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Nik remonta el vuelo y gana sabores

Nik remonta el vuelo y gana sabores

Se llama José Dávila, pero «la gente vieja» de Telde lo conoce como Pepe el del Nik. Estuvo 18 años como repartidor del refresco, pero dejó el puesto para labrarse un futuro por su cuenta. Ahora regresa por la puerta grande. Ha comprado la fábrica, se la trae a Telde y su reto es que Nik reconquiste Canarias.

Gaumet Florido y / Telde

Jueves, 1 de enero 1970

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Se conoce la marca como nadie, casi tanto como aquella familia, la de Eduardo Quintana, que allá por 1957 empezó a fabricar en Teror uno de los refrescos más emblemáticos de Canarias. 18 años repartiendo y vendiendo sus botellas dan para mucho. Sin ir más lejos, días atrás mandó cambiar la receta del Nik de naranja porque no le sabía como el de toda la vida. Hace 8 meses le compró la marca y la fábrica a su último dueño, un suizo que, como José, también fue, en tiempos, un empleado más. La maquinaria estaba en Firgas y allí sigue produciendo, pero los empleados de Dávila trabajan a marchas forzadas para mudarla hasta una nave en Telde, en el parque empresarial Melenara, donde además será ampliada. Su idea es que en dos o tres meses esté ya a pleno rendimiento.

Cuando Dávila empezó a repartir las botellas de Nik, que entonces solo tenía tres sabores, naranja, fresa y limón, había acabado de fallecer su primer propietario. Los hijos habían cogido el testigo, y José y su hermano Paco se encargaban de repartirlo por tiendas y bares desde Castillo del Romeral a Valsequillo. A José le tocaba Telde. «Yo subía con el camión a Cazadores a las tres de la mañana, para que no se me calentara con el día... pues no me recorrí yo sitios...no quedaba un negocio sin Nik», rememora con orgullo.

Pero un incendio quemó la fábrica, que estuvo dos años sin salir. La rescató el suizo, que se la llevó a Casablanca, en Firgas, donde ha estado 16 años. Se acaba de jubilar y Dávila optó por comprársela. Ha asumido el personal que tenía y ha contratado algunos más. Quiere ampliar su capacidad de producción. Sus miras para Nik apuntan lejos. En la nave de Las Rubiesas la actividad es frenética. Ya tiene montados 4 depósitos con capacidad para almacenar 140.000 litros. También tiene 2 llenadoras, una para agua y otra para refresco, una taponadora...El laboratorio está casi a punto. Al final logrará una capacidad de producción de 2.000 botellas a la hora. Y José Dávila aspira a que estén trabajando 8 horas al día. Se ha propuesto no solo que Nik regrese con fuerza a todos los hogares y comercios de Canarias, sino también al resto de España y a Europa. Parece difícil, pero a Dávila le van los retos. En 19 años ha montado un grupo de 5 empresas, con 70 empleados y 40 coches en la calle. Si con apenas un camión lo llevó por media isla, ¿quién va a parar ahora a los refrescos Nik?

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