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Música para celebrar la vida

Creador de la ‘rumbita canaria’, El Vega Life quiere llenar de energía positiva y paz al mundo a través de su música. Tras su primer disco, ‘Only Locals’, el artista natural de Gáldar no ha parado de dar conciertos por las islas y la Península y le espera un 2018 cargadito de proyectos.

Ibón S. Rosales

Jueves, 1 de enero 1970

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Risueño, divertido, escandaloso y rebosante de energía, así es Adrián Vega Rodríguez. El artista grancanario, natural del municipio norteño de Gáldar, pasa su vida entre esta isla y Lanzarote. Conocido como El Vega y en estos últimos años como El Vega Life, Adrián contagia alegría y ganas de vivir a través de su música y dice que su único cometido es hacer llegar al mundo esa paz y ese buen rollo del que hablan sus letras.

Nacido el 14 de mayo de 1990 en el seno de una familia ligada a la música, Adrián cogió «un micrófono de dos euros» con 13 años y desde entonces no lo ha soltado, aunque ahora seguro que el que tiene es bastante más caro. «Hacía beat box, ahí empecé a hacer música como cuando un homo sapiens coge una piedra e intenta hacer fuego», bromea Vega nada más comenzar la entrevista. El ritmo lo tiene de fábrica: «Todos en mi familia son músicos. Mi hermana tiene la carrera de piano, mi padre tocaba en las verbenas en el grupo Los Sotos, ¡mi padre es Faustinito el de Los Sotos!», exclama divertido. Su madre, Maribel Rodríguez, toca el bongo en agrupaciones folklóricas.

Tras un viaje de intercambio a Holanda en su adolescencia, Adrián compuso y grabó junto a su amigo Pedro su primera canción, Cuando fuimos pa’ Holanda, un tema que «gustó mucho en el instituto», rememora. Poco después sacaría su primera maqueta que llegó a las manos del propietario de una radio en Tenerife que quedó encandilado con dos de sus canciones y le propuso grabarlas en serio. «Las grabé en Multitrack en Tenerife gracias a que me lo subvencionó porque le gustaba mucho. Y con este hombre posteriormente salió la canción No sé cómo decírtelo», cuenta el artista sobre ese primer tema que compuso con 18 años y que llegó al millón de visitas en Youtube. «Nunca supe valorar la cantidad de visitas que tenía», dice remontándose a un vídeo de hace diez años.

Los siguientes experimentos musicales del Vega se centraron en el rap protesta: «Vino una la racha de la edad del pavo total. Hacía canciones de rap de crítica social y en todas nombraba la marihuana... Era música para los pibitos del barrio», expresa sincero el cantante.

Amante del sol y la playa, el artista regresó a sus estudios de Bachillerato para tener a su madre «contenta», tal cual lo expresa, pero los reveses del amor golpearon su vida y le obligaron a cambiar de tónica. «Me dolía el corazón y me refugié en la música. Me dediqué a grabar canciones en casa y a dar conciertos», destaca, admitiendo que el desamor, a pesar del sufrimiento, es de las experiencias más inspiradoras que hay. «Grabé mi disco en 2012, Only Locals, y desde entonces estoy viviendo de sus frutos y de sacar single tras single», relata Vega, que acumula unas 20 canciones en estos años.

Por ahora, el filósofo de la Happy Life, que mezcla rumba, reggae y hip hop en sus ritmos bautizados por él mismo como ‘rumbita canaria’, tiene «el kiosko cerrado» para conciertos porque tiene proyectos entre manos en los que anda volcado. El próximo febrero grabará el vídeoclip del tema ‘My broder’, con Saot ST, una canción dedicada a la amistad. «Quiero que sea la banda sonora de la amistad de la humanidad, que una aun más a los hermanos. Y no habla de que se quieren ni nada, todo lo contrario, de cómo los amigos se hacen putadas sanas porque pueden y tienen esa confianza», comenta sobre el tema cuya estribillo dice: My brother tu sabes que te quiero como a un hermano pero cabrón, devuélveme el pulover. Este 2018 también viajará a Miami y a Madrid donde tiene a productores como Yadam González o Rayito con los que trabajar sin perder su esencia aunque no descarta que aparezca reguetón en algun estribillo. Él siempre aportará su versión acústica».

El Vega ha tocado en festivales por las islas y la Península, como el Viña Rock, el Arenal Sound, Cabo Plata o Tarifeando. «En los momentos íntimos no te creas que todo lo escribo tan happy... Puede que esté pasando por un bachito en mi vida y lo que me hace feliz es escribir ese tipo de letra. Hasta el punto de que la acabo, la canto y me la creo», admite sobre esa introspección que le sirve a la vez de autoterapia, «escribo las canciones para mí, para recordármelas», confiesa. Y si triunfan tanto es por la energía con la que están escritas: «Las letras las hago con el mayor de los sentimientos. Siempre que puedo voy a la playa y busco una puesta de sol, una gaviota que me de libertad o unos peces que me generen colores. Toda esa energía, esas buenas vibraciones llegan», interpreta el artista.

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