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«Aquí el 95% son gente buena»

«Aquí el 95% son gente buena»

La realidad de los Astoria se remonta a la década de los 80 cuando pasaron de ser «unos apartamentos de lujo en los que se alojaban cantantes» a convertirse en un nido de drogas sin control. «Se han hecho cosas» como la presencia de porteros o cámaras de vigilancia. Pero no es suficiente.

Ibón S. Rosales

Jueves, 1 de enero 1970

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«Aquí se llama al 091 todos los días. O nosotros o los vecinos», es lo que cuenta uno de los tres porteros que cuidan de 22.00 a 15.00 horas el interior de los apartamentos Astoria, situados en la calle Pelayo número 16. Uno de los últimos incidentes graves fue hace dos meses, cuando se produjo un acuchillamiento en el interior de la vivienda 213 que acabó con una detenida, según cuentan en el Astoria.

Lo más peligroso que vivió el portero fue una pelea con destornillador y cadenas entre un vecino y un toxicómano. «Fue aquí mismo en la entrada, en el rellano. La policía tuvo que desenfundar el arma y todo», relata el trabajador, que no sabía dónde se metía cuando lo contrataron.

De los tres ascensores para atender a los 110 apartamentos repartidos en seis plantas más ático solo funciona uno. Aunque la comunidad pintó recientemente de blanco el interior, ya hay manchas de ceniza y suciedad en las paredes y los patios interiores, deteriorados por el paso del tiempo, se llenan de basura que algunos lanzan por la ventana y los cristales de las ventanas están rotos. «He tenido que limpiar cagadas, meadas, de todo...», dice el portero.

Seis viviendas denunciadas

El presidente de la comunidad de vecinos, William Rodríguez, cuenta que se ha denunciado a todos los inquilinos que venden droga en el edificio y que esperan por la justicia para solucionar el grave problema. «El 95% de la gente que vive aquí es gente buena, lo otro son 5 o 6 apartamentos», defiende el portero del edificio, a quien le entristece que las familias, sobre todo los niños, se tengan que topar cada día con las miserias de la droga.

«Es hora ya de que se tomen en serio todo esto. Se mean, se cagan, escupen y se fajan entre ellos», denuncia el vecino Mateo, que ha llamado la atención a los drogadictos cuando se quedan tirados en escaleras y pasillos. «Es una imagen muy fea la que dan estas calles al turismo», sostiene.

«Por primera vez en 30 años se busca solución»

Este miércoles se juzgó en la Sección Segunda de la Audiencia a Cristo Jesús Quevedo y a Irina Páez, inquilinos del Astoria, por vender heroína en el apartamento 330. Los acusados aceptaron la pena de dos años de prisión y una multa de 600 euros, algo que ha enfadado a los vecinos. «Me han llegado muchos comentarios de propietarios y vecinos indignados con la sentencia y con la lentitud con que se resuelven estos casos», comenta el presidente Rodríguez. «Solo quiero decirles a estos elementos que no siempre se van a encontrar con estos jueces y fiscales, todos no son iguales y más temprano que tarde les vamos a echar del edificio, con medidas judiciales o protestas en la calle», avisa el presidente, que hizo suyas las quejas de unos vecinos que no entienden cómo «esta gente, que son de los que más venden», reciben esa liviana condena.

Los Astoria se convirtieron hace unos años también en un nido de prostitución pero Rodríguez asegura que actualmente no tiene constancia de que se suceda: «Si lo hacen es muy escondido». Sí ocurre en las calles.

Los problemas de deterioro del edificio se quieren paliar con una subvención de Vivienda para arreglar la fachada e instalar otro ascensor pero tienen difícil acceder a ella por falta de colaboración vecinal. «Necesitamos que el 70% de los apartamentos den su autorización para solicitarla y ahora mismo solo tenemos el 40%, da la casualidad de que la mayoría de los propietarios que no dan autorización son los mismos morosos a los que se les ha reclamado judicialmente, los mismos que tienen gente vendiendo drogas en sus apartamentos y personas conflictivas como inquilinos», cuenta con desesperación el entregado presidente.

El concejal de distrito, Sergio Millares, se ha reunido en varias ocasiones con la comunidad del Astoria y asegura que «por primera vez en treinta años se busca una solución al problema». La estrategia que actualmente sigue la comunidad cuenta con asesoramiento y colaboración municipal, subraya Millares, al que le gustaría «acabar con este problema». El Ayuntamiento capitalino aprobó en el pleno de septiembre la partida económica para comprar las cámaras de seguridad que vigilarán el exterior de la calle Pelayo aunque todavía no se sabe la fecha de su instalación. Este 2017 Seguridad Ciudadana de la Policía Local acometió en la conflictiva calle 58 actuaciones tras las alertas de vecinos por gritos, reyertas y problemas sociales; a ello hay que sumar las intervenciones del grupo GOIA.

También la Policía Nacional frecuenta el barrio debido a que se consideran las calles aledañas a los apartamentos Astoria una de las «zonas calientes» de la ciudad, y asiduamente realizan controles e identificaciones de personas y vehículos.

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