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Domingo, 27 de mayo 2018, 22:04
Una de las principales peculiaridades de la población canaria es su forma de hablar. A pesar de ello, y tras recoger algunos testimonios de figuras públicas y estudiosos de la lengua se observa que entre los hablantes de las islas no siempre hay una actitud positiva con respecto a su habla, aunque esta esté cargada de riqueza cultural e histórica.
Muchos canarios se quedan embelesados al oír las hablas de otros lugares hispanohablantes y, con motivo, pues lo que enriquece al idioma son las numerosas variedades que lo constituyen. El problema nace cuando los propios isleños empiezan a infravalorar su forma de hablar por creerla incorrecta o menos prestigiosa, como suele ocurrir en «los ámbitos populares al compararse con el peninsular», como explica el profesor Maximiano Trapero. Por otro lado, el dialectólogo y catedrático Manuel Alvar ya expuso en su libro Estudios Canarios que «el español de Canarias es tan buen español y de tan buena ejecutoria como el español de cualquier otro sitio: su característica está en esos elementos con que enriquece y hace bella la lengua común».
El pueblo canario siempre se ha caracterizado por ser mestizo y abierto, y su habla por ser una variedad denominada «atlántica», que tiene como bandera el seseo y el acento «dulce», como resalta Trapero. Debido a numerosos factores, entre ellos la globalización, en Canarias están desapareciendo muchas tradiciones y lo mismo sucede con expresiones que aún podemos escuchar a los más mayores.
Sin embargo, el canario posee una riqueza léxica propia que lo convierte en particular: los padres canarios no prohíben que sus hijos se asomen a la ventana, lo que les dicen es ‘no te alongues’, sobre todo a los más noveleros. El isleño ha reconvertido en choni uno de los nombres más comunes de los turistas ingleses, Johnny, y con los años ha cambiado el significado de la palabra.
En el archipiélago también se utilizan palabras que vienen de otros idiomas, la mayoría vinculada a los pueblos con los que ha tenido relación histórica. Como ‘naife’ o ‘bol’, de origen inglés, o ‘millo’ o ‘fañoso’ con genética portuguesa.
Los días con ‘panza de burro’, el canario ni siquiera se ‘amula’, sino que, si puede, se ‘enrala’. ¿Por qué? La respuesta puede encontrarse en la mezcla de lo prehispánico con el resto del mundo que lleva en la sangre. En definitiva, la forma de hablar, entre otras muchas cosas, es lo que hace llamativo al canario.
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