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La sede del Marino, convertida en oficinas

La sede del Marino, convertida en oficinas

Uno de los domicilios sociales que tuvo la entidad fundadora de la UD Las Palmas, situado en la calle Murga, cae estos días bajo la piqueta para dar paso a una promoción inmobiliaria. Su escudo resistió el paso de las décadas en la fachada.

Miércoles, 15 de julio 2020, 17:06

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Cuenta la tradición oral de Las Palmas de Gran Canaria que la ciudad antiguamente se partía, del Puerto a Arenales, entre los devotos del Victoria y los del Marino. Más que una rivalidad deportiva, una rasgo de identidad de la capital en la primera mitad del siglo XX. Mientras en la playa de Las Canteras todavía emerge imperial el edificio que alberga el legado victorista, en Arenales, concretamente en la calle Murga, la que fue la sede del Marino desde los años 80 está siendo demolida para dar paso a un edificio de oficinas.

Con una historia propia muy rica y laureada, el Marino consolidó su posición social al convertirse en uno de los cinco equipos fundadores de la Unión Deportiva en 1949. Eso sepultó su trayectoria, respetada en todo el archipiélago, y que alcanzó su cota de mayor relevancia con la consecución de la Copa Lucana de 1922. Campeón de Canarias en siete ocasiones (1917, 1923, 1929, 1943, 1945, 1946 y 1948), fue considerado el club más popular de las islas bajo la presidencia de Eufemiano Fuentes.

Sin embargo, su adscripción a la causa del club común, enclavado su escudo en el segundo lugar de derecha a izquierda en la heráldica del nuevo representativo, fue restándole relevancia hasta desaparecer como entidad deportiva. Algo que con el tiempo ocasionó varias resurrecciones infructuosas.

Cambio de sede.

El Marino tuvo su sede social muchos años en la calle de Venegas. Y su nacimiento se produjo en la calle Cebrián. Pero desde 1977 fue buscando otro encaje en Arenales, barrió sobre el que se cimentó su legado, hasta acabar en la sede del número 41 de la calle Murga. Ese local ocupado hoy por obreros y en el que se promueve la construcción de oficinas.

Entonces se convirtió en un punto de encuentro para sus socios. Que no renunciaron a la identidad y camaradería de la institución a pesar de que ya el legendario club de fútbol, fundado fuera de la portada el 12 de mayo 1905 como Marino Football Club con su camiseta azul y su calzón blanco, no existía.

En aquel punto de encuentro sus socios no solo encontraban un abrevadero y una mesa sobre la que jugar la partida. Allí también se ofrecía un espacio para dinamizar actividades culturales. Por ejemplo una exposición retrospectiva destacada en 1992 sobre la obra de Rafael Bethencourt, Rafaely, uno de los artistas más célebres de su tiempo.

El Marino atravesó un proceso complicado como entidad social cuando en 1977 dejó su sede de la calle Venegas. Ese es el momento en el que llegaron a la de la calle Murga. En 1988, con un cuerpo de unos 300 socios que abonaban una cuota de 400 pesetas, la entidad, aquella a la que futbolísticamente se le gritaba desde las gradas «serenidad, Marino», pagaba 47.500 pesetas por el alquiler de las dos plantes del edificio que en breve recibirá a nuevos inquilinos en las oficinas que se están construyendo en estos momentos a marcha martillo en su zona interior.

A la historia del Marino Club de Fútbol hay siempre que asociar personalidades legendarias de las islas. Su célebre delantero Eliseo Ojeda, del barrio de Arenales, jugador fundador y de leyenda. Por supuesto Luis Molowny, que llegado de Tenerife, militó en las filas marinistas antes de marcharse ha convertirse en leyenda del Real Madrid. O aquel famoso partido contra el Liverpool en el antiguo Campo España, allí donde hoy está la sede de la presidencia del Gobierno de Canarias, con un disputado triunfo del equipo británico por 3-5. Leyenda de la ciudad.

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