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«Cuando todo esto pase...»

«Cuando todo esto pase...»

Mientras restan los días para abrazar al desconfinamiento la gente hace planes para volver a sus lugares de cabecera, hoy recuerdos grabados en el alma. CANARIAS7 consulta cuáles los suyos a figuras del tejido social de Gran Canaria.

Jueves, 1 de enero 1970

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Un lema para tiempos extraños. «Cuando todo esto pase...». No debe haber frase en estos momentos con más refritos. Como un mensaje en una botella, como el oasis del desierto, cada uno, a su modo de ver y manera, marcando su propia X en el mapa del tesoro. CANARIAS7 hace el test de los deseos a distintas figuras del tejido social de Gran Canaria ante la proximidad de un día en el que las calles vuelvan a ser nuestras.

La riqueza y la versatilidad de Gran Canaria queda expuesta con el resultado de la encuesta. Distintas personas de diferentes ámbitos sociales y un rincón especial para cada uno de ellas. Apenas hay coincidencias en los rincones mágicos, disgregados sobre un territorio que ajenos y mesetarios erróneamente creen reducido.

De una esquina a otra de la isla, de una cena en Meloneras a la visión magnética de la Charca de Las Palomas. En todos los casos con cierta ansiedad, contenida, por pulverizar el distanciamiento social que ha traído la pandemia. «Estar tomando cervecitas con un buen grupo de amigos por Vegueta y encontrarte de casualidad con otros que están haciendo lo mismo», así de simple puede llegar a ser un estado de felicidad, como bien resume Agustín Padrón una de esas voces radiofónicas que son un libro de historia a través del micrófono de la Ser.

Las esquinas de la isla son inabarcables. Como sucede en las novelas de José Luis Correa, en las que se agitan los fantasmas de criminales que perpetran sus fechorías desde la portuaria Andamana hasta la impenetrable Acusa Seca. «A nosotros nos gusta ir a Meloneras. Cenar y dar un paseo. Ir al sur de la isla es como viajar al extranjero sin la molestia del aeropuerto pero leyendo carteles en otros idiomas y escuchando otras lenguas», refiere el propio escritor deshuesando la isla desde su aislamiento.

Presos todos del confinamiento, todos tienen usos y costumbres gravemente perturbados.

Le pasa a Juan José Laforet, que entre otras líneas de currículo puede presumir de cronista oficial de la isla. «Estoy deseando salir a correr y recorrer ese hermoso pulmón verde de Las Palmas de Gran Canaria, aún un gran desconocido, que es el Barranco del Guiniguada, indica.

Laforet sube a la cubierta de su casa y otea el horizonte. Mira hacia las calles cautivas por la pandemia y les dice que las extraña. Como a su droga personal, que es el deporte. «Hice una maratón en la azotea de mi casa, en siete horas y media. En general mi marca está en tres horas y 50 minutos pero, claro, en casa hay que ir con mucha más prevención por los tobillos», subraya.

Lo tiene también claro Pascual Calabuig, reputado veterinario y biólogo. Confinado en Gáldar, en contacto con la naturaleza vital de su pequeña huerta y sus animales, pero extrañando «una buena comida con un buen pescado en La Marinera, que era una rutina que nos gustaba tener casi todos los viernes; con la gente bullendo alrededor». En definitiva, la vida.

La arquitecta y artista Noemí Tejera, personalidad inquieta y en constante producción de ideas, despliega un mapa de sensaciones para evidenciar su deseo de regresar a la normalidad. «Más que un lugar concreto, echo de menos especialmente recorrer la isla; hacer turismo de borde y de interior en un mismo día. Pero si tuviera que elegir un recorrido de nuestra cotidianidad (y hablo en plural porque no hay que olvidar que los lugares están adscritos a las personas con las que los compartes), sería uno que está muy presente en los fines de semana: salir de la ciudad en busca del norte isleño e ir parando en cada una de sus bordes, y si puede ser con baño en cada charca y salto en cada muelle, mejor que mejor. Una de las charcas que me crea mayor fascinación es la Charca de la Paloma, por su morfología, pero también por ver cómo nos movemos a su alrededor con las distintas mareas», expone.

Pasear es otro término clave para indizar los daños colaterales de la pandemia. Lo refiere claramente Agustín Padrón. «Esos paseos por Las Canteras, que ahora mismo no podemos hacer, y que es el pulmón de la ciudad», expone una de las voces más reconocibles de la radio insular y portavoz de las venturas y desventuras del Club Baloncesto Gran Canaria desde los tiempos de la humildad.

Su mensaje lo comparte de pleno Pascual Calabuig: «Las Canteras es espectacular. Te sientas un rato en cualquier cafetería y ves a gente tan distinta pasar, ese trasiego cosmopolita. Ni Nueva York tiene la vitalidad de Las Canteras», expone.

En definitiva sentir la isla como el gran escenario de la vida. O como la vitamina para afrontarla. «Esos viajes al sur nos dan la vida. Tomar el coche cualquier día y llegar, aunque sea solo a dar un paseo, y sentirse casi como en un país extranjero», que refiere José Luis Correa sobre su método de desconexión favorito cuando le exprime la energía de la ciudad.

Un cajón de recuerdos de antes del confinamiento que también es un pasaporte de anhelos, a sellar el día que el coronavirus se reduzca como amenaza y la sociedad pueda, paso a paso, recobrar el pulso de antes de la pandemia.

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