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De las emergencias a la okupación

De las emergencias a la okupación

La casa de socorro del Puerto, con los característicos ladrillos de su fachada, forma parte de la cartografía de la memoria de una ciudad no siempre atenta a su patrimonio. Hoy, este emblemático dispensario de la calle de Albareda es residencia de Okupas.

David Ojeda y / Las Palmas de Gran Canaria

Jueves, 1 de enero 1970

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Cuenta la tradición oral, recogida en la carta etnográfica de la Fedac, que en la desaparecida casa de socorro del Puerto ejercieron la medicina ilustres galenos de la isla como Rafael O’Shanahan o el urólogo Bernardino Valle. Hoy el paisaje urbano del Puerto, cargado de hollín, enseña una fachada que vivió tiempos mejores, Con cristaleras rotos y habitantes inesperados ajenos a la propiedad privada del edificio.

Ni ellos mismos saben cuántos son. Un valenciano de 35 años –se niega a dar su nombre– y que lleva 15 años recorriendo países como okupa es nominado por sus compañeros como el portavoz. El encargado del alojamiento. «Estamos dentro de esta casa por filosofía de vida. Derecho a la vivienda, es simple, es un derecho humano», dice.

Nadie les ha reclamado que abandonen la casa de socorro. Tampoco han sufrido encontronazos con el entorno. «Si hago una okupación en algún lugar trato de buscar de quién es la casa, de quién es la herramienta que estoy ocupando».

Este valenciano aterrizó en Canarias proveniente de África y decidió alojarse entre las paredes de las dos plantas de la casa de socorro. Ahí ha cobrado forma su figura jerárquica, siendo él un poco el patrón de la vivienda. «Voy acogiendo a gente. Soy viajero y siempre me han acogido en muchos sitios. A los que veo por la calle que necesitan donde alojarse, aunque tengo mi filtro también.

Este portavoz de los okupas señala cómo dan con la ubicación otras personas con la misma motivación. «Gente que puedo encontrarme en la playa, que va buscando ayuda. Pero en muchos casos se trata de la red de viajeros que formamos, con el boca a oreja. Muchas personas dan con nosotros por otros okupas viajeros que han estado aquí y dan nuestras señas», expresa.

A su vez, habla de la vida dentro de la casa. Una vivienda de 150 metros cuadrados en la que no quieren concretar cuántas personas viven, aunque manifiesta que todos vienen de algún punto de Europa. «Sería mucho más fácil organizarnos con dinero. Ahora llaman a la puerta y entran. A partir de ahí hablamos y nos ponemos de acuerdo, que es la mejor forma. La mejor es juntarnos y conocernos. Compartir nuestras inquietudes y ver nuestras diferencias. Sentarnos y compartir lo que han sido nuestras vivencias», comentó.

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