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El próximo 9 de noviembre está previsto el estreno en Netflix de la quinta temporada de 'The Crown', que cuenta con diez capítulos. Será justo cuando se cumplan dos meses desde el fallecimiento de Isabel II, producido el pasado 8 de septiembre.
No es un secreto que a la familia real británica no le ha gustado ni un ápice esta producción, que arrancó con la boda de la jovencísima Isabel con Felipe y que ha seguido año a año el reinado de la que fue la monarca que más años ha estado en el trono.
En 'The Crown' no han edulcorado la realidad de los Windsor. La serie ha mostrado los devaneos del duque de Edimburgo, la desordenada vida que llevó la princesa Margarita, los tejemanejes de la reina madre para manejar a sus hijas y nietos, la nula faceta maternal de la reina, su frialdad extrema (no olvidemos que en la tercera temporada, tras la desgracia de Aberfan, la reina tarda 8 días en aparecer por el pueblo para dar el pésame a las familias de los 116 niños muertos). Tampoco han obviado sus enfrentamientos con Thatcher y los constantes problemas con sus hijos.
En la nueva temporada, después de todo lo visto, estalla la tormenta perfecta. En la Gran Bretaña de los años 90, instalada ya en la nueva década, la familia real se enfrenta al que posiblemente sea su mayor reto hasta la fecha mientras el público cuestiona abiertamente su papel.
Se acerca el 40.º aniversario de su llegada al trono e Isabel II (Imelda Staunton) reflexiona sobre su reinado. El colapso de la Unión Soviética y la transferencia de la soberanía de Hong Kong apuntan a un cambio radical en el orden internacional. Entretanto, se cuecen problemas en un ámbito mucho más privado.
El príncipe Carlos (Dominic West) presiona a su madre para que le deje divorciarse de Diana (Elizabeth Debicki), causa de una crisis constitucional de la monarquía. La pareja lleva vidas cada vez más independientes, lo que espolea los rumores y un mayor escrutinio por parte de los medios.
Diana decide tomar las riendas del discurso en torno a su persona publica un libro que merma el apoyo público a Carlos y deja en evidencia las grietas que hay entre los Windsor.
Las tensiones irán en aumento con la aparición de Mohamed Al Fayed (Salim Daw). Decidido a que lo acepten en los círculos más exclusivos, el empresario recurre a la fortuna y el poder que ha amasado con objeto de ganarse un puesto para él y otro para su hijo Dodi (Khalid Abdalla) en el seno de la realeza.
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