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La ciudad de un árbol cada seis habitantes

La ciudad de un árbol cada seis habitantes

Las Palmas de Gran Canaria cuenta con 35.397 árboles y 23.276 palmeras, consideradas plantas arborescentes en un espacio compartido por 378.000 residentes, sin contar con las personas que se trasladan a este punto cada día.

Jennifer Jiménez / Ahora.plus / Las Palmas de Gran Canaria

Jueves, 1 de enero 1970

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Las Palmas de Gran Canaria debe su nombre a la presencia de palmeras autóctonas que históricamente han abundado en la ciudad, según recogen las crónicas y fotografías de antaño. Sin embargo, su expansión y la masificación urbanística fueron mermando el color verde de la capital de la isla, no solo disminuyendo la presencia de palmeras, sino de plataneras y otros árboles que con el paso de los siglos han dado como resultado que hoy la ciudad sea más gris. Actualmente, solo hay un árbol o palmera por cada seis habitantes. Es decir, la ciudad cuenta con 35.397 árboles y 23.276 palmeras (consideradas plantas arborescentes) en un espacio compartido por 378.000 residentes, sin contar con la cantidad de personas que se desplazan hasta este punto para trabajar, visitar o hacer gestiones cada día.

A ello se le suma el dato de zonas verdes y ajardinadas como tal, que según el Ayuntamiento, conforma una extensión de 2,4 millones de metros cuadrados, de las que 417.414 se corresponden a césped.

Se trata de una realidad que contrasta con el hecho de que los índices de calidad del aire se encuentran en general entre los parámetros normales, algo que en esta ciudad se contrarresta por la importancia que tiene el mar. Concretamente, gracias a la playa de Las Canteras, que es considerada su pulmón.

Sin embargo, el cambio climático amenaza con fuerza a Canarias, territorio vulnerable por el hecho de ser islas. Los árboles y las zonas verdes se convierten así en una herramienta esencial en su lucha. Y es que los árboles absorben dióxido de carbono, de manera que permiten bajar la temperatura y combatir así el efecto isla de calor que se genera en las ciudades y, en consecuencia, el calentamiento global. En otras palabras, se siente mucho más frescor en un parque o paseando a la sombra de árboles que en las zonas donde solo hay edificios. Lea aquí el reportaje completo.

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