fuerza, sumados a los requerimientos nutricionales adecuados, mejoran la capacidad funcional y pueden revertir y/o disminuir la sarcopenia en el adulto mayor», explica el doctor René de Lamar del Risco, especialista en Geriatría de Hospital Perpetuo Socorro.

Cuanto antes se cumplan con estos requerimientos, menor será el riesgo de padecer esta enfermedad. De hecho, las personas que han practicado ejercicio físico toda su vida, cuidado su alimentación y mantienen una ingesta proteica dentro de su dieta cotidiana reducen aún más las posibilidades de padecerla.

En este sentido, «la asociación entre ingesta proteica y masa muscular esquelética en mayores ha sido identificada en numerosos estudios realizados en los últimos años. Por ello, una adecuada cantidad de proteínas de alto valor biológico es fundamental para estimular la síntesis y reducir el catabolismo muscular. En concreto la leucina y su metabolito contribuyen de manera significativa en la preservación de la función muscular», asegura el doctor Lamar.

La leucina es un aminoácido que utilizan las células para sintetizar proteínas y que debe incorporarse al organismo a través de la dieta. Es de gran relevancia ya que previene el deterioro muscular, ayuda a regenerar los tejidos musculares y a proporcionar energía. Asimismo, contribuye a regular los niveles de azúcar en la sangre y a incrementar la producción de la hormona del crecimiento.

Una dieta balanceada es la opción ideal, cuando falla disponemos de suplementos nutricionales, actualmente muy eficaces a los que debemos recurrir a la mayor brevedad ante la sospecha de que el paciente no cubre las necesidades para estar adecuadamente nutrido.

«El mejor método para prevenir y controlar la sarcopenia consiste en asegurarse un consumo adecuado de alimentos de suficiente valor energético y proteínas, además de la realización de ejercicio físico con regularidad», apunta el doctor Lamar.

Para ello se recomienda, en el ámbito del ejercicio físico caminar al menos 30 minutos al día. Mientras, en el área nutricional lo más aconsejable es una ingesta diaria de 1,2 a 1,5 gramos de proteína por cada kilogramo de peso, sin olvidar un consumo de leucina de unos cuatro gramos tres veces al día teniendo siempre presente el resto de nutrientes, como hidratos de carbono, grasas, vitaminas y oligoelementos necesarios.

En resumen, «se debe tener en cuenta que la administración de una cantidad adecuada de calorías no proteicas es esencial para permitir que los aminoácidos ingeridos se utilicen para la síntesis proteica, minimizando así su oxidación como fuente de energía», concluye el especialista en Geriatría de Hospital Perpetuo Socorro.

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