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El local elige al cliente, no al revés

El local elige al cliente, no al revés

Con el ritmo de Despacito, Felices los cuatro o Mala mujer. No importa la canción que suene la noche del viernes, el objetivo de la gente es compartirla y disfrutar de esa desinhibición no permitida en otros contextos. Después de una cena o de hacer ‘botellón’, el plan nocturno en la capital es «darlo todo» en alguna discoteca.

Ibón S. Rosales

Jueves, 1 de enero 1970

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La noche del viernes es la más esperada. Inaugura el fin de semana y pone en marcha el ocio nocturno que tiene su previa los jueves. En otras capitales como Madrid o Barcelona la fiesta en algunas zonas se prolonga los siete días pero en Las Palmas de Gran Canaria, a excepción de los puentes y del carnaval, se puede salir de fiesta con ambiente los viernes y los sábados.

Los más jóvenes eligen el botellón como primer plan nocturno antes de meterse en los garitos. El Intercambiador de Santa Catalina, la zona de El Lloret, La Naval o el parque Romano son los veriles elegidos para la barata práctica de beber alcohol en la calle. «Si pudiéramos lo haríamos en casa, con la musiquita y sin que se derritan los hielos», explican, cubata de plástico en mano, Claudia, María, Andrea y Anais, perfectamente arregladas para salir de noche. Consumir bebidas alcohólicas en vía pública está prohibido pero las veinteañeras aseguran que hay ciertas zonas donde la policía no multa. «Pasan por aquí, ven que estamos tranquilitas y siguen de largo», cuentan. Sobre el botellón comentan que es «más barato» pero también un momento de encuentro divertido con amigos previo a la fiesta. Las universitarias, nacidas en 1997, salieron esa noche al Sotavento Club, en el Muelle Deportivo.

A partir de la medianoche los garitos de la ciudad ya tienen algo de ambiente. CANARIAS7 estuvo en la discoteca Chester, situada cerca de Santa Catalina junto a otra decena de locales de ocio nocturno. Se celebra la Unicornio Party, «el unicornio está muy de moda entre las mujeres, se ha convertido en un icono», interpretan los dueños del local Raúl Martín e Israel Melián, quienes manifiestan esa estrategia de captar público femenino. Sobre el trabajo de noche en la capital, los empresarios cuentan que es duro «tener que trasnochar» y que «se trabaja toda la semana aunque la gente crea que solo lo hacemos los viernes». Lo más positivo es ver disfrutar a sus amigos y familiares «en su casa».

El consumo de alcohol en las discotecas degenera algunas veces en reyertas, para ello tienen contratado un equipo de seis controladores de seguridad. «Nosotros tenemos un público que realmente no ocasiona problemas, habiendo alcohol es normal que alguna noche pase algo pero casi nunca pasa nada», comentan. Y el día que se arma algún jaleo llaman a la Policía Nacional, que «colabora y en seguida resuelven todo».

El derecho de admisión en las discotecas es otro tema que suele generar debate, sobre todo entre los hombres a quienes se les exige una vestimenta formal pero también más cosas. En el caso del ocio nocturno es el local el que elige al cliente y no al revés. «Tenemos un perfil y es el que queremos trabajar. Sencillamente es una forma de vestir y de comportarse. Aquí viene la gente a pasarlo bien, hacemos un filtro duro», explican, y ese filtro, que también implica la edad, es el que evita altercados durante la noche.

«Mayor conciliación para el ocio nocturno»

Israel Melián, Raúl Martín y Damián Almeida se aventuraron en diciembre de 2014 a crear la discoteca Chester, uno de los locales de ocio nocturno referentes de la capital. Tan bien les ha ido con este negocio que próximamente inaugurarán Chester Meloneras, que dicen será la discoteca «más espectacular de toda Canarias» por su apuesta tecnológica y de concepto, que incluirá espectáculos. Melián y Martín critican por restrictiva las ley de licencias de discotecas. «Fuimos a un congreso nacional sobre ocio nocturno y los invitados de Amsterdam y Berlín hablaron de la figura del ‘alcalde nocturno’. Aquí no hay nada enfocado a la conciliación entre el ocio nocturno y de día. El vecino necesita dormir pero también salir», dijeron. Se preguntan qué se le ofrece al turista «de 30, 40 y 50 años que le apetece una copa después de cenar» en la ciudad.

Precariedad laboral

El trabajador José Luis Martínez aseguró valiente que la precariedad laboral a la que se ven sometidos los camareros en la hostelería canaria es una vergüenza, «antiguamente nadie quería ser camarero y se ganaba un dineral». Ni se contempla un salario digno acorde con la nocturnidad ni se cotiza como se debería. El cocktelero cuenta que la madrugada se está pagando a siete euros la hora. Afincado en las Islas desde hace dos años, Martínez ha trabajado en seis locales de hostelería de Las Palmas de Gran Canaria y se marcha a Tenerife porque le han ofrecido por fin un contrato a jornada completa en un local de lujo en Las Américas. «Yo no conozco a día de hoy a ningún camarero que tenga un contrato con su categoría y cotizando las horas que trabaja», denunció. El madrileño de 36 años está harto de que el turismo y el consumo mejoren pero los salarios solo vayan a la baja.

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