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Francisco José Fajardo y Enemigos humanos.
Jueves, 25 de junio 2020, 14:47
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Se trata del trámite final de la investigación sobre unos hechos que se iniciaron a las 17.00 horas del día 28 de octubre de 2018, cuando el acusado se encontraba cazando palomas y perdices en el barranco de La Sorrueda junto a tres compañeros más.
Según el Ministerio Fiscal, durante la cacería y al advertir Saúl R. L. «la cercanía en pleno vuelo de un ave rapaz», por cuanto llevaba consigo «algún animal indeterminado entre sus garras», con «evidente intención de atentar contra la fauna silvestre del lugar», disparó a la misma alcanzándola de lleno ya que se encontraba volando a poca distancia. Como consecuencia del disparo, el halcón tagarote cayó al suelo en picado donde resultó muerto «tras haberse estampado contra la roca de la montaña del margen derecho del cauce del barranco a consecuencia de la deflagración mortal efectuada por el acusado», determina el fiscal en su escrito de acusación.
Unos testigos presenciales del hecho avisaron y denunciaron estos hechos al Seprona de la Guardia Civil que hizo acto de presencia en la zona junto a dos agentes de la Policía Local de Santa Lucía de Tirajana. De esta manera, lograron identificar al presunto autor del disparo letal que acabó con la vida de este joven ejemplar de halcón tagarote.
Según el informe realizado por Pascual Calabuig, biólogo y veterinario del Centro de Recuperación de la Fauna Silvestre del Cabildo grancanario, y la necropsia llevada a cabo por los patólogos forenses en la Facultad de Veterinaria, el halcón presentaba una hemorragia intracavitaria torácica, pericárdica y pulmonar, con múltiples fracturas en las extremidades anteriores y posteriores. Las mismas las asociaba a la presencia, al menos, diez perdigones del calibre 6 que utilizan los cazadores para dar muerte a perdices y palomas. El fallecimiento de este ejemplar juvenil se produjo como consecuencia de las «hemorragias severas padecidas» por el disparo realizado a poca distancia debido al gran número de perdigones hallados en su cuerpo.
El ave que resultó muerta era un ejemplar de un año de edad aproximadamente de halcón tagarote, (falco pelegrinoides), en peligro de extinción según el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas. El ejemplar había sido visto en numerosas ocasiones volando por la zona de La Sorrueda e incluso fue fotografiada varias veces por amantes de las aves como muestra la imagen que recoge esta información.
Es una rapaz que no realiza migraciones y puede verse habitualmente en las islas y el norte de África, por lo que está considerada como una especie autóctona canaria. De la familia del halcón peregrino, en las últimas décadas se ha experimentado un aumento significativo de su población en casi todas las islas y en Gran Canaria, concretamente, ya supera de forma amplia el centenar de parejas censadas.
El halcón tagarote se alimenta principalmente de palomas y por eso se han ganado como enemigos a los cazadores de estas especies y a los cetreros, que los capturan para venderlas en el mercado negro debido a que es una especie muy cotizada.
Este juicio está pendiente de ser señalado por la autoridad judicial que por turno corresponda.
Las amenazas que pesan sobre estos halcones son la caza furtiva, algunos cetreros y los tendidos eléctricos. Estas son las principales causas de mortalidad no natural de dichas rapaces. También los deportes de naturaleza como el ala delta, senderismo o barranquismo les pueden ocasionar graves molestias durante el periodo de nidificación.
El veterinario y biólogo del Centro de Recuperación de Fauna Silvestre del Cabildo de Gran Canaria recuerda que desde que examinó al halcón en 2018 «y le vi los agujeritos, manchas de sangre y alas fracturadas, ya sabía que era una perdigonada», rememora.
Le hicieron una radiografía para ver qué tipo de perdigones eran y le «sorprendió que le dieron de lleno y de cerca porque una escopeta de cartuchos, si se tira desde lejos, los plomos se abren y nunca llega una cantidad de plomo tan grande como tenía este halcón». Calabuig tiene claro que «el tiro fue próximo y a conciencia» porque la persona que estaba cazando «con ese calibre podía dispararle a palomas y perdices y un halcón no se parece a ninguna de las dos».
El biólogo también quiso dejar claro que «cada vez son menos los atentados a la fauna que se producen por cazadores ya que, con los años, son más respetuosos con las especies protegidas», apuntó el especialista grancanario.
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