Borrar
Vea la portada de CANARIAS7 de este viernes 5 de diciembre de 2025

El restaurador que siempre mimaba a sus clientes

Canarias7 / Las Palmas de Gran Canaria

Lunes, 26 de marzo 2018, 23:35

Dice el refranero español que el ojo del amo engorda el caballo, de manera que quien quiera garantizar la prosperidad de su negocio debe estar en el mismo, atento siempre a lo que suceda, garantizando la calidad del servicio y la respuesta del cliente. Todo eso es lo que caracterizaba a Rafael Pulido García, que falleció ayer en Gran Canaria a los 75 años de edad, cuando se encontraba junto a su familia almorzando en un restaurante próximo a Las Canteras.

Su nombre estaba unido en los últimos años al Restaurante Ribera del Río Miño y El Arrosar, pero hablar de la figura de Rafael Pulido es hacerlo también de la cocina de Casa de Galicia, local de restauración que regentó entre 1982 y el año 2011. Y también su nombre está unido a El Coto y Casa Rafael, lugares en los que dejó constancia de su empeño en que calidad en el menú y exquisitez en el trato estuviesen siempre de la mano.

Granadino de nacimiento, Rafael Pulido llevaba más de medio siglo afincado en la isla de Gran Canaria. Llegó como muchos otros en los años 60, cuando el turismo empezaba a cambiar la forma de ser de la isla y de Canarias en general. Sus primeros trabajos en el mundo de la restauración suponen en el viaje en el tiempo, en locales como el Bellemen, Helios, Tegala y los bares Tagor y Cubay.

Ya a finales de los 70 y sobre todo a comienzos de los 80, Rafael Pulido empieza a ser conocido como el restaurador y empresario de locales de referencia en la ciudad. Y es en local de la Casa de Galicia donde da el gran salto a la popularidad, con una combinación entre cocina de calidad y ambiente entrañable, con un toque familiar.

Entre sus aportaciones a la restauración en Gran Canaria sobresale la apuesta por la comida en la barra, algo muy típico en la cocina tradicional peninsular y que en Canarias costaba inicialmente asumir en restaurantes de postín, pero que hoy se ha generalizado. Basta con mirar lo que pasa a diario en El Arrosar o en Ribera del Río Miño.

Allí por donde pasó, la exigencia en la calidad de los productos fue otra de sus señas de identidad, hasta el punto de coger el avión en más de una ocasión para desplazarse a la península en busca de materia prima para los fogones cuando no encontraba en el mercado local aquello que sabía que deseaba la clientela.

Fue en el año 2011 cuando Rafael Pulido inauguró este último restaurante, que se convirtió sobre la marcha en marca de calidad en la capital grancanaria. En unos años marcados por la crisis económica, a muchos les costó entender el sentido de esa iniciativa pero el tiempo se encargó, una vez más, de darle la razón a Rafael Pulido y de demostrar su olfato, su instinto y su capacidad para dar con esa tecla especial que conecta al empresario con el cliente.

Allí, en Ribera del Río Miño, o en El Arrosar, se le podía ver con frecuencia. Con esos ojos del amo que engordan el caballo, atento a lo que pedían los clientes, comprobando sus reacciones y siempre esforzándose por saludar a todos. Porque Rafael Pulido era de los que estaba totalmente convencido de que el buen restaurador se mide no solo en los fogones o tras la barra, sino en ese trato al comensal: con educación, agradeciéndole siempre la visita pero sin agobiarlo con una insistencia innecesaria.

En los últimos años, y pese a las limitaciones por los achaques de la salud, seguía siempre al cañón, ganándose a pulso el reconocimiento de los clientes y también de la restauración en general. De hecho, la noticia de su fallecimiento llenó ayer de luto al mundo de la cocina en las Islas Canarias y al empresariado.

Por algo Rafael Pulido había atesorado todos los reconocimientos del sector, así como de entidades como el Centro de Iniciativas Turísticas de Gran Canaria o del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, que lo distinguió en 2015 precisamente por su contribución a la promoción gastronómica de la ciudad. Porque ese fue otro de sus méritos: Rafael Pulido se convirtió en un embajador de Canarias para el visitante, para ese turista que llegaba convencido de que aquí la gastronomía era una asignatura pendiente, y que salía de los locales que regentó con una idea totalmente diferente.

Desde estas líneas, CANARIAS7 deja constancia de su más sentido pésame por el fallecimiento de Rafael Pulido y traslada las condolencias a familiares y seres queridos, en especial este periódico expresa su pesar a su viuda, Lidia García Cabrera y a sus hermanos.

La capilla ardiente con sus restos mortales quedará abierta hoy en el Tanatorio San Miguel, en Las Torres, en la capital grancanaria, donde se procederá esta noche se procederá a la incineración de sus restos mortales.

Descanse en paz.

Sigues a Canarias7 / Las Palmas de Gran Canaria. Gestiona tus autores en Mis intereses.

Contenido guardado. Encuéntralo en tu área personal.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

canarias7 El restaurador que siempre mimaba a sus clientes

El restaurador que siempre mimaba a sus clientes