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Arantza Furundarena
Palma de Mallorca
Miércoles, 4 de agosto 2021, 19:58
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«Llevaos una Biodramina», recomendaban este miércoles medio en broma desde el departamento de comunicación de la Casa Real a los periodistas encargados de cubrir la visita de la Familia Real al monasterio de Lluc. No era para menos. Enclavado en el corazón de la escarpada sierra de Tramuntana, a Lluc lo separan 53 kilómetros de Palma y decenas de zigzags, algunos más retorcidos que la mente de un psicópata. «Se me habían olvidado las curvas», comentó con humor don Felipe a las autoridades baleares al salir de su vehículo.
El por qué los Reyes han decidido ubicar este año su primera (y probablemente única) aparición familiar del verano mallorquín en un lugar tan poco accesible tenía su explicación: deseaban celebrar el décimo aniversario de la declaración de la sierra de Tramuntana como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, que justo se cumple este año. Lo que ya costaba un poco más entender era la hora elegida para la visita, las siete y media de la tarde. El acto terminó a las nueve de la noche, tardísimo para el tropel de periodistas destacados al lugar y obligados a redactar y retransmitir la noticia.
El estrés estaba servido. Pero de nuevo los responsables de comunicación de la Casa Real lo aclararon con un elocuente refrán: «El undécimo, no molestar». Y no se referían a la prensa, sino a los numerosos turistas que visitan a diario la zona. Los Reyes no deseaban interferir «de ninguna manera» en sus excursiones programadas y por eso decidieron realizar la suya fuera del horario habitual de visitas, para «molestar lo menos posible».
Tampoco lo de este miércoles fue un posado, sino un paseo. Se cumple el segundo verano de pandemia (y el primer año desde que el rey Juan Carlos abandonó España), y ahora a las 'no fiestas' patronales se ha venido a sumar el 'no posado' de Marivent. Este míércoles quedó confirmado. Este agosto, igual que el año pasado, la Familia Real no charlará informalmente con la prensa en los jardines de su residencia veraniega. «No está la cosa para un posado mientras sigamos llevando mascarillas», justifican desde la Casa Real. Tampoco hubo declaraciones. Tan solo un par de comentarios sobre el extraordinario escenario natural, «precioso, increíble». Y sobre la temperatura reinante. «Menos calor que otros años, ¿eh?», les dijo el Rey a los fotógrafos.
Don Felipe llevaba una camisa estampada; doña Letizia, un favorecedor vestido azul denim, alpargatas ibicencas de yute y esa bolsa de imitación del tejido de 'lenguas' mallorquinas que ya ha causado más de una polémica entre los artesanos locales. La infanta Sofía repitió un buzo de pantalón corto y la princesa Leonor lucía un vestido de falda cruzada, ambas calzadas con idénticas alpargatas de cuña.
Comenzaron con un recorrido por el Centro de Interpretación de la Serra Ca s'Amitger, que está ubicado en una antigua casa de piedra del siglo XVI y contiene una exposición permanente donde se detallan los valores paisajísticos, etnológicos, culturales y naturales de la zona. Acompañados por la presidenta Francina Armengol, el alcalde de Escorca y el prior de Lluc, la Familia Real visitó el pueblo y el santuario, que es el principal centro de peregrinación espiritual de Mallorca. En su interior, los Blauets de Lluc, una de las escolanías más antiguas de Europa, interpretaron varios cánticos en su honor. A los niños, de entre 7 y 16 años, les habían avisado el viernes, según explicó la madre de uno de ellos. «Pero han venido encantados».
La visita continuó con una parada en el Camino de los Misterios, un mirador con espectaculares vistas a la sierra. Poco antes de las nueve de la noche la Familia Real visitó el Ayuntamiento de Escorca, municipio al que pertenece Lluc. Finalmente, cuando prácticamente retornaban a palacio, un niño de un grupo que se encontraba de excursión por la zona preguntó al Rey con una sonrisa: «¿Dónde tienes la corona?». Don Felipe respondió de igual modo: «Me lo preguntan bastante». Y se alejó.
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