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Nos alegramos mucho de que en Arucas se haga justicia y de que Pino Sosa haya encontrado a su padre, pero nos gustaría recibir el mismo trato para las personas que están aquí, que son más de ochenta asesinados». Los que hablan son Paco y Pino González, primos, vecinos de San Lorenzo, que también sufrieron la represión franquista en las carnes de sus raíces. Su abuelo, Francisco González fue fusilado en La Isleta, el 29 de marzo de 1937, junto a otros vecinos del antiguo municipio, y llevados a la fosa común del cementerio de Vegueta en los «camiones de la carne», que bajaban por la calle Faro manchándola de la sangre de los represaliados de la dictadura.
Los análisis realizados hasta ahora apuntan que Francisco González está a un metro y medio de profundidad junto al alcalde de San Lorenzo, Juan Santana, en el momento del golpe de estado.
Lo que no entienden es que se tarde tanto en proceder a la exhumación. La buena noticia les llegó el viernes pasado, cuando desde el Cabildo de Gran Canaria se les informó que ya se ha firmado el convenio con la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria y que solo se está a la espera de que los especialistas universitarios se pongan a disposición del Cabildo. «Nos han dicho que el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria pone 15.000 euros y el Cabildo, otros 15.000», explica Pino González.
El padre de Paco se ha hecho ya la prueba de ADN. «No queremos promesas, queremos hechos», sentencia este joven, autor de varios libros sobre el genocidio franquista. Lamentan la poca predisposición que ha mostrado el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria en este proceso, en especial del concejal Sergio Millares. Pero saben que quien resiste vence. Su tesón es lo único que garantiza que la memoria no se evapore. Sin ella, no hay reparación ni justicia.
La imagen superior muestra a los tres hermanos que quedaron huérfanos tras ser asesinado su padre, Francisco González. Son, de izquierda a derecha, Lorenzo -ya fallecido tras ser incapaz de soportar aquel dolor-, Diego y Francisco. En la foto no está el cuarto hermano, Braulio, que murió cuando tenía tres meses de edad al ser zarandeado por las brigadas del amanecer, que habían entrado en su casa en busca de Francisco González. La otra foto es de Dolores García López, la abuela de Pino y de Paco González. Ambos denuncian que hay muchas presiones para que no se levanten los recuerdos de la fosa común del cementerio de Vegueta. «Aquí, junto a los asesinados, hay gente de familias importantes que participó en el genocidio, en este cementerio también están los asesinos».
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