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Una odisea para llegar hasta Saturno

Los vecinos de esta vía del Risco denuncian la falta de interés del Ayuntamiento para resolver la compleja accesibilidad para llegar a sus casas. Señalan que al margen del estado de las escaleras no se atienden los servicios básicos de una calle.

Domingo, 8 de marzo 2020, 00:03

david ojeda / las palmas de gran canaria

La sensación de aislamiento en la calle Saturno es tan potente que pocos ciudadanos de Las Palmas de Gran Canaria podrían decir que esta vía, encajada en el complejo entramado risquero de la ciudad, se encuentra en el de San Lázaro y no en el de San Nicolás. Desde allí denuncian la sensación de abandono que padecen, hartos de subir (y caer) por escaleras empinadas, estrechas y mal rematadas.

Esa es solo una de las cuestiones que remarca Soledad Ceballos, una de las vecinas que más pelea por visibilizar las incomodidades que protagonizan su día a día. «Hace más de diez años que me caí subiendo una de las escaleras y se me ha quedado la secuela del golpe para toda la vida», indica.

La calle Saturno es como un oasis en el centro de la ciudad. Desde las azoteas de sus casas terreras la vista es hermosa. Una suerte de bajo skyline desde el que se ve el mar y todo lo que le hace frente desde el último escalón de la ciudad. Y la vía peatonal luce limpia y decorada con flores. «Porque los vecinos nos encargamos de todo. De limpiar y de regar. Por aquí prácticamente no pasa nadie del Ayuntamiento. Y aquí pagamos nuestro IBI. No puede haber ciudadanos de primera y de segunda. Y los hay», señalan en grupo un corrillo de vecinos.

Uno de ellos, que intenta constantemente eludir el objetivo del fotógrafo, señala indignado que «esto viene sucediendo desde hace por lo menos 30 años. Antes venían algunas cuadrillas de vez en cuando y limpiaban. Hasta nos daban pintura para pintar las fachadas. Pero ya no pasa nada de eso. Ni el más esencial de los servicios básicos se cumplen en esta zona. La gente intenta vender sus casas y las pone muy baratas, pero cuando los posibles compradores ven el estado de los accesos y los servicios básicos que no tenemos, no compran», manifiesta.

Soledad Ceballos vuelve a la carga y hace el parte de guerra. «En una casa de esta calle murió mi cuñada, la mujer de mi hermano. Al no tener ningún acceso decente, ni siquiera desde la parte del mirador por arriba, tuvieron que sacarla los bomberos porque los sanitarios no tenían forma de llegar. Lo mismo con una mujer mayor que enfermó aquí al lado, que la tenían que bajar sentada en una silla hasta Domingo Guerra del Río para poder sentarla en una ambulancia», comentó.

La propia Ceballos asegura que se ha plantado en más de una ocasión en las oficinas municipales para intentar hablar con el alcalde Augusto Hidalgo, pero no ha tenido suerte. «Siempre me dicen que me toman nota y se la pasan y que ya me llamarán. Pero eso nunca ha pasado».

Además de los problemas de acceso, con escaleras alambicadas e interminables, los vecinos señalan que el abandono de muchas zonas hace que sea lugar constante de menudeo y consumo de drogas. Especialmente en horario escolar.

Algunos tienen su teoría al respecto del abandono que aseguran padecer. «Sé que en el Ayuntamiento hay una tonga de expedientes sobre las casas que se quedan vacías para poder quedárselas. Lo que están buscando es que nos aburramos y nos marchemos, para poder especular y construir aquí», añaden.

Porque como dice Ceballos, «la gente se ríe de Pepa Luzardo cuando dice lo de Triana Alta, pero es que es Triana Alta».

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