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Canarios tras la estela de Colón

Canarios tras la estela de Colón

Cuatro jóvenes de la capital se embarcan en la aventura de cruzar el océano Atlántico empujados por los alisios. Mañana domingo, a partir del mediodía, casi doscientos barcos de más de treinta países zarparán de Las Palmas de Gran Canaria para dirigirse a Santa Lucía, en el Caribe. La regata ARC leva anclas siguiendo la estela del marino genovés.

Jueves, 1 de enero 1970

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No hay camino, sino estelas en la mar. La cadencia machadiana siempre tuvo algo de marinera. Ese mismo ritmo es el que empuja a cuatro jóvenes de Las Palmas de Gran Canaria a enrolarse en la regata Atlantic Rally for Cruisers (ARC), que mañana parte de la capital rumbo a Rodney Bay, en Santa Lucía, frente a Venezuela, entre Martinica y Barbados.

Ariana Lorenzo Zambrano, Ada García-Fernández Saavedra, Michele García y Enrique Díez son los únicos cuatro canarios que este año se aventuran a transitar los 5.000 kilómetros de olas que separan las dos islas, pero que se unen bajo el empuje de los alisios, los mismos que propulsaron a Cristóbal Colón a toparse con América.

Al principio, la idea suena descabellada. «¿Pero estás loca? ¿A ti que se te pierde ahí?», le dijeron en casa a Ariana. Pero las reticencias iniciales se han ido esfumando con el paso de los días.

«No podíamos rechazar esta oportunidad porque va a ser una experiencia», comenta con ilusión Ada García-Fernández.

Los jóvenes, con edades comprendidas entre los 19 y los 30 años, formarán parte del ARC Youth Team, un proyecto que sirve para mejorar las oportunidades de estos tripulantes para una futura carrera en la industria marina. En el barco compartirán experiencia con seis jóvenes de Santa Lucía y dos navegantes británicos.

«Sabemos que nos podemos encontrar olas grandes», bromea Michele García. Y además, que tendrán un régimen de vida espartano, con guardias de cuatro a seis horas y sin ningún tipo de conexión con el mundo exterior. «Tienes que estar de guardia, hacer la comida...», enumera Ariana, «cuando acabas estás tan cansada que ni te acuerdas del móvil».

Enrique Díez vio el anuncio que pedía voluntarios para el Youth Team y presentó su aplicación para subir al Challenger 1. «Pensé que no me iban a llamar», explica el joven que trabaja ahora en Madrid.

Junto a ellos zarparán un total 195 barcos rumbo al Caribe en una regata que tiene un marcado componente familiar. Mateo (15 años), Giulia (13) y Arianna (11) no dudaron en enrolarse como grumetes en el barco de sus padres, Luca Coloso y Layla Gamboa, el Living Daylights. «Te sientes segura porque aunque no veas a nadie durante la travesía, sabes que hay doscientos barcos navegando», explica la peruana Layla Gamboa.

Para los pequeños Kai (13 años), Sasha (7) y Sid (5) será la primera vez que atraviesan el Atlántico, pero la aventura les llama. «Era esto o volver al colegio», bromea su padre Ilya Escario, que navega bajo bandera de EE UU, donde ha estado viviendo en los últimos años hasta que vendió su casa y se compró el barco.

Los niños reciben clases durante el tiempo que dura la navegación. Y sus padres valoran también «la experiencia de conocer otros niños» y descubrir nuevos territorios.

De hecho, en su barco de 13,8 metros, el destino final no será el de Santa Lucía, sino que quiere seguir demostrando que el mundo es un pañuelo. «Pensamos llegar hasta la Polinesia», explica Escario, quien reconoce que «no tengo fecha de vuelta». Le espera, eso sí, una casita en Lajares, Fuerteventura.

Living Daylights: Layla Gamboa, con sus hijos Arianna, Giulia y Mateo, y su marido Luca Coloso, llevan planeando este viaje desde hace nueve años. «Lo dudé un poco», explica la madre, «pero si van mis hijos, también voy yo». Asegura que ya tiene el barco lleno de provisiones por si el trayecto se alarga más de lo previsto.

Voluntarios: Alrededor de los barcos que partirán mañana se congregan numerosas personas que quieren aprovechar la oportunidad para enrolarse en un barco como tripulantes. Es el caso del joven italiano Federico, que estos días pasea con un cartel de cartón ofreciéndose para iniciar el viaje de la ARC. Muchos otros decidieron dejar papeles con sus contactos para conseguir el mismo fin. En las puertas de los pantalanes hay ofertas de ciudadanos suecos, alemanes, italianos o franceses postulándose como posibles marineros.

Kilauea: Ilya Escario, junto a sus hijos Sasha, Sid y Kai, explicó que lleva mucho tiempo en el mundo de la vela y que ya conocía la ARC. «Vamos con ganas», reconoce. Por los niños no hay preocupación. «Desde que salimos de Francia hemos tenido mala mar casi todos los días y no se ponen malos», aseguró.

El concejal de Turismo del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, Pedro Quevedo, aseguró que es difícil cuantificar el impacto económico que la regata Atlantic Rally for Cruises (ARC) tiene para la capital. Pero detalló que «nos coloca en el mapa mundial como escala marítima global y eso es impagable desde el punto de vista de la promoción».

El edil destacó que ahora los cruceristas ya no se limitan a quedarse en el puerto sino que visitan la ciudad, en especial el casco histórico. «La ciudad ha respondido como muestra de la influencia que tiene la ARC», prosiguió Quevedo.

Por su parte, el director de la ARC, Andrew Bishop, detalló que lo que valoraban los cruceristas eran dos cosas fundamentalmente: «la gastronomía y la buena acogida de la gente, siempre muy abierta y dispuesta a ayudar y eso se agradece mucho». En su opinión, uno de los enclaves que más ha llamado la atención de los 1.500 participantes es la Casa de Colón.

Así lo atestigua Layla Gamboa, regatista peruana. «El centro histórico es muy lindo y la Casa de Colón nos gustó mucho», expuso la integrante de la tripulación del Living Daylights.

Bishop destacó el crecimiento del muelle deportivo desde que la ARC decidió instalarse en Las Palmas de Gran Canaria, en el año 1986, de la mano de un periodista náutico, Jimmy Cornell. «La marina ha crecido mucho en número de atraques y de barcos», explicó el director del evento, «la marina es mayor, es mejor y sus servicios son de mayor calidad, y esto también es influencia de la ARC».

«Y tenemos que seguir creciendo porque aquí ya no caben», apuntó a su lado el concejal de Turismo. Pedro Quevedo hacía referencia así al proyecto de ampliación del muelle deportivo en 940 atraques. En mayo, el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria aprobó el plan, que prevé su creación en dos fases: la primera, al sureste del puerto deportivo actual, creará una lámina de agua de 61.993 metros cuadrados para el atraque de 652 embarcaciones; la segunda, situada en el exterior del actual dique este, creará una dársena para 292 barcos.

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