Hidalgo expone “el relato de una nueva ciudad”
Con una cita a un pasaje de «las bellas narraciones que la historiografía nos ofrece sobre la historia de nuestra ciudad», arrancó el discurso que ofrece el alcalde Augusto Hidalgo en el acto institucional de entrega de honores y distinciones con el que la ciudad reconoce la trayectoria de 18 personalidades y organizaciones en la víspera del 539 aniversario de su fundación celebrado en el auditorio Alfredo Kraus.
Canarias7 / Las Palmas de Gran Canaria
Sábado, 24 de junio 2017, 11:43
Pero el regidor capitalino no quiso quedarse en el pasado y prefirió pararse a «recapacitar con determinación sobre la realidad de nuestro presente» y «elevar nuestra mirada al futuro».
Este es el texto íntegro de discurso.
El 28 de mayo de 1478, --el 10 de junio, según Rumeu de Armas--, tres embarcaciones con mas de 600 hombres a bordo, al mando del capitán Juan Rejón, partían del Puerto de Santa María para dar cumplimiento a la orden de los Reyes Católicos de dar conquista a las islas de Canarias que hasta entonces se habían resistido a plegarse ante los señores de Castilla. La meta prevista era la bahía de Gando, con el objeto de apoderarse de la ciudad indígena de Telde
Casi un mes después, en la mañana del 24 de junio, desembarcaron en la bahía de las Isletas, y según la crónica de Abreu Galindo, una vez acabada la misa que pronunció el deán Juan Bermúdez, comenzaron a caminar en dirección a Gando, su primer objetivo. Pero “llegando al lugar donde al presente está la ciudad, se les puso por delante una mujer canaria en el traje, y les preguntó en nuestro lenguaje castellano dónde iban. Y, dada razón y cuente a qué venían, les dijo que no fuesen a donde tenían determinado, que era lejos y el camino áspero, y corrían mucho riesgo; que mucho les era allí donde les mostraría, que era cerca, pasado el arroyo del Guiniguada, que estaban en buen compás de la isla y tenían agua y el puerto cercano y, para poblar, lugar llano y bien asentado, y mucha leña y previsión, y que de allí podían conocer toda la isla”. Comprobado por el capitán Rejón y el deán Bermúdez que la canaria les había dicho verdad, asentaron allí su campamento “el cual es sitio llano –continúa Abreu--, muy lleno de muchas y altas palmas y higuerales; y por la abundancia de palmas que había, le llamaron el Real de Las Palmas, y este nombre quedó a la ciudad”.
Señoras, señores, dignísimas autoridades, distinguidos Hijos a Hijas Adoptivos y Predilectos de Las Palmas de Gran Canaria y Medallas de Oro de la Ciudad, buenas noches.
Me resulta prácticamente imposible comenzar esta intervención ante ustedes, con motivo de la celebración del 539 Aniversario de la fundación de la Muy Noble y Muy Leal Ciudad del Real de Las Palmas, sin citar al menos un pasaje de las bellas narraciones que la historiografía nos ofrece sobre el origen de nuestra ciudad. Un recuerdo al pasado, evocación de la memoria que nos enorgullece y conforma parte de nuestra identidad.
Pero esta casi obligada cita histórica no nos impide que en un momento tan solemne como el de este Acto Institucional que la víspera de cada 24 de junio nos convoca, nos detengamos un momento a recapacitar con determinación sobre la realidad de nuestro presente y, al propio tiempo, elevar nuestra mirada al futuro.
Hoy, tras 539 años de devenir colectivo, y tras muchos retos alcanzados a la vez que dificultades superadas, el Real de Las Palmas se honra de haber logrado configurarse como una auténtica capital del espacio atlántico.
Es esta atlanticidad de la ciudad la que ha venido marcando los diferentes y numerosos actos conmemorativos de la efeméride fundacional, argumentado en la base de haber sido designada Las Palmas de Gran Canaria como Ciudad Atlántica para el presente año, por las ciudades que conforman el Arco Atlántico.
Una distinción que sirvió como punto de partida para el magnífico pregón que días pasados pronunció Elena Acosta, y en el que nos exponía de forma magistral las razones por las que los canarios y las canarias podemos sentirnos orgullosos de nuestra identidad; que no hay razones para sentirnos menores, sino, al contrario, adquirir la conciencia de la posición de centralidad que ocupamos en el espacio del Océano Atlántico, que a su vez marca los lindes de una civilización: la Atlántica.
La contribución de Canarias a la formación del mundo trasatlántico ha sido fundamental. Y no sólo por la gesta del Descubrimiento: Colón visitó nuestra Isla en sus viajes hacia el Nuevo Continente, sino que quizás aquí, si me lo permiten, conviene que recuerde de nuevo al Maestro Rumeu de Armas, quien afirma que el Océano recibió probablemente su nombre de las islas y no al revés, basando su afirmación en los textos clásico griegos, como el de Heródoto que decía:
“Hay en el Océano un monte llamado Atlanta, el cual es cónico y tan elevado que no se divisa bien su cumbre”.
Y en las Islas, Las Palmas, como primer núcleo urbano construido en el momento en que se inicia la expansión europea por el espacio atlántico, donde se ensayará el modelo urbano que luego veremos desarrollarse en varias de las ciudades americanas.
Pero esta posición de centralidad y de atlantismo que hoy encomiamos, lo es mucho más ideológica o de mentalidades que geográfica. Reflexionar sobre esta condición nos obliga a comprender que el nuevo relato de la ciudad que pretendemos construir no es posible sin contemplar la necesaria combinación entre su dimensión local y su presencia en la red global.
Es tiempo de flujos, escribe Joan Mascarell. Un tiempo en el que el “nuevo relato de ciudad sólo puede nacer de la voluntad de pensar, de dialogar y de pactar”. “Sólo así, pensando, dialogando y pactando, será posible escribir un nuevo contrato de ciudad”.
Un Contrato de Ciudad que requiere de diversas piezas para que resulte efectivo:
En primer lugar, una voluntad de diálogo que haga posible superar las diferencias individuales en beneficio del bien superior, el bien común y la defensa del derecho básico a la igualdad. Algo que en el caso de Las Palmas de Gran Canaria podemos decir sin falsa modestia, es todo un ejemplo.
Pero esa voluntad de entendimiento no bastaría en sí misma si actuara inconexa con la realidad social, sin contar con la capacidad de la ciudadanía para formar parte activa en el proceso de reflexión y decisión de las medidas que le afectan.
Y como tercer elemento para este Contrato de Ciudad, el compromiso social. La necesidad de tener siempre presente que, aunque avanzamos, aún existen fracturas sociales que es preciso curar.
La recuperación económica que comienza a ser sentida en algunos sectores no nos puede hacer olvidar que aún más de 40.000 personas demandan empleo en nuestra capital, y que muchas familias aún precisan ayuda para vivir con dignidad. Es singularmente importante no perder de vista esta realidad para no perdernos en quimeras, y reconocer públicamente esta necesidad como un reto, como un compromiso. Porque en ese Contrato de Ciudad el primer deber es construir una ciudad para todos, una ciudad inclusiva, cada vez más cooperativa. Un modelo de ciudad hacia el que avanzamos con paso firme, y cuyos logros empezamos a atisbar.
Tras esta breve pero necesaria reflexión sobre nuestro presente, un momento como el que esta noche nos convoca quedaría inconcluso sin aunque sea un esbozo sobre el futuro, sobre los retos que nos esperan, siguiendo la invitación a soñar la ciudad futura que Fray Lesco nos hacía.
Una ciudad futura que comienza a sentirse ya como presente: donde las nuevas tecnologías, la información en tiempo real al servicio de la ciudadanía, y la transparencia en la gestión, la planificación y el diseño de las políticas públicas resulten accesibles y abiertos a la participación y el consenso. Una ciudad inteligente, que defiende los valores medioambientales y de sostenibilidad como indispensables para un porvenir armónico y saludable para nosotros y nuestros hijos.
Esta ciudad que ya no se fundamenta en documentos estratégicos, sino en realidades concretas, comienza a dar pasos certeros en la senda de superación del deterioro notable que engendró la eclosión urbanística iniciada a mediados del pasado siglo y cuyos efectos desorganizadores aún nos afectan, provocados por la masificación urbana, la escasez de espacios libres y las dificultades de conexión entre los centros urbanos y la periferia a causa de esta desestructuración de la morfología urbana.
Las Palmas de Gran Canaria avanza hoy con acciones concretas para superar esas dificultades, barrera invisible que perjudica la movilidad, la interrelación de los distintos lugares de la ciudad, que supone obstáculos para el igual y necesario progreso de sus habitantes.
Además, y tampoco podemos dejarlo de lado esta noche, nuestra ciudad revive sus mejores tiempos. De nuevo, y como sucediera ya en el pasado siglo, Las Palmas de Gran Canaria es un atractivo para los visitantes foráneos que llegan hasta aquí atraídos por la belleza natural de nuestro paisaje y de nuestras playas, especialmente la de Las Canteras, --una de las mejores playas urbanas del mundo--, pero también porque la nuestra es una ciudad segura, con una capacidad hotelera que aunque factible de ampliación ofrece unos altos estándares de calidad, apta para el comercio y para la celebración de encuentros científicos o de negocio. Valores todos ellos que sin duda habrán contribuido a otorgar a nuestra capital la presidencia del Spain Convention Bureau, y para que haya sido elegida sede para la celebración el próximo año de su Asamblea Anual.
Debemos ser conscientes de la oportunidad que la recuperación de la actividad turística significa, y saber asimilarla. Es verdad que es uno de los motores más importantes para la generación de economía y con ello de empleo, pero también debemos cuidar especialmente que esos impactos positivos no produzcan una degradación en nuestros valores medioambientales o socioculturales, degradando nuestro entorno, o desculturizando nuestro destino difundiendo una imagen estereotipada que no se corresponda con la realidad de nuestra identidad.
Es por ello que en el modelo de desarrollo que deseamos entendemos el lugar central que ocupa la cultura. No sólo como valor económico –con frecuencia tendemos a ver el lado económico de las cosas--, sino como su contribución clave para la mejora de la habitabilidad, como factor de cohesión social, de identidad, y para el pluralismo y la calidad de vida de la ciudad, de sus vecinos y visitantes.
Alcanzar estos objetivos no es una tarea unitaria, requiere un elemento fundamental que es el compromiso personal, la colaboración de aquéllos que, con su dedicación, aportan ese necesario grano de arena sin cuyo concurso resulta imposible avanzar.
A algunas de esas personas reconocemos públicamente en la víspera del aniversario fundacional como Hijos e Hijas de la Ciudad.
Felicitamos por ello a a María del Carmen Sánchez, polifacética atriz que ha sabido ganarse el respeto y admiración del público a lo largo de una trayectoria artística defendida con tesón y acierto, demostrando el talento artístico que atesora Canarias.
A Ángel Viñas Martín, historiador que ha contribuido con su obra a la recuperación de la figura del que llegara a ser último Presidente del Gobierno de la II República, Juan Negrín López, uno de los canarios más ilustres, hijo también de nuestra ciudad.
A Gerardo Garcés Martín, eminente especialista en medicina deportiva y fundador del Instituto Canario de Ortopedia y Traumatología, y también docente e investigador en medicina, con más de tres décadas de experiencia profesional.
A Jorge Carlos Petít Sánchez, también médico y cirujano especialista en Medicina Intensiva, quien acredita asimismo una larga carrera dedicada a la gestión sanitaria, contribuyendo notablemente a su mejora.
Sra., Sres., Las Palmas de Gran Canaria se enorgullece de contar con ustedes, reconociéndoles desde hoy entre sus Hijos Adoptivos. Enhorabuena.
Junto a ellos, y la única diferencia en el título la motiva el haber nacido en el municipio, reconocemos como Hijos e Hijas Predilectos a:
Vicente Marrero Domínguez, empresario comprometido con el desarrollo económico de Canarias y con la economía azul, vinculado a diversas entidades que a su vez promueven la emprendeduría y la investigación.
A Jorge Rodríguez Padrón, doctor en Filología y uno de los más relevantes ensayistas de las letras hispanas, a quien la propia Academia Canaria de la Lengua destaca por su especial atención a las relaciones entre la poesía en español escrita a ambos lados del Atlántico y a quien, si me lo permiten, aprovecho para felicitar por su brillante discurso en nombre de los homenajeados.
A Manuel Herrera Macario, de quien podemos decir ha dedicado toda una vida a un club deportivo, el Metropole, poniendo el mayor empeño en promover la práctica del deporte entre personas de todas las edades, especialmente jóvenes y niños, logrando que el Club haya cosechado numerosos éxitos en todas las disciplinas de la natación que engrandecen a Canarias.
También en el ámbito deportivo reconocemos a Aurora Gil Dávila, pionera en la práctica de la natación sincronizada, deporte que a su vez fomenta desde su actividad como entrenadora de la Real Federación Española de Natación.
Francisco Bello García, hombre al que distinguimos por su especial vinculación con la joya de nuestra ciudad, la Playa de las Canteras. Por ella vela, y por defenderla y divulgar sus valores ambientales, históricos y sociales, mereció asimismo recibir el título de Playero de Honor.
Joaquín Espinosa Boissier, abogado y durante dos décadas decano del Ilustre Colegio de Abogados, distinguido por sus compañeros del mundo jurídico por la entrega y el talante con el que ha ejercido su profesión, además de por su contribución al desarrollo de las islas.
Antonio Calderín Ortega, también médico, especialista en angiología y cirugía vascular, quien con su rigurosa vocación profesional ha contribuido a mejorar no sólo la salud, sino la calidad de vida de muchas personas de esta isla.
A Roberto Herrera Reyes, quien atesora una trayectoria profesional dedicada a la información y la comunicación en la que se distingue además por su peculiar estilo, cercano a la gente, y persona vinculada desde hace años al carnaval capitalino.
A Juan José Laforet Hernández, cronista de la ciudad y de la isla, quien asimismo cuenta con una dilatada trayectoria profesional vinculada a la docencia, y colaborador siempre dispuesto a prestar su contribución para realzar a Gran Canaria y su capital.
Y por último, dentro de este capítulo de Hijos Predilectos, nos honra reconocer a título póstumo a doña Aurora Pérez, por su labor vinculada al movimiento y la participación vecinal en Las Palmas de Gran Canaria, y a Guillermo García Blairsy, deportista de mérito y también catedrático vinculado a la investigación sobre la Biología Marina y las Algas en Canarias.
Enhorabuena a todos y también, por extensión, a sus familias. Su ejemplo debe servirnos como impulso para marcarnos horizontes no cercanos, porque todo es alcanzable con tesón y honradez.
Asimismo, la Ciudad concede sus medallas de Oro a tres entidades cuyos fines de acción son muy distintos, pero que tienen en común un largo recorrido con reflejo en el progreso social y cultural que trasciende incluso la frontera insular: El Colegio San Ignacio de Loyola, que este año celebra el primer centenario de su establecimiento en Las Palmas de Gran Canaria; el Centro de Orientación Familiar de Canarias y la Cofradía de Pescadores de San Cristóbal.
A todos ellos, a todos los homenajeados, Hijos e Hijas de la Ciudad y distinguidos con la Medalla de Oro, les reitero mi felicitación. Suponen ustedes ejemplo de lo que debe ser una sociedad que anhela ser cada día mejor.
Y a todos ustedes les quiero emplazar, a la ciudadanía en general, en el reconocimiento de que, como tantas veces ha pasado en la historia de esta ciudad, que se ha levantado de sus cenizas para mirar al frente y construir su futuro, hoy, una vez más, volvemos a poner pie en tierra para, levantando el mentón, defender con orgullo la pertenencia a esta ciudad. Una ciudad que con hechos demuestra que puede mirar cómo hoy se construye su presente para mirar con esperanza al futuro, defendiendo sin rubor que Las Palmas de Gran Canaria es, y nunca lo ha dejado de ser, una gran ciudad.
Y termino, señoras y señores, agradeciéndoles su presencia y atención. Y les invito a acoger la madrugada desde la orilla de la playa de las canteras y celebrar con el fuego y la música el 539 aniversario del nacimiento de nuestra ciudad: Las Palmas de Gran Canaria. Que disfruten de la fiesta.
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